Una inflación más baja disminuye el riesgo de una recesión
¿Atrapados entre la espada y la pared? Pues así estamos ahora con la economía en los Estados Unidos. Por un lado, tenemos la inflación. Por el otro, tenemos el riesgo de una recesión. ¿Qué hacemos? ¿Nos quedamos quietos y esperamos que pase el temporal? ¿O tomamos medidas para evitar ambos problemas?
Lo ideal sería lograr lo que se llama un “aterrizaje suave”, o soft-landing en inglés. Esto significa que los precios bajen gradualmente, pero sin que se produzca un desplome de la producción y los ingresos. Así, podríamos mantener el equilibrio entre la oferta y la demanda, y evitar los efectos negativos de la inflación y la recesión. Suena bien, ¿verdad? Pues no es tan fácil como parece. Se requiere de una política económica inteligente y coordinada, que tenga en cuenta las condiciones internas y externas del país. Y eso, amigos míos, es más difícil de encontrar que una aguja en un pajar.
¿Qué es la inflación y por qué nos importa? La inflación es el aumento generalizado y sostenido de los precios de los bienes y servicios que consumimos. Nos importa porque afecta a nuestro poder adquisitivo, es decir, a la cantidad de cosas que podemos comprar con nuestro dinero. Si la inflación es muy alta, nuestro dinero vale menos y nos cuesta más vivir. Si la inflación es muy baja, puede indicar que la economía está estancada y que hay poco crecimiento y empleo.
¿Qué ha pasado con la inflación? La inflación se ha disparado en muchos países debido a la pandemia de covid-19, que ha provocado una caída de la oferta y un aumento de la demanda de algunos productos. Por ejemplo, los precios de los alimentos, la energía, los materiales de construcción y los semiconductores se han elevado mucho. También ha influido la política monetaria expansiva de los bancos centrales, que han inyectado mucho dinero en la economía para estimularla.
¿Qué se espera que pase con la inflación en el futuro? Al parecer, hay señales de que la inflación podría empezar a moderarse en los próximos meses. Algunos factores que podrían contribuir a ello son: la reapertura de las economías tras las restricciones sanitarias, lo que aumentaría la oferta y reduciría los cuellos de botella; la normalización de los hábitos de consumo tras el confinamiento, lo que disminuiría la demanda de algunos bienes; y la retirada gradual de los estímulos monetarios por parte de los bancos centrales, lo que frenaría el exceso de liquidez.
¿Qué implicaciones tiene esto para la economía? Si la inflación se reduce sin que se produzca una recesión, se podría hablar de un “aterrizaje suave” de la economía. Esto significa que se lograría un equilibrio entre el crecimiento y la estabilidad de precios, lo que favorecería el bienestar de los agentes económicos. Sin embargo, si la inflación se mantiene alta o se acelera más, se podría generar una espiral inflacionaria difícil de controlar, lo que obligaría a los bancos centrales a subir los tipos de interés de forma brusca, lo que podría provocar una “aterrizaje forzoso” o una crisis económica.
¿Qué podemos hacer nosotros para protegernos de la inflación? Algunas medidas que podemos tomar son: ahorrar e invertir nuestro dinero en activos que mantengan o aumenten su valor frente a la inflación; diversificar nuestra cartera para reducir el riesgo; ajustar nuestro presupuesto y nuestros hábitos de consumo para priorizar lo esencial y evitar el endeudamiento; y estar atentos a las señales del mercado y a las decisiones de política económica que puedan afectar a nuestro nivel de vida.
Ahora bien, la inflación lleva meses por encima del 4%, muy lejos del 2% que le gusta a la Reserva Federal (Fed), que es el banco central del país.
La Fed tiene el poder de subir o bajar los tipos de interés, que son el precio del dinero. Cuando los sube, encarece los préstamos y desincentiva el consumo y la inversión, lo que frena la inflación. Cuando los baja, abarata el crédito y estimula la actividad económica, lo que puede generar más inflación.
Pues resulta que la Fed lleva tiempo subiendo los tipos de interés para enfriar la economía y evitar que la inflación se descontrole. Ya lo ha hecho 10 veces desde finales de 2021 y ahora los tiene entre el 5% y el 5,25%, que es bastante alto. Y parece que no va a parar ahí, porque algunos de sus jefes dicen que la inflación sigue siendo demasiado alta y que hay que seguir apretando las tuercas.
Por ejemplo, el señor Barkin, que es el presidente de la Fed de Richmond, dijo el miércoles que no le importa que la inflación haya bajado un poco en junio, porque sigue siendo muy superior al objetivo del 2%. Y añadió que si la Fed se relaja demasiado pronto, la inflación puede volver a subir y obligar a la Fed a subir los tipos aún más.
Pero no todos los jefes de la Fed piensan igual. Algunos creen que la inflación se va a moderar por sí sola y que no hace falta seguir subiendo los tipos tan rápido. Por ejemplo, el señor Kashkari, que es el presidente de la Fed de Minneapolis, dijo que los bancos deben estar preparados para tipos más altos por si acaso, pero que quizás no haga falta llegar a ese extremo.
Así que tenemos un dilema: ¿subir o no subir los tipos? La decisión final la tomará la Fed en su próxima reunión de julio, después de analizar cómo va la economía y cómo reaccionan los mercados. Mientras tanto, tú puedes seguir disfrutando de tu café, tu gasolina o tu alquiler, pero ten en cuenta que quizás te salgan más caros dentro de poco.
En mi opinión, el aterrizaje suave es el escenario más favorable para los inversores de Bitcoin y las demás criptomonedas. De hecho, ese sería el sueño de muchos inversores que confían en estos activos. Pero no es tan fácil. Para que eso ocurra, la inflación tendría que bajar sin causar estragos en la economía. Así, la gente volvería a estar contenta y dispuesta a arriesgar su dinero. Y los gobiernos y los bancos centrales volverían a inyectar estímulos para impulsar el crecimiento. Esa sería la gasolina perfecta para un nuevo boom alcista. ¿Lo ves posible o te parece una utopía?
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