Un informe del BIS sugiere utilizar nuevas herramientas de monitorización para las stablecoins
La propuesta de Facebook para su moneda digital, Libra, fue una llamada de atención para las agencias reguladoras internacionales, los ministerios de finanzas y los banqueros centrales. Todos estos actores reconocieron que el alcance de la compañía en sus tres plataformas tenía el potencial de acelerar la adopción de una stablecoin global en una medida sin precedentes.
En un nuevo documento del Banco de Pagos Internacionales, tres analistas señalaron que la novedad de Libra y otras stablecoins globales exigen que los reguladores reinventen las posibilidades de monitorear y supervisar su emisión y circulación.
El potencial de Libra para una rápida adopción masiva en múltiples jurisdicciones requeriría que las autoridades desarrollen herramientas dinámicas y adaptables para la supervisión y el cumplimiento, escribieron los analistas. Aunque desafiante, argumentaron que la naturaleza de la stablecoin digital puede ofrecer en sí misma nuevos mecanismos de aplicación:
“Las propuestas de las stablecoins son un área donde la supervisión integrada puede funcionar en la práctica. La información es una función central de la regulación, tanto desde el punto de vista de mejorar el funcionamiento y la eficiencia del mercado, como desde el punto de vista de la supervisión, ya sea con fines de integridad del mercado, protección de clientes e inversores o supervisión prudencial”.
Esta “supervisión incorporada” haría que una disposición de informes de datos directos y automatizados sea un requisito de registro para todos los posibles emisores de stablecoins.
Como señalan los analistas, este ya es el caso de algunas plataformas de pago digitales que no son stablecoins, como AliPay y WeChat Pay en China.
Las stablecoins que utilizan tecnología DLT pueden generar información segura y admitir el monitoreo automatizado del libro mayor, lo que reduce la necesidad de que los emisores recopilen, verifiquen e informen activamente los datos a las autoridades públicas.
En términos generales, hay tres objetivos de introducir la supervisión integrada para las stablecoins: reducir los costos de cumplimiento, nivelando así el campo de juego para los actores privados grandes y pequeños; desarrollar un conjunto de herramientas de monitoreo de código abierto que pueda aclarar cómo se pueden aplicar los marcos regulatorios; y garantizar la finalidad jurídica de los pagos, que sigue siendo distinta de la finalidad económica y contractual.
Después de un análisis cuidadoso de los diversos desafíos presentados por este modelo, los autores argumentan que una mejor solución podría ser, en última instancia, integrar monedas fiat dentro de un paradigma similar.
Las monedas digitales de los bancos centrales, o CBDC, no presentarían los mismos “conflictos de intereses” que representan las stablecoins emitidas de forma privada. Por lo tanto, los autores concluyen con la sugerencia de que las stablecoins pueden ser una propuesta experimental que señala el camino hacia la innovación dentro del sistema existente, no más allá de él:
“De la misma manera que las stablecoins de siglos anteriores […] fueron un paso evolutivo en el camino hacia la banca central, las stablecoins de hoy también podrían eventualmente dar paso a otras reformas. Esto puede incluir alternativas sólidas respaldadas por soberanos y nuevos medios para conectar el dinero del banco central a través de las fronteras “.
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