Reflexiones actualizadas sobre el drama FTX: ¿Qué es lo último?
La figura del “genio excéntrico” que hace millones de dólares por el “bien de la humanidad” se ha convertido en un imán para atraer inversores y fans. Se asume que estos genios creativos son los constructores del futuro. Entonces, aparece un joven, desaliñado, e informal, al estilo de un niño grande, repartiendo donativos, lanzando compañías y hablando de las últimas tecnologías. El público se enamoró perdidamente de su chico maravilla. Una mezcla entre Peter Pan y Rico McPato. Claro que esta historia dio un vuelco asombroso. Sam Bankman-Fried “SBF” pasó de criptoheroe a criptovillano en cuestión de horas.
Pregunta: ¿Elon Musk habría podido comprar Twitter sin las acciones de Tesla? Bien sabemos que Tesla (todavía) no es rentable. El valor de su compañía se basa principalmente en suposiciones sobre el futuro. O sea, el inversor tiene grandes expectativas en torno al futuro de la compañía. Por ende, el inversor, pese a su falta de rentabilidad, compra la acción ilusionado por las posibilidades, subiendo el precio en el proceso. Luego, estas mismas acciones (de precio elevado) pueden usarse como colateral para obtener financiamiento en la adquisición de otra compañía. ¿Qué pasa si el precio de Tesla colapsa? ¿Qué pasa con el valor del colateral?
Claro que en el caso de una acción bursátil estamos hablando de un activo productivo. O sea, hay acciones subyacentes e ingresos. Este no es el caso de un token. Un token es un código y nada más. ¿Los ingresos y los activos subyacentes de Tesla justifican su valoración? No, no en su totalidad. En el caso de Tesla, lo subjetivo es lo más importante. Elon Musk es otro genio excéntrico que hace millones de dólares por el “bien de la humanidad”. No es una máquina de rentabilidad. Pero sí es un imán para atraer inversores y fans. Este es el estilo de empresario que aman los mercados ahora. Más carisma que sustancia.
Caso FTX. Tenemos dos compañías: FTX y Almeda Research. FTX es un exchange. Alameda Research es una firma de trading. Sam Bankman-Fried es el dueño de ambas. Alameda Research utilizó los tokens nativos de FTX como colateral para obtener financiamiento en el exchange. Se filtra esa información y se crea una crisis de confianza. En consecuencia, cae el precio del token debido a un retiro masivo por parte de varios inversores de peso. Lo que forma una problema de liquidez para el exchange. Debido al pánico, los usuarios se retiran del exchange en estampida.
El siguiente paso es pedir rescate. Pero nadie está dispuesto a colocar más capital después de semejante desastre. En otras palabras, se repite la historia de Lehman Brothers. El exchange se ve obligado a declararse en bancarrota. Lo que representa un gran problema para los acreedores de los exchanges.
¿Qué es una deuda? Una deuda es un activo para el acreedor y un pasivo para el deudor. Si el deudor se declara en bancarrota, eso quiere decir que no puede cumplir con sus compromisos. Lo que significa que la quiebra de un exchange nunca es un evento aislado. Los pasivos del exchange son los activos de otros. Y muchos de esos activos seguramente son el colateral de otras deudas. Y así va el asunto. O, dicho de otra manera, una bancarrota puede causar una epidemia de bancarrotas. ¿Quién será el siguiente?
Claro que aquí no tendremos a Papá Estado que acuda a nuestro rescate. En este salvaje oeste criptográfico, no hay “prestamista de última instancia”. No hay baillouts en el paraíso libertario que pueden frenar la crisis de confianza. O sea, mucha gente perderá sus ahorros. Y la crisis todavía puede escalar.
Aquí unas palabras sobre las utopías. Las utopías siempre son perfectas en la imaginación. Los revolucionarios siempre tienen la razón desde la oposición. ¿Recuerdan cómo el CEO de Celsius, Alex Mashinsky, hablaba de los bancos? ¿Recuerdan cómo Sam Bankman-Fried hablaba del futuro? Es muy fácil, desde un sillón, criticar al hombre luchando en la arena. Es más dificil hacerlo mejor.
Youtube está repleto de videos sobre la crisis financiera del 2008. En esos videos, Wall Street se suele presentar como un mundo plagado de corrupción, ambición y codicia. En contraste, el mundo cripto se presenta como el futuro dorado de la gente de bien.
“Los bancos no son tus amigos”, se podía leer en una franela muy usada por Alex Mashinsky. Los fans de Sam Bankman-Fried le celebraban que atendía a las conferencias en pantalones cortos y franela. Y eso se celebra, porque esa informalidad contrasta con la vestimenta formal de los banqueros. La forma, al parecer, convence más que la sustancia.
Estos “genios excéntricos” de la onda tecnológica han aprendido a seducir a las masas con sus promesas del futuro dorado. “Nunca es sobre el dinero”. “Siempre es sobre la humanidad”. Ellos son los héroes del hombre común. Sin embargo, todo eso es un teatro. En el fondo, la codicia es la codicia. Dinero es dinero. Y la historia se vuelve a repetir. Los supuestos revolucionarios/mesías son muy nobles desde la oposición. Son muy buenos hablando y prometiendo. Pero no son tan buenos construyendo la utopía que prometen. ¿Multimillonarios diciendo que no es cuestión de dinero? ¿Personajes autoritarios, volátiles y ambiciosos diciendo que son los “salvadores de la humanidad”? Mejor cuéntame una de vaqueros.
La caída de Sam Bankman-Fried, chico maravilla del mundo cripto, nos recuerda la fragilidad del valor. Un rumor. Un cambio de opinión. Un giro en el sentimiento. Una revelación inesperada. Eso puede significar una gigantesca destrucción de riqueza en cuestión de segundos. Aquí no podemos dar nada por seguro.
En una oportunidad, leí un comentario sumamente curioso de un reconocido tuitero. Al tuitero, le parecía sospechoso que el precio de Bitcoin cayera sin causar una subida de la capitalización de las stablecoins. ¿A dónde se fue el dinero?
Lo cierto es que la caída de un activo no necesariamente implica la subida de otro. El precio simplemente puede caer en caída libre únicamente debido a la falta de compradores. Las órdenes de venta se hacen. Y, en la ausencia de compradores, el precio sigue cayendo. Pero no hay otro activo que se beneficie. Es destrucción pura. ¿A dónde se fue el dinero? El dinero desapareció.
¿Qué es lo último en el drama FTX? Lo último es que la incertidumbre sigue. Sam Bankman-Fried tenía sus manos en muchos guisos. Y muchos tenían dinero invertido con él. FTX puede llegar a tener más de un millón de acreedores. La pérdida de uno puede causar pérdidas en otros en un efecto dominó. En otras palabras, estamos caminando sobre hielo. Todavía es muy pronto como para decir que esta crisis terminará con la bancarrota de FTX. Esta crisis no puede verse simplemente como una fiesta de “compra la caída” y nada más. Lo que está ocurriendo no es un juego.
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