¿Por qué la escasez de Bitcoin no es la clave?
Tradicionalmente, la escasez de Bitcoin se ha presentado como el elemento más importante en relación a su precio. O sea, Bitcoin es valioso, porque es escaso. Normalmente, se utiliza el modelo Stock-to-Flow para demostrar la validez de esto. En consecuencia, el halving es reconocido como el evento más relevante para el precio. Y las gráficas parecen demostrarlo. ¿Es la escasez tan importante?
La cantidad de Bitcoin en circulación (existencia) y la entrada de “nuevos Bitcoin” (flujo) determinan el suministro. El halving reduce la entrada de “nuevos Bitcoin” a la mitad recortando dramáticamente el flujo. Lo que implica que la escasez del suministro se intensifica bastante cada 4 años. El fenómeno del halving afecta particularmente la rentabilidad de la minería. Es decir, debido al halving, muchos mineros se ven obligados a frenar las ventas de Bitcoin esperando una mejora en los precios. De lo contrario, estarían perdiendo dinero. Claro que este “acaparamiento” de Bitcoin por parte de los mineros disminuye la oferta en el mercado. De este modo, generan alzas.
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El bitcoiner promedio se aferra a este modelo para explicar los ciclos de Bitcoin. Este es un modelo que considera la escasez como el motor principal del valor. Claro que esta no es una suposición del todo errada. La mayoría de nosotros conocemos muy bien la paradoja del valor dentro de la economía clásica. El famoso dilema del agua y los diamantes. El agua es más útil que los diamantes. Sin embargo, los diamantes son más valiosos. Este dilema se resuelve mediante la teoría del valor marginal que nos dice que la escasez es lo que determina el precio de un bien.
Esta idea es central en el espacio cripto. Y esto podría explicar el “Bitcoin-centrismo” predominante. Me refiero a la noción de que el valor de Bitcoin depende exclusivamente de su escasez. Eso crea la idea de “autosuficiencia”. Por esta razón, la comunidad Bitcoin está convencida de que tener un suministro limitado es como tener la gallina de los huevos de oro. Esta escasez convierte a Bitcoin en un “refugio seguro”. Y uno de los mejores activos de la historia.
Pero, ¿es posible que estemos sobrevalorando el poder de la escasez como impulsor de valor? ¿Qué pasaría si el modelo Stock-to-flow es un modelo defectuoso? ¿Qué pasaría si la escasez no es el factor primario? Supongamos que tenemos la única casa en un desierto. Pero también tenemos una pequeña propiedad en la mejor zona de Londres. ¿Qué propiedad sería más valiosa? Otro ejemplo. ¿Cuándo valen las obras originales de un artista desconocido? En otras palabras, ¿qué ocurría si el factor más importante es la demanda y no la escasez?
Si la demanda es el factor más importante para el precio de Bitcoin, esto implica un cambio de paradigma. En este escenario, la liquidez del dólar ocuparía un rol central. Bitcoin sería un activo nuevo, portable, accesible y versátil, que requiere nuevos compradores para aumentar de precio. En este caso, el comprador confía que en el futuro la demanda aumentará. En tiempos de optimismo, la demanda hace aumentar el precio. Y, en tiempos de dudas, la falta de demanda hace bajar el precio. Eso podría explicar la volatilidad de Bitcoin. En otras palabras, la demanda primero y la escasez después.
Una de las cosas más absurdas que escuchamos con respecto a Bitcoin es la frase “un Bitcoin es un Bitcoin”. Es decir, no importa lo que pase, el tenedor de un Bitcoin siempre terminará teniendo un Bitcoin. Esto normalmente se dice para explicar que las fluctuaciones del precio no son importantes. O sea, Bitcoin disfruta de cierta autonomía en relación al dólar. Decir que una manzana es una manzana no es una afirmación absurda, porque las manzanas poseen valor intrínseco. Podemos comer una manzana. Bitcoin, por otro lado, es una criptomoneda. Lo que implica que es un medio de intercambio (sin valor intrínseco). En otras palabras, posee una tasa de intercambio y eso define su valor. Obvio que la tasa de intercambio es de vital importancia para un medio de intercambio.
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El dinero, por ser una abstracción, carece de utilidad práctica. O sea, no solventa ninguna necesidad básica. Su única utilidad es ser un medio de intercambio. Sería absurdo afirmar que un dólar es un dólar, sin tomar en cuenta los bienes que se puede adquirir con ese dólar. Imaginemos por un momento que naufragamos en una isla desierta. Y decimos tontamente: “un bitcoin es un bitcoin”. El valor del dólar se ve afectado por la producción, por ejemplo. El exceso de producción debilita el dólar y la poca producción fortalece al dólar. En este caso, no tendría sentido decir “un dólar es un dólar”. El dólar es, en el fondo, su tasa de intercambio. Y esta tasa se ve afectada constantemente por factores externos.
En el caso de una granja, la cosa cambia. En teoría, una granja puede solventar la mayoría de nuestras necesidades. En este caso, sí podríamos afirmar autosuficiencia. En la granja, podemos crear riqueza. Es decir, nuestro trabajo de la tierra genera utilidad. El dinero es diferente. No hay creación de riqueza, sino transferencia de la riqueza. Y estas son dos cosas muy diferentes. Esto implica que activos especulativos como el oro y Bitcoin dependen muchísimo de la liquidez monetaria. Una granja es una granja. Pero no se puede decir lo mismo con un medio de intercambio, que carece de valor intrínseco.
¿Cuál es el par más importante en el mercado Bitcoin? Sin lugar a dudas, el par Bitcoin-dólar. Como podremos ver, un par se compone de dos elementos. Y la relación es sumamente estrecha. Si el sistema carece de dólares, es muy difícil que el precio de Bitcoin aumente. En otras palabras, sin demanda no hay valor. El tema de la escasez pasa a un segundo plano.
El modelo Stock-to-flow es defectuoso, porque asume que el suministro es el factor más importante en relación al precio de Bitcoin. De hecho, más que defectuoso deberíamos decir que el modelo Stock-to-flow está incompleto, porque ignora por completo la importancia de la demanda.
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Este malentendido nos explica por qué muchos piensan erróneamente que en momentos de pánico los inversores acudirán a Bitcoin como “refugio seguro”. Eso sucede porque se le atribuye una importancia exagerada al valor de la escasez. Es decir, es falso que los inversores buscan escasez durante las crisis. Los inversores, durante una crisis, normalmente buscan estabilidad. En estos casos, lo que realmente se busca es evitar el riesgo. Y por riesgo por lo general nos referimos a la volatilidad. Durante una crisis, el inversor promedio tiende a escoger el dólar y los bonos del Tesoro. Eso demuestra que el modelo basado en la escasez, tan popular en la comunidad bitcoin, tiene muchas fallas.
¿Pero cómo explicamos el comportamiento del precio de Bitcoin durante los últimos tres halvings? Si nos enfocamos en la demanda, nos daríamos cuenta que los mejores años de Bitcoin coinciden con los años de mayor liquidez. Podemos revisar el Producto Interno Bruto (EEUU y mundial) y el desempeño del S&P 500 durante el 2013 y el 2017. Y luego, podemos contrastar esos números con los números del 2014 y el 2018. ¿Qué pasaría si la clave es en realidad la demanda y no la escasez?