¿Por qué un dólar fuerte no es bueno para Bitcoin?
La utilidad de una moneda fiat yace principalmente en su estabilidad. La moneda de un país no puede ser ni muy fuerte ni muy débil. Lo ideal es el justo medio. En este caso, la escasez del suministro no es lo más importante. Lo importante es que el suministro monetario refleje la cantidad de bienes y servicios disponibles en un momento dado. Es decir, la producción y la moneda deben sincronizarse para poder tener estabilidad de los precios. En el caso de los activos especulativos, ocurre lo contrario. Un activo escaso aumenta de valor con el incremento de la demanda. Pero hasta el activo más escaso puede bajar de precio, si la demanda cae por falta de liquidez. ¿Por qué tantos Bitcoiners promueven un dólar fuerte?
He aquí una gran ironía. La comunidad bitcoin celebra la escasez de Bitcoin y celebra la llegada de nuevos compradores. Pero, por lo general, critica las inyecciones de liquidez. Debemos recordar que esta es una comunidad obsesionada con el precio de Bitcoin. Es el pan nuestro de todos los días leer una nueva predicción del precio. Se dice que Bitcoin alcanzará los $40K muy pronto. Pero, luego, alcanzará sin problemas los $250k. Y, después de eso, seguirá subiendo como la espuma.
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Ahora bien, se podría decir que Bitcoin no tiene precio. Decimos informalmente que tiene precio, pero en realidad el término no es el más adecuado. Bitcoin no posee valor intrínseco. Es una criptomoneda y lo que en realidad tiene es una tasa de intercambio. Y, en este momento, su par más importante es el dólar estadounidense. Una moneda por definición no existe por sí sola. Una moneda siempre existe en relación a otros activos. ¿Tiene sentido un medio de intercambio sin intercambio? Eso sería absurdo.
El intercambio es la vida de una moneda. El dólar, por ejemplo, está estrechamente relacionado con la producción nacional de los Estados Unidos y la tasa de las demás monedas. La Reserva Federal analiza constantemente los datos macroeconómicos para determinar el suministro necesario para determinado momento. Si hay mucha moneda, se dispara la inflación. Si hay muy poca moneda, se dispara la deflación. Si el dólar sube de valor en relación a las demás monedas, sufren las exportaciones. Si el dólar baja de valor en relación a las demás monedas, sube el precio de las importaciones.
La estabilidad del dólar es importante para la economía estadounidense y el comercio mundial. Y esto implica que se debe alejar de los extremos. La deflación y la inflación. La fuerza y la debilidad. El adjetivo “fuerte” es generalmente considerado como positivo. Y uno podría asumir que todos los países desean tener una moneda fuerte. Pero aquí debemos hacer una importante distinción. Podríamos decir que una moneda es fuerte en el caso que sea estable y cuente con un alto nivel de adopción. Una moneda así hace posible un sólido mercado financiero.
Por otro lado, el adjetivo “fuerte” se puede utilizar en otro sentido ligeramente distinto. “Fuerte” en este contexto no significa estabilidad. Lo que significa es falta de liquidez. Lo que genera una caída de la demanda, disminución del gasto y depreciación de los activos. Además, perjudica las exportaciones y encarece las importaciones. Este escenario disminuye los ingresos. En consecuencia, aumenta el desempleo y decrece la economía.
Lo expuesto contradice muchas de las suposiciones que el público tiene sobre la economía y el dinero. Claro que eso no quiere decir que sea falso. Lo que realmente quiere decir es que la persona promedio entiende muy poco de economía.
Los movimientos contraculturales tradicionalmente siempre han promovido el ahorro y desalentando el gasto. El gasto se asocia al consumismo. Es decir, al materialismo y a los excesos. Esa discusión es perfectamente válida. Y todo el mundo está en pleno derecho a escoger su estilo de vida. Sin embargo, en este artículo me voy a limitar a describir el hecho económico. Lo haré como quien describe los procesos de una máquina.
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El gasto tiene un hermano gemelo. Es decir, uno no puede vivir sin el otro. Me refiero a los hermanos, gasto e ingreso. Porque el gasto de un hombre es el ingreso de otro. En otras palabras, la economía requiere transacciones. Y el crecimiento económico necesita que el dinero circule. Esto no quiere decir que todos debemos convertirnos en consumistas. Lo que realmente significa es que, desde el punto de vista financiero, lo más inteligente es convertirse en un inversor.
El inversor es diferente al ahorrador. El ahorrador acumula dólares. El inversor invierte en activos. El ahorrador desalienta el gasto y quiere una moneda fuerte. Pero sin gasto no hay ingresos. Y sin ingresos, no hay empleo. Por ende, la economía no crece. Por otro lado, el inversor quiere crecimiento económico, porque sus inversiones dependen del éxito de la economía. Una moneda estable es lo ideal para el inversor. Las inyecciones de liquidez suben el precio de los activos. Entonces, tenemos empleo, crecimiento e inversiones. Pero con una moneda estable. Para bien o para mal, el mundo, después de la Segunda Guerra mundial, ha escogido el camino del inversor, no el camino del ahorrador.
Claro que todavía hay una minoría descontenta con el camino del inversor que quiere volver al pasado. Históricamente, en la promoción del ahorrador tenemos a grupos de derecha y grupos de izquierda. Pero, en el caso de la comunidad cripto, esta corriente nos llega por la derecha estadounidense. Los libertarios, en particular. Esta es una postura que deriva del liberalismo clásico y se remonta a los tiempos de Thomas Jefferson. Su héroe es el individuo autosuficiente, inspirado por los granjeros Yeoman y los pioneros. Es una visión ultra conversadora que promueve la separación del Estado y la economía. Así como el retorno al patrón oro. La corriente vive aún en un ala muy reducida del Partido Republicano (¿Recuerdan a Ron Paul?) y en el Partido Libertario. Y en materia económica se apoyan mucho en la escuela austriaca y en la de Chicago.
Claro que me temo que este es un movimiento más político que económico. Me refiere a que esas ideas son más populares entre los libertarios que entre los economistas contemporáneos. En el mundo de las inversiones, estas ideas viven aún en muchos escarabajos del oro y en muchos bitcoiners. Wall Street, por ejemplo, se ha suscrito totalmente al camino del inversor. Pero no solo Wall Street. El camino del inversor es el camino de los Gobiernos, del Partido Republicano, del Partido Demócrata, de los bancos, de las organizaciones multilaterales, de las grandes corporaciones y, sobre todo, de la Reserva Federal.
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Ahora bien, un medio de intercambio no puede pretender ser totalmente autónomo. Eso no tendría sentido. Es como tener un billete de dólar y decir que su valor de intercambio es irrelevante. Eso es como comprar un reloj y que no nos importe si da el tiempo o no. O, es como crear un idioma que solo entienda su creador. En fin, existe una estrecha relación entre la cantidad de dólares en circulación y el precio de los activos.
Debo confesar que a mí en lo personal sí me importa el precio de Bitcoin. Yo no me conformo con eso de que un Bitcoin es un Bitcoin. ¿Tendría valor una tonelada de oro o 100 millones de dólares en una isla desierta? Una manzana sí puede ser una manzana, porque la manzana me la puedo comer. Pero en lo que a dinero se refiere sí me importan las tasas de intercambio. Porque con dinero es que solvento mis necesidades, como casa, comida y demás. Un dólar fuerte no aumenta el precio de Bitcoin. El empleo, el crecimiento económico, la producción y la liquidez sí aumentan el precio de Bitcoin. Por eso, escojo el camino del inversor.