Ripple vs SEC: los argumentos de ambas partes y lo que está en juego
Ripple ha logrado triunfar sobre las acusaciones de la Comisión de Bolsa y Valores de EE. UU. (SEC) de que se trata de un valor no registrado. Esta victoria no solo beneficia a XRP, sino a todo el ecosistema de las criptomonedas, ya que sienta un precedente para una mayor claridad regulatoria y una mayor innovación.
XRP es una criptomoneda diferente a otras como Bitcoin o Ethereum, ya que no se basa en una red descentralizada de mineros, sino en un sistema de validadores que verifican las transacciones. Esto le permite ser más rápido, barato y ecológico que sus competidores. Además, XRP tiene el respaldo de Ripple, una empresa que ofrece soluciones de pago transfronterizo basadas en blockchain a bancos y otras instituciones financieras.
A veces se dice que las criptomonedas se pueden ordenar en un espectro según su grado de descentralización, siendo Bitcoin la más descentralizada y XRP la más centralizada. Esto se debe a que XRP depende en gran medida de Ripple, una empresa que tiene una influencia notable sobre la red, el suministro y el precio de la moneda.
Algunos podrían pensar que esto es una desventaja, ya que va en contra del espíritu original de las criptomonedas, que buscaban liberarse del control de las autoridades centrales. Otros podrían verlo como una ventaja, ya que implica una mayor seguridad, eficiencia y profesionalidad.
Muchos asumen que la SEC ha actuado de forma arbitraria y contradictoria al demandar a Ripple y a sus ejecutivos por vender XRP sin registrarlo como un valor, ya que anteriormente había declarado que Bitcoin y Ethereum no lo eran. De hecho, se podría señalar que esta demanda ha causado un gran daño al mercado de XRP, al provocar la suspensión de su negociación en varias plataformas y la pérdida de confianza de los inversores.
Sin embargo, XRP logrado defenderse con éxito en los tribunales, al obtener varios fallos favorables que han debilitado los argumentos de la SEC y han reforzado los derechos de los demandados. Esto es una buena noticia para todo el sector de las criptomonedas, ya que demuestra que la SEC no tiene la última palabra sobre la naturaleza y el alcance de las mismas, y que hay espacio para el diálogo y la colaboración entre las partes interesadas.
Dentro de la comunidad cripto, no es raro que Ripple se vea con malos ojos debido a su alto grado de centralización. En lo personal, no tengo nada en contra de los proyectos centralizados. Sin embargo, para los fanáticos de la descentralización, Ripple es como el primo que nos cae mal. El que siempre llega tarde a las reuniones familiares, el que se cree mejor que los demás, el que nos hace sentir incómodos con sus comentarios.
Pero resulta que ese primo que nos cae mal estaba en un lío. La Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos (SEC) lo denunció por vender valores no registrados. Y ahora, ese primo que nos cae mal nos ha recordado que, pese a las diferencias, somos familia. Y que, al parecer, el enemigo de mi enemigo es mi amigo.
Porque la SEC al perder el caso contra Ripple sentó un precedente beneficioso para el resto de las criptomonedas. Así que, aunque nos duela admitirlo, tenemos que apoyar a nuestro primo malquerido. Porque al final del día, todos somos cripto.
Ahora juguemos al abogado del diablo y veamos el otro lado de la diatriba. Pues bien, hay algunos argumentos que podrían hacerte pensar dos veces sobre las criptomonedas creadas por empresas. Por ejemplo, ¿sabías que Satoshi Nakamoto, el misterioso creador de Bitcoin, tiene millones de BTC en sus direcciones? Estos BTC no se los regalaron, sino que los obtuvo minando. Es decir, invirtió su tiempo y su energía en crearlos. En cambio, si una empresa crea una criptomoneda, se queda con una buena parte de ella, luego la vende y usa el dinero para financiar su crecimiento, ¿no se parece mucho a emitir un valor sin registrarlo? ¿No es eso ilegal? Bueno, quizás no tanto. Porque Ripple ha logrado triunfar sobre las acusaciones de la Comisión de Bolsa y Valores de EE. UU. (SEC) en un juicio.
¿Por qué un valor debe estar registrado? ¿Y por qué la SEC se preocupa tanto por eso? Pues porque no todo es para las empresas. Los inversores que ponen su dinero en un valor también tienen derechos. Y la SEC está ahí para protegerlos. Por ejemplo, cuando una empresa decide salir a bolsa, tiene que cumplir una serie de normas y requisitos. Tiene que informar de sus cuentas, de sus planes, de sus riesgos… Tiene que ser transparente y honesta. Pero cuando una empresa emite una criptomoneda, no tiene que hacer nada de eso. Puede hacer lo que quiera con el dinero de los inversores, sin darles ninguna garantía ni explicación.
Como sabemos, esta industria odia al Estado más que nadie. No quiere que nadie se meta en sus asuntos, ni siquiera la SEC, que es el organismo que regula los mercados de valores en Estados Unidos. ¿Y qué hace la SEC? Pues nada más y nada menos que proteger a los usuarios de posibles fraudes, estafas o manipulaciones. Pero claro, eso a la industria cripto no le gusta, porque ellos prefieren hacer lo que les da la gana sin rendir cuentas a nadie. Así que cuando la SEC dice que XRP, una de las criptomonedas más populares, es un valor y no una moneda, se arma la gorda.
Bueno, ya sabemos que XRP no es un valor. Pero, ¿qué es XRP entonces? ¿Qué normas debe cumplir la compañía que lo emite? ¿Ninguna? Eso sería muy arriesgado, porque si algo sale mal, como ha pasado con otros casos como Terra/Luna, FTX, Celsius y otras, los usuarios son los primeros en pedir la intervención de las autoridades para recuperar su dinero. Pero si no hay regulación, no hay garantía.
¿Te has dado cuenta de que en esta industria las empresas mandan y los usuarios obedecen? Sí, así es. Las empresas que crean, venden o promocionan las criptomonedas tienen el poder de influir en la opinión pública, y los usuarios se dejan llevar por lo que dicen. ¿Y qué dicen? Pues que no hay que confiar en el Estado, ni en las leyes, ni en las instituciones. Que lo mejor es dejar que el mercado se regule solo, y que cada uno se las arregle como pueda. ¿Y qué pasa con los derechos de los usuarios? Pues que no existen. O, mejor dicho, que no se defienden. Porque la ideología libertaria que impregna esta industria impide que los usuarios se organicen para reclamar lo que les corresponde. Y así, las empresas se aprovechan de su posición dominante, y promueven sus intereses mucho más que los de los usuarios. Aquí dejó esto para la reflexión.
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