¿Qué realmente obtenemos al comprar Bitcoin?
Cuando compramos Bitcoin, lo que realmente estamos obteniendo es un código. ¿Cuál es la utilidad de un código? ¿Para qué nos sirve tenerlo?
En primer lugar, debemos recordar que un código es una abstracción. No cuenta con valor intrínseco por carecer de realidad concreta. Su realidad es simbólico. Se trata de un sistema de reglas que transmiten información. En el fondo, BTC no es más que una serie de letras y números en una base de datos. Lo importante no es el código per se. Lo importante es lo que el código representa. ¿Qué representa Bitcoin? Bitcoin representa valor monetario.
En resumen, estamos hablando de un código creado por un colectivo ciudadano que funciona como un pacto social. Las personas al comprar el código esperan que las otras personas reconozcan el valor monetario de ese código en transacciones de intercambio. En muchos sentidos, Bitcoin es una promesa. Es la promesa de que alguien te dará dinero por ese código. Claro que en este caso la promesa no ha sido hecha por un Gobierno o por una corporación. En este caso, la promesa ha sido hecha implícitamente por un colectivo anónimo. ¿Quién garantiza el precio de Bitcoin? El mercado Bitcoin.
El dólar estadounidense también es una promesa en este sentido. Pero se trata de una promesa hecha por un ente mucho más tangible. Si Bitcoin es fe puesta en el mercado Bitcoin, el dólar es fe puesta en el tío Sam. Claro que debemos recordar que el tío Sam ofrece productos y servicios a la sociedad. Y la sociedad debe pagar por ello, pagando impuestos. Entonces, si el Gobierno hace pagos con “papeles”, pero, al mismo tiempo, acepta esos mismos papeles como forma de pago al momento de cobrar los impuestos, el intercambio no es del todo injusto. De hecho, el papel simplemente funciona como un instrumento que facilita el intercambio. El papel en sí no es el portador de valor. El papel es un objeto que porte el mensaje. El verdadero portador de valor es la promesa estatal. El reconocimiento estatal. Ese papel tiene el poder de saldar tus deudas con el Estado. No es poca cosa.
Ahora, hablemos del mercado Bitcoin. ¿Cuál es el poder de este mercado? En un principio, la comunidad nace de las aspiraciones de un grupo de desarrolladores, libertarios, anarcocapitalistas y conservadores de crear una moneda ciudadana y digital inspirada en el oro. Estas personas estaban dispuestas a dar dinero por ese código. ¿Por qué? Bueno, podríamos decir que todo comenzó como una insurrección monetaria contra el estatismo. La idea inicial era la utilización de esta moneda ciudadana como medio de intercambio alternativo. De esta forma, emanciparse del poder estatal. Mediante la adaptación voluntaria, este “oro digital” se presentó como un sustituto del dinero fiat. O sea, se trata de una tecnología que permite realizar transacciones sin intermediarios.
¿Cuál es el problema con los intermediarios? En el caso de Bitcoin, el intermediario es el protocolo corriendo en la red descentralizada de computadoras. Claro que en este contexto “intermediario” realmente significa la alianza que existe entre el Gobierno y los bancos. Se confía en un protocolo. En la tecnología. Pero no se confía en las instituciones humanas. Es el individualismo contra el colectivismo. La libertad del individuo contra las imposiciones del colectivo.
Ahora bien, el bitcoiner militante lo que obtiene al comprar BTC es un sentido de identidad. Una pertenencia. Es parte de un grupo. Tiene una causa. Gana amigos. Y gana enemigos. Se convierte en un héroe de un movimiento libertario y emancipador. Aquí estamos hablando de un comprador, esencialmente, idiosincrático.
Claro que Bitcoin también es conveniente en otros sentidos. Por ende, hay muchos compradores de conveniencia. Bitcoin es usado por muchos para eliminar fricciones. Por ejemplo, hay muchas personas que utilizan BTC para evadir restricciones en el mercado de divisas, para enviar remesas, para pagar honorarios en la gig economy, etc. En otras palabras, Bitcoin tiene muchos usos prácticos. Se utiliza para hacer lo que en algunos casos es difícil de hacer por otros medios.
La gran mayoría, sin embargo, compra BTC por especulación. O sea, para sacarle provecho a su precio fluctuante. Muchos compran por sus oportunidades financieras. Se compra hoy a un precio para vender mañana a otro mejor. Para muchos, Bitcoin es simplemente un activo especulativo. Digamos que es una especie de coleccionable que se utiliza como una alcancía.
En Twitter, el bitcoiner militante es rey. Su narrativa domina. Y ahí priva mucho la pasión ideológica. Sin embargo, en lo que respecta a la acción del precio, el dominio pertenece a un bitcoiner mucho más pragmático. En este caso, lo que realmente se obtiene al comprar Bitcoin es un activo digital con gran potencial financiero. O, dicho de otro modo, Bitcoin representa la promesa de crecimiento financiero.
Para el inversor, lo más importante son sus aspiraciones financieras. Lo que realmente busca es el crecimiento de su portafolio y lo más relevante es el precio de Bitcoin. Bitcoin, en su sentido más práctico, es una tasa. Se hace dinero al comprar “barata” hoy y vender “caro” mañana. Entonces, el comprador siempre compra con un pronóstico optimista. Todos están contando con que la demanda del futuro será mayor a la demanda de hoy. Es decir, por alguna razón, las personas en el futuro estarán dispuestas a dar mucho más dinero por el mismo código. El inversor compra con esa esperanza.
Un código es tan fuerte como la comunidad que lo utiliza. Ahora bien, el código representa una tasa. Eso significa que para que el precio de Bitcoin aumente es necesario que muchas personas estén dispuestas a pagar por él. ¿Pagar con qué? Las personas necesitan dinero fiat para comprar BTC. Lo que implica que el precio de Bitcoin depende, en gran medida, de la capacidad de compra de sus compradores. Debido a su carácter especulativo, la liquidez y el sentimiento son vitales.
Una compañía al menos tiene activos. Y puede dar dividendos. El inversor en este caso puede calcular el retorno de su inversión estudiando los fundamentales de la compañía. El accionista es el dueño de algo tangible. Y se puede beneficiar de la producción. Bitcoin, por otro lado, es un código. Ese código vale lo que el otro está dispuesto a dar por él. Bitcoin es fe en el otro. Nos guste o no, Bitcoin es la fe de que el otro tendrá fe en Bitcoin.
Aclaración: La información y/u opiniones emitidas en este artículo no representan necesariamente los puntos de vista o la línea editorial de Cointelegraph. La información aquí expuesta no debe ser tomada como consejo financiero o recomendación de inversión. Toda inversión y movimiento comercial implican riesgos y es responsabilidad de cada persona hacer su debida investigación antes de tomar una decisión de inversión.
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