¿Qué impide a la Fed celebrar el triunfo sobre la inflación?
La inflación en los Estados Unidos se disparó hasta alcanzar un máximo en el primer semestre del 2022. Eso nos hizo temblar a todos, porque nadie quiere pagar más por lo mismo. Pero luego, la inflación empezó a bajar. Eso nos hizo respirar aliviados, porque nadie quiere que la economía se estanque. Lo que es digno de celebración, ¿verdad?
Pues no tanto. Al parecer, aún estamos muy lejos del objetivo de la Fed, que es mantener la inflación en un nivel moderado y estable (2%). Pero resulta que el tipo de inflación que tenemos ahora es más difícil de controlar que el de antes. Se pronostica que para llegar a ese objetivo del 2% el camino será más largo de lo que muchos creen. Lo que es muy confuso, porque las victorias contra la inflación se están aceptando como victorias a medias. O sea, si vamos tan bien, ¿por qué no estamos celebrando?
La inflación es el aumento general de los precios de los bienes y servicios. Cuando la inflación es alta, el dinero pierde valor y el poder adquisitivo de las personas disminuye. Por eso, el banco central de Estados Unidos (la Fed) tiene como objetivo mantener la inflación en un nivel bajo y estable, alrededor del 2% anual.
Pero este año, la inflación ha seguido subiendo a un ritmo relativamente alto. ¿Qué está pasando? ¿Es motivo de preocupación? ¿Qué va a hacer la Fed al respecto?
Hay varias razones por las que la inflación no ha disminuido al ritmo deseado. Uno es el desajuste entre la oferta y la demanda, que se ha producido por la reapertura de la economía tras las restricciones sanitarias. Hay mucha gente que quiere comprar cosas, pero hay escasez de materias primas, mano de obra y transporte. Esto hace que los precios suban. En otras palabras, el desbalance de oferta y demanda y la falta de recursos mantienen la inflación tras reactivarse la economía.
La Fed cree que la inflación se moderará gradualmente en los próximos meses debido a sus medidas. Sin embargo, aún no está dispuesta a declarar victoria sobre la inflación ni a modificar su política monetaria. La Fed quiere ver más pruebas de que la inflación se encamina con firmeza hacia su meta.
No obstante, algunos economistas y políticos opinan que la Fed se está cometiendo un error. O sea, no todos están de acuerdo con lo que hace la Fed. Algunos dicen que la Fed debe subir aún más los intereses. Así, la gente gastaría menos y los precios bajarían. Otros dicen que la inflación no es tan grave y que la Fed debe bajar los intereses, que es lo mismo que dar más dinero. Así, la gente gastaría más y la economía crecería.
¿Quién tiene razón? ¿La Fed o sus detractores? Es difícil saberlo con certeza. La inflación es un fenómeno complejo y difícil de pronosticar. Lo único seguro es que la Fed tendrá que estar muy pendiente de los datos económicos y de las señales del mercado, y estar lista para actuar con rapidez y flexibilidad si las cosas cambian.
La inflación es ese monstruo que se ha despertado después de una larga siesta y que amenaza con devorarnos el bolsillo. Nos guste o no, todo parece indicar que el crecimiento de los precios va a persistir, aunque el banco central estadounidense intente controlarlo.
Hay tres factores que alimentan al monstruo de la inflación en este momento: En primer lugar, los problemas en las cadenas de suministro, que hacen que escaseen algunos productos y que suban sus costes de transporte y producción. En segundo lugar, el cambio climático, que afecta a la agricultura y a la energía, y que provoca sequías, incendios, inundaciones y otras calamidades que encarecen los alimentos y los combustibles. En tercer lugar, la demanda de los consumidores, que se ha recuperado tras la pandemia y que supera a la oferta en algunos sectores, como el de los vehículos o el de la vivienda.
Estos factores no son temporales, sino estructurales, y van a seguir presionando al alza los precios durante mucho tiempo. Además, la inflación puede retroalimentarse, si los agentes económicos esperan que siga subiendo y ajustan sus salarios, precios y contratos en consecuencia.
La Fed tiene herramientas para combatir la inflación, como subir los tipos de interés o reducir la cantidad de dinero en circulación. Sin embargo, estas medidas tienen un coste económico y social, ya que pueden frenar el crecimiento, el empleo y la inversión. Por eso, la Fed debe actuar con cautela y equilibrio, y no dejarse llevar por el pánico ni por la complacencia.
¿Podrá la Fed domar al monstruo de la inflación sin matar a la gallina de los huevos de oro? La respuesta no es fácil: si no lo hace, nos arriesgamos a revivir los horrores de los años 70 y 80, cuando la inflación se disparó y la economía entró en crisis.
Debemos recordar también que la población en los Estados Unidos está envejeciendo y muchos aprovecharon la pandemia para jubilarse antes de tiempo. Las personas mayores suelen ser más conservadoras con sus inversiones porque quieren evitar el riesgo. Por eso, prefieren la estabilidad y la renta fija. Al mismo tiempo, el freno a la inmigración por motivos políticos ha dificultado encontrar mano de obra. Además, las personas ahora demandan más tiempo libre y mejores condiciones de trabajo. En consecuencia, los costos laborales han aumentado, sobre todo en el sector servicios.
Por otro lado, hay un proceso de desglobalización que, al incentivar la fabricación nacional, eleva los costos de producción. Además, la gente sigue gastando y todavía tiene dinero en el bolsillo gracias a las ayudas recibidas durante la pandemia. Todo esto genera presiones inflacionarias que podrían obligar a la Fed a mantener los costos de crédito altos por más tiempo. Esto afectaría a la economía y a las valoraciones de los activos financieros.
La Fed enfrenta un dilema: ¿cómo controlar la inflación sin dañar el crecimiento? Los factores que la impulsan son el envejecimiento, la escasez de mano de obra, la desglobalización y el consumo. Si sube demasiado los tipos de interés, podría provocar una recesión y una caída de los mercados. ¿Hay una solución?
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