Riesgo climático: Cómo el cambio climático ya está afectando a nuestro bolsillo
¿No te derrites con este calor? Parece que el AC se ha rendido y no da más de sí. Y encima, el recibo de electricidad nos sale un ojo de la cara. El clima está loco. Y eso es un problemón. Porque ahora no hay quien sepa qué va a pasar. Ahora tenemos huracanes donde antes no los había. Ahora tenemos sequía donde antes llovía. Y tenemos lluvia donde antes hacía sol. Eso afecta a todo: a la comida, al petróleo, a las criptomonedas…
¿Qué ver las criptomonedas con el clima? Pues más de lo que crees. En primer lugar, porque el clima afecta a la economía en general, y las criptomonedas no son una excepción. En segundo lugar, porque el clima afecta a la producción de energía. Y eso puede tener un efecto en la minería Bitcoin.
La minería de Bitcoin es el proceso por el que se crean y verifican bitcoins. Y para hacerlo se necesita mucha energía eléctrica. Tanta, que algunos países podrían quedarse sin luz si todos se pusieran a minar bitcoins. El clima hace que haya menos energía disponible, la minería Bitcoin se vuelve más difícil y costosa.
El cambio climático es ese fenómeno que altera el clima de la Tierra, haciendo que haya más extremos de calor y frío, más sequías e inundaciones, menos nieve y hielo, más subida del nivel del mar, más deshielo de los polos, más pérdida de biodiversidad, más incendios forestales, más riesgos para las ciudades… En resumen, un caos.
El riesgo climático es la probabilidad de que todo eso te perjudique a ti y a tu economía. Porque el cambio climático no solo daña al medio ambiente, sino también a las actividades humanas. El riesgo climático es un problema que nos afecta a todos, sin distinción de lugar o ingreso.
¿El cambio climático te está saliendo caro? Pues sí, el cambio climático no solo es un problema ambiental, sino también económico.
El cambio climático está haciendo que el clima sea más extremo e impredecible. Eso significa que hay más sequías, inundaciones, tormentas, incendios, olas de calor y de frío, y otras calamidades.
Por ejemplo, el cambio climático está afectando la producción de alimentos. Los cultivos se secan o se ahogan, las plagas y las enfermedades se propagan, los animales sufren el estrés térmico… Todo eso hace que haya menos comida y más cara. ¿Te has fijado en lo que te cuesta el kilo de tomates o el litro de leche? Pues eso, en parte, es culpa del cambio climático.
El cambio climático también está afectando la infraestructura energética. Los cables se rompen, las torres se caen, las centrales se averían… Todo eso hace que haya menos energía y más cara. ¿Te has fijado en lo que te cuesta el kilovatio o el litro de gasolina? Pues eso, en parte, es culpa del cambio climático.
Pero el cambio climático, también, está afectando la salud humana. Las enfermedades transmitidas por mosquitos, como el dengue o el zika, se extienden por zonas donde antes no había. Las alergias, el asma, las infecciones respiratorias y las enfermedades cardiovasculares se agravan por la contaminación y las temperaturas extremas. Todo eso hace que haya más enfermedades y más caras. ¿Te has fijado en lo que te cuesta el médico o el medicamento? Pues eso, en parte, es culpa del cambio climático.
El mercado laboral es otro afectado por el cambio climático. Los sectores como la agricultura o el turismo se ven perjudicados por la escasez de recursos y la pérdida de clientes. Los trabajadores tienen que adaptarse a nuevas condiciones o buscar otras oportunidades. Todo eso hace que haya menos empleos y más precarios. ¿Te has fijado en lo que te cuesta encontrar o mantener un trabajo? Pues eso, en parte, es culpa del cambio climático.
Ahora bien, el cambio climático nos está saliendo muy caro. Y lo peor es que la cosa va a empeorar si no hacemos algo para evitarlo. Podemos reducir los gases que provocan el calentamiento global, como el dióxido de carbono o el metano, invirtiendo en energías renovables, como la solar o la eólica, mejorando la eficiencia energética de nuestros aparatos y vehículos, y reduciendo la deforestación de los bosques.
Esto significa prepararnos para los efectos del cambio climático y reducir nuestra vulnerabilidad. Podemos hacerlo construyendo infraestructuras que resistan los impactos climáticos, como diques o puentes, mejorando los sistemas de alerta temprana y prevención de desastres, y desarrollando planes de contingencia y adaptación. Pero eso no va a solucionar el problema del todo.
¿Sabes qué le pasa a los mercados cuando el clima se vuelve loco? Pues que se vuelven locos también. Y eso no es bueno para nadie. Porque el clima loco significa incertidumbre. Y la incertidumbre normalmente significa volatilidad. Lo que implica que los precios de las acciones, las divisas, las materias primas, las criptomonedas y otros activos pueden subir o bajar de forma brusca e impredecible.
¿Y qué podemos hacer para protegernos de la volatilidad? Pues ser más prudentes al gestionar nuestro riesgo con coberturas y seguros de todo tipo.
Las coberturas son estrategias que consisten en tomar una posición contraria a la que tenemos en el mercado, para compensar las posibles pérdidas. Por ejemplo, si tenemos bitcoins, podemos comprar contratos de futuros u opciones que nos permitan vender los bitcoins a un precio fijo en el futuro, para protegernos de una posible caída del precio de la criptomoneda.
O podemos invertir en otros sectores un poco más estables y predecibles que generen suficiente renta para cubrir las posibles pérdidas ocasionadas por la volatilidad. Por ejemplo, en el sector de la educación, que siempre tiene demanda. O en el sector de la moda, que siempre tiene glamour. No sé.
Los seguros son contratos que nos cubren frente a determinados riesgos, a cambio de pagar una prima. Por ejemplo, si tenemos una casa en una zona propensa a inundaciones, podemos contratar un seguro que nos indemnice en caso de que nuestra casa se vea afectada por una inundación.
Hay muchas formas de lidiar con el riesgo climático en los mercados. Pero ninguna es perfecta ni gratis. Todas tienen un precio y unas limitaciones. Lo cierto es que el cambio climático ya no es una amenaza. Ya está aquí. Y nos está dando un buen susto. Así que más vale que nos pongamos las pilas. Y pronto.
Aclaración: La información y/u opiniones emitidas en este artículo no representan necesariamente los puntos de vista o la línea editorial de Cointelegraph. La información aquí expuesta no debe ser tomada como consejo financiero o recomendación de inversión. Toda inversión y movimiento comercial implican riesgos y es responsabilidad de cada persona hacer su debida investigación antes de tomar una decisión de inversión.
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