¿Por qué los latinoamericanos prefieren los exchanges centralizados frente a los descentralizados?
¿Por qué los latinoamericanos y los estadounidenses son tan diferentes en tantos aspectos? No se trata solo de que ellos hablen inglés y nosotros español, o de que ellos coman hamburguesas y nosotros tortillas. Se trata de algo más profundo, que tiene que ver con nuestros valores, nuestra cultura y nuestra cosmovisión.
Los latinoamericanos tenemos raíces católicas, mientras que los estadounidenses tienen raíces protestantes. Esto puede parecer un detalle menor, pero en realidad influye mucho en cómo vemos el individuo y la sociedad. El estadounidense es más independiente, individualista y autónomo que el latinoamericano, que es más dependiente, colectivista y jerárquico. Y eso se refleja en sus actitudes ante el estatismo, el centralismo y el caudillismo.
Por eso, no me sorprende que las ideas de libertad, responsabilidad y descentralización no calen tanto en nuestra región. No me sorprende en lo absoluto que el latinoamericano promedio confíe más en los exchanges centralizados que en los descentralizados. Si el producto o el servicio es bueno, el usuario está contento. La ideología libertaria no se mete mucho. La experiencia anecdótica me ha demostrado que el latinoamericano, en realidad, no sueña con la construcción de la utopía libertaria. El latinoamericano lo que quiere es ganar dinero.
¿Te gustan las criptomonedas? ¿Te fascina el mundo de las finanzas descentralizadas? ¿Te emociona la idea de intercambiar tus activos digitales sin intermediarios ni comisiones? Si has respondido que sí a estas preguntas, quizás te sorprenda saber que los demás en tu región no son tan entusiastas como tú. Según un informe reciente de la empresa de análisis de blockchain Chainalysis, América Latina tiene una inclinación hacia los exchanges centralizados (CEX) sobre los exchanges descentralizados (DEX) en comparación con el resto del mundo.
¿Qué significa esto? Pues que los latinoamericanos prefieren usar plataformas que controlan sus fondos y sus datos, que les cobran por cada operación y que pueden ser hackeadas o intervenidas por las autoridades. ¿Por qué? Bueno, hay varias razones posibles. Yo diría que es la costumbre. La centralización es costumbre. Y no se ve como un problema. La ineficiencia es un problema. Pero la centralización como tal no se percibe como un problema.
Los CEX, por ejemplo, ofrecen más liquidez, es decir, más facilidad para comprar y vender criptomonedas. Esto puede ser cierto en algunos casos, pero también hay DEX muy populares y con mucho volumen, como Uniswap o PancakeSwap. Además, los DEX permiten acceder a una mayor variedad de tokens y proyectos innovadores que no están disponibles en los CEX. Sin embargo, los CEX se pueden estar percibiendo como la opción más sensata, porque son los más usados por los demás.
Después de todo, los CEX son más fáciles de usar y más seguros que los DEX. Claro que esto no es del todo cierto. Los CEX pueden tener interfaces más amigables y ofrecer servicios de atención al cliente, pero también implican riesgos como la pérdida de acceso a tu cuenta, el robo de tus fondos o el incumplimiento de las normativas locales. Los DEX, por el contrario, te dan el control total de tu dinero y te permiten operar de forma anónima y sin restricciones. Pero dar el salto es intimidante para muchos. ¿Por qué hacerlo si todos mis amigos están usando un CEX?
Ahora bien, los latinoamericanos no están muy familiarizados con los DEX y las DeFi. Tal vez no saben cómo funcionan, qué ventajas tienen o cómo acceder a ellos. Tal vez les falta educación e información sobre estas alternativas. Tal vez les da miedo probar algo nuevo y diferente.
Lo cierto es que América Latina se está quedando atrás en la adopción de las criptomonedas y las finanzas descentralizadas. A pesar de tener la séptima mayor economía cripto del mundo, por detrás de Oriente Medio y Norteamérica (MENA), Asia Oriental y Europa del Este, la región muestra una gran preferencia por los CEX frente a otras actividades de DeFi.
El promedio mundial de preferencias con respecto a las plataformas de criptomonedas es de 48.1% para CEX, 44% para DEX y 5.9% para otras actividades de DeFi. Sin embargo, en Venezuela, la preferencia por los CEX es significativamente mayor, con un 92.5%, mientras que los DEX tienen una preferencia mucho menor, del 5.6%. En Colombia, la preferencia por los CEX es del 74%, mientras que los DEX representan solo el 21.1% de sus preferencias. En Venezuela, por ejemplo, simplemente se pregunta: ¿Tienes Binance?
En Venezuela, las criptomonedas se han convertido en una herramienta vital para sobrevivir a la crisis humanitaria y política que sufre el país. En Argentina, las criptomonedas pueden ayudar a escapar de la inflación y el control cambiario que impone el gobierno. En Brasil, Argentina y México, las criptomonedas pueden facilitar el acceso a servicios financieros a millones de personas no bancarizadas o sub-bancarizadas.
Ahora bien, el latinoamericano es muy práctico. Está acostumbrado a sobrevivir. Y lo que realmente quiere es poner el pan en la mesa. El latinoamericano busca la mejor solución para sus problemas. Y la necesidad se impone ante la ideología. De hecho, me atrevería a decir que el concepto de “descentralización” todavía no ha surgido como una gran necesidad. Cae en una especie de punto ciego. La actitud es que los demás experimenten… Nosotros usamos lo que sabemos que funciona.
¿No será que nos estamos perdiendo de las ventajas de lo descentralizado? ¿No será que estamos siendo conformistas y resignados? ¿No será que estamos dejando pasar oportunidades de innovar, de crear, de transformar? En parte, sí.
Lo descentralizado no es solo una moda o una ideología. Es una forma de empoderarnos, de tomar el control de nuestras vidas, de ser dueños de nuestro destino. Es una forma de liberarnos de las cadenas. Es una forma de construir una sociedad más participativa, más colaborativa, más solidaria. No digo que tengamos que convertirnos en unos fanáticos de la descentralización. Sin embargo, podemos darle el beneficio de la duda.
Por supuesto, no se trata de rechazar lo centralizado de plano. Se trata de evaluar lo que nos conviene, lo que nos beneficia, lo que nos hace crecer. Se trata de abrir nuestra mente, de explorar nuevas posibilidades, de aprender nuevas habilidades. Se trata de ser más curiosos, más creativos, más críticos.
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