Volatilidad: ¿Qué es? ¿Qué no es? ¿Y por qué importa?
Para nadie es un secreto que Bitcoin es una caja de sorpresas. Con frecuencia, estamos en shock debido a su comportamiento inesperado. Es decir, Bitcoin siempre está poniendo a prueba nuestras expectativas. El problema es que para realizar proyecciones del precio de Bitcoin necesitamos apegarnos a un modelo. Y los modelos no son muy buenos prediciendo la locura humana. Bitcoin hoy está arriba, pero mañana puede estar abajo. Es muy difícil saber el precio de Bitcoin en determinada fecha. La incertidumbre es la norma. Pero sí podemos hacer una predicción segura. Habrá altibajos.
Me refiero, por supuesto, a la volatilidad. ¿Qué es la volatilidad? La volatilidad es la medida de intensidad de los cambios del precio en relación al promedio. Podríamos estudiar tres variables: El máximo, el mínimo y el promedio. Si la distancia entre estas tres variables es grande, estamos ante un activo volátil. Si la distancia no es muy grande, estamos ante un activo más estable. Claro que por lo general se usa el S&P 500 como referencia. Si los cambios superan los cambios habituales del S&P 500, hablamos de una elevada volatilidad. Si los cambios, por otro lado, son más estables que el S&P 500, estamos ante un activo menos volátil.
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La volatilidad normalmente se asocia al riesgo. De hecho, en muchos contextos, la volatilidad se presenta como sinónimo de riesgo. Claro que hay todo un debate en torno a esto. Porque algunos inversores piensan que el riesgo yace principalmente en los fundamentales, argumentando que reducir el riesgo a la volatilidad es una sobresimplificación inadecuada de todo el asunto.
Por ejemplo. El precio de una compañía puede ser sumamente estable y al mismo tiempo estar pronta a declararse en bancarrota. O, un startup puede tener un futuro brillante gracias a unos fundamentales sumamente prometedores, pero sus acciones pueden subir y bajar violentamente debido a la falta temporal de liquidez.
En fin, distintas escuelas relacionan la volatilidad y el riesgo de diferentes maneras. Sin embargo, en la práctica, se estila asociar la volatilidad y el riesgo, sobre todo, para efectos de diseñar un portafolio de inversiones. Si caemos en tecnicismos estériles en cuanto a temas de semántica, podemos distraernos y perder el horizonte.
Suele suceder en el caso de activos con una fanaticada muy devota que el tema de la volatilidad por lo general se ignora. Porque sugerir que el activo amado es “riesgoso” se convierte en una especie de herejía debido a la connotación negativa del término. Esto es particularmente cierto en el caso de Bitcoin. Bitcoin se suele presentar con un “refugio seguro” y una cobertura contra la inflación. Para muchos, incluso, es una inversión más segura que el euro, el dólar o los bonos del Tesoro de los Estados Unidos. Esta afirmación podría parecer una locura para el inversor tradicional, pero para el bitcoiner promedio es casi una verdad sagrada. Me atrevo a decir que afirmaciones de este estilo están más relacionadas al entusiasmo que a los datos de volatilidad. Porque ciertamente hay un elemento pseudoreligioso dentro de la comunidad Bitcoin.
Con frecuencia se habla del riesgo sistémico, pero no se diferencia del riesgo de mercado o financiero. Eso confunde mucho. Se habla de la caída del sistema financiero tradicional, el eventual colapso del dinero fiat y la revolución blockchain. Y se usa la palabra “riesgo” en una narrativa que presenta un futuro hipotético. Entonces, Bitcoin surge como la salvación en ese futuro. Por ende, un “refugio seguro” debido al riesgo sistemático del sistema actual. Sin embargo, muchos inversores quieren invertir hoy en Bitcoin y les interesa saber más sobre el riesgo financiero. En este caso, la volatilidad es muy relevante.
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En finanzas, la volatilidad normalmente significa incertidumbre. En este sentido, la estabilidad es seguridad y la volatilidad es riesgo. Y el riesgo normalmente se asocia al miedo. Porque los grandes cambios en el precio en el corto plazo generan mucho nerviosismo e indecisión. Pero ese clima incierto también suele ofrecer una enorme oportunidad para las personas dispuestas a asumir el riesgo.
He aquí el gran secreto de la volatilidad y el riesgo. Si el activo es sólido en los fundamentales, contamos con suficiente capital y estamos dispuestos a esperar el tiempo que sea necesario esperar, asumir el riesgo vale la pena y la volatilidad (a corto plazo) no importa mucho. En estos casos, la volatilidad suele ser producto de la falta de liquidez. Debemos recordar que Bitcoin es un activo sumamente nuevo y su liquidez se encuentra muy fragmentada en múltiples exchanges. Eso explica los altibajos tan violentos. La poca liquidez.
Ahora bien, tu abuelita de 94 años te dice que quiere hipotecar su casa para invertirlo todo en Bitcoin. Sería prudente explicarle que Bitcoin es un activo de alto riesgo y que esa operación no es muy sensata. Tu sobrino de 14 años muestra interés en Bitcoin y te hace muchas preguntas el día de su cumpleaños. No estaría mal abrirle una cartera y colocar fondos en bitcoin ahí diciéndole que los mantenga por varios años.
Tener una comprensión profunda del concepto del riesgo y volatilidad nos permite ser mejores inversores. ¿Es buena idea comprar todo estando cerca de un máximo? ¿Es buena idea usar dinero que pronto vamos a necesitar?
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En el caso de un activo tan volátil como Bitcoin, lo mejor es contar con un capital de uso exclusivo. Y no tener la presión del tiempo. De esta forma, podemos ignorar los vaivenes temporales del precio. Porque hicimos la tarea y tomamos todas las medidas necesarias para protegernos del riesgo que implica invertir en un activo tan volátil.
En conclusión, no seamos ilusos. No es muy inteligente ser un fan enamorado y crearse falsas expectativas. La idea de tener un activo seguro y, al mismo tiempo, ultra rentable es pura fantasía. La magia no existe. Todo tiene un costo. En este caso, la volatilidad es el costo.
Ahora todos quieren invertir en Bitcoin. La vecina, la abuela, la tía soltera, el cuñado rebelde, la peluquera y el vigilante del edificio. Calma, pueblo. ¿Sabes los riesgos? ¿Tienes el capital? ¿Qué pasa si lo pierdes todo? ¿Estamos dispuestos a esperar por varios años?
Prudencia y sensatez. Cuidado con una locura. Toma todas las previsiones. Invierte bien.