¿Qué nos están diciendo (realmente) las últimas minutas de la Fed?
Después de la reunión y el anuncio, los inversores esperan la publicación de las minutas para entender un poco más del contexto de la decisión. De esta manera, el mercado forma las expectativas de lo que está por venir. Estamos hablando de la Reserva Federal de los Estados Unidos. La Fed. Ellos son los responsables de la política monetaria del dólar. O, dicho de otro modo, ellos establecen las tasas de interés del crédito bancaria. Mediante la subida y bajada de tasas, este banco central inyecta o retira liquidez del sistema económico, teniendo una gran influencia en la demanda. Por ende, el deporte favorito en Wall Street es adivinar las futuras decisiones de la Fed.
La Fed es un cuerpo colegiado. Lo que implica que cada miembro tiene voz y las decisiones se toman en colectivo. Todos conocemos a Jerome Powell, el director. Powell es la cara más visible y el nombre más sonado. De hecho, los anuncios caen en sus manos. Sin embargo, los demás miembros también ofrecen declaraciones por cuenta propia. Y, luego, llegan los días de la reunión. Obviamente, hay una discusión hasta llegar a una decisión. De estas discusiones, sale un registro de lo dicho: Las minutas. Estas minutas son publicadas semanas después del anuncio oficial. Son una especie de película tras bastidores de la reunión.
Los miembros, por supuesto, evitan adelantarse demasiado. Se estudian los datos. Y se discute sobre las decisiones para la próxima reunión. Digamos que la filosofía es vivir un día a la vez. En este caso, sería una reunión a la vez. Sin embargo, es inevitable para el mercado especular sobre las futuras decisiones de la Fed. El mercado normalmente se enfoca en el tono de las minutas. ¿Suave o agresivo? ¿Flexible o duro? ¿”Dovish” o “hawkish”?
En este juego de adivinanzas, el péndulo oscila de un extremo al otro. La corriente optimista cree que la Fed comenzará a bajar las tasas más pronto que tarde. Este giro podría darse de dos maneras: La manera prematura o la manera oportuna.
La manera prematura supone una cobardía y un titubeo por parte de la Fed. O sea, para evitar una recesión, debido a las presiones sociales y políticas, la Fed seguramente cederá y retomará los estímulos, alcanzando o no el objetivo del 2% de inflación interanual. Esta creencia es un problema, porque atenta contra la credibilidad del banco. Lo que hace más difícil su tarea. Si las personas no creen que la Fed mantendrá su político de endurecimiento, esta expectativa genera presiones inflacionarias.
La manera oportuna supone que la inflación bajará más temprano que tarde. Por ende, para evitar un cuadro deflacionario, la Fed no tendrá más opción que suavizar la política monetaria. Esta suposición se basa en que la inflación está bajando. Las oleadas de optimismo que experimentamos de vez en cuando nacen de alguna noticia que alimenta un giro por parte de la Fed.
Ahora, hablemos del otro extremo del péndulo. Esta otra corriente supone que la inflación se salió de control y no será fácil bajarla. No en nuestra situación actual. Debido a las fallas de producción y distribución a nivel mundial, no será sencillo domar a la bestia. Por ende, gracias a los retiros de liquidez, podríamos tener lo peor de los dos mundos al mismo tiempo: La inflación y poca productividad. O, dicho de otro modo, estamos hablando de una crisis de estanflación. De hecho, los más pesimistas están hablando de una década perdida.
Ahora bien, hablemos de la postura intermedia. Digamos que esta es la postura defendida por la Fed. “En general, los participantes observaron que sería necesario mantener una postura de política restrictiva hasta que los datos entrantes proporcionen la confianza de que la inflación estaba en un camino descendente sostenido al 2 por ciento, lo que probablemente llevaría algún tiempo” , decían las minutas.
Esto es 2% sí o sí. Con recesión o sin recesión. Aterrizaje duro o aterrizaje suave. Entonces, podríamos estar hablando de una tasa ligeramente por encima de 5% durante el primer semestre del año. Y, luego, una pausa para ir estudiando los datos en la medida que vayan llegando. ¿Y después? Todo depende de los datos. La Fed podría seguir subiendo. O podría bajar un poco. Pero la probabilidad de retornar de unos estímulos como los del 2020 es sumamente baja.
“En vista del persistente e inaceptablemente alto nivel de inflación, varios participantes comentaron que la experiencia histórica advertía contra la relajación prematura de la política monetaria”, decían las minutas. Aquí se quiere evitar los errores cometidos en los 70s.
Esta frase “relajación prematura” es un golpe duro para las expectativas de los más optimistas. Eso explica, en gran parte, el pesimismo actual. “Varios participantes enfatizaron que sería importante comunicar claramente que una desaceleración en el ritmo de aumento de las tasas no era una indicación de un debilitamiento de la resolución del Comité para lograr su objetivo de estabilidad de precios o un juicio de que la inflación ya estaba en un camino descendente persistente”, decían las minutas.
Aquí hay que leer entre líneas. Muchos sectores del mercado están promoviendo falsas expectativas en torno a un giro prematuro. Y la Fed quiere bajarlos de esa nube. En el fondo, es una batalla de credibilidad. La Fed se frustra de que el mercado no está bailando a su ritmo. El mercado no siempre confía en esta Fed, porque los errores han cometido en el pasado. Entonces, insisto que se trata de una batalla de la credibilidad. ¿Le creemos a la Fed o no?
Cierto que la Fed tiene problemas de pronóstico, comunicación y ejecución. Subestimaron la fragilidad de las cadenas de producción y distribución ani vel global. O sea, se equivocaron con eso de “inflación transitaría”. En efecto, se vieron en la obligación de dar un giro. Y, por varios meses, estuvieron detrás de la curva asumiendo una actitud más reactiva que proactiva.
Ahora bien, en este momento, hay que tomarlos más en serio. ¿Por qué? Bueno, porque ellos no controlan el suministro. Entonces, no es muy difícil que se equivoquen. Y, en efecto, la inflación los sorprendió. Pero ahora no podemos olvidar que ellos sí controlan las decisiones que van a tomar en su próxima reunión. “Todo depende de los datos”, repiten constantemente. ¿Qué pasará? Bueno, supongo que todo dependerá de los datos.
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