Por qué el dominio de Bitcoin podría seguir cayendo en el futuro.
Crear una moneda ciudadana de adopción voluntaria con aspiraciones de convertirse en moneda única no es fácil ni sencillo. De hecho, uno podría llegar a pensar que es bastante improbable. Se trata de un proyecto sumamente ambicioso que requiere de mucha confianza, cooperación y coordinación entre las personas que la usan. Además, se enfrenta a la competencia y la resistencia de las monedas oficiales que tienen el respaldo de los gobiernos y los bancos centrales. Y eso sin mencionar a otras monedas ciudadanas con aspiraciones similares que fragmentan y dividen comunidades y recursos.
Sería posible con el apoyo de un gobierno que usa la fuerza para crear un monopolio por imposición. Pero si lo que se quiere es que toda la humanidad adopte una misma solución por aclamación y no por coacción, se necesita una visión compartida, una educación financiera y una conciencia social que motive a las personas a cambiar sus hábitos y preferencias monetarias. Esta situación podría tener un efecto particular en el militante. En ausencia de gobierno, el militante podría sentirse en la obligación de recurrir a la propaganda. Con el resultado indeseable o deseable de que el fanatismo se genere empujado por la exigencia de lograr por una conversión masiva vía evangelización.
El maximalismo de Bitcoin es un movimiento más político que económico. Es principalmente de identidad. Hay personas que no toleran mucho la ambigüedad y prefieren un mundo monocromático. Es decir, es blanco o negro. Pero grises jamás. Y mucho menos los colores.
Estas personas creen que solo hay una forma correcta de hacer las cosas y que cualquier otra opción es una traición o una herejía. No admiten matices ni diversidad. Solo quieren imponer su visión y su verdad a los demás. ¿Cómo lo hacen? ¿Dónde se libra esta batalla? A través de Twitter, Tiktok, Youtube, Reddit…
El maximalismo se puede aplicar a cualquier ámbito: religión, arte, deporte, política, etc. Pero también tenemos una manifestación en el mundo de las criptomonedas. Impide el diálogo, la cooperación y la innovación. Frena el desarrollo y el bienestar de las personas. Y genera conflictos. El maximalismo es una actitud cerrada, dogmática e intolerante. No es una buena forma de entender el mundo ni de relacionarse con los demás. Es una fábrica de necios y ogros.
El maximalismo es mucho más comprensible si estudiamos nuestra historia. Debemos comprender todas las influencias que participaron en la creación del grupo cypherpunk. Hay que ubicarse en California. Hay que sopesar la manera como libertarios, conservadores, anarco-capitalistas, y defensores del patrón oro afrontaron la revolución digital. Y luego… llegan las redes sociales. Ahora todos estos grupos pueden congregarse en un mismo espacio. Entonces, nació la comunidad bitcoin.
Muchos ven en Bitcoin la solución a todos sus problemas y la esperanza de un mundo mejor. En el proceso, no siempre aceptan otra alternativa ni otro punto de vista. Se vuelven fanáticos y dogmáticos. Se creen los elegidos y los iluminados. Y se dedican a atacar y descalificar a los que no piensan como ellos. ¿Los enemigos externos? El Gobierno, la banca privada, los bancos centrales, y el dinero fiat. ¿Los enemigos internos? Las altcoins (shitcoins).
En muchos sentidos, el maximalismo se justifica. La unidad monolítica es sumamente importante para establecer la utopía. Supongamos que hemos creado una nueva religión y queremos que sea la religión de todos en el futuro por considerarla superior. A los pocos años, surge alguien que crea otra versión de la misma religión, pero con algunas modificaciones. Esa fragmentación pone en peligro la unidad. Por lo tanto, pone en peligro el éxito de la utopía. Esto es lo que piensan los maximalistas.
Para un maxis, Ethereum es para Bitcoin lo que el luteranismo es para el catolicismo. Se parece. Se apoyó en tecnología similar. Pero hay algo que obviamente se malinterpretó. Son dos cosas fundamentalmente distintas en espíritu.
Bitcoin es la religión original, la única verdadera y pura. Ethereum es una herejía, una desviación y una corrupción. Bitcoin es simple, austero y conservador. Ethereum es complejo, flexible y progresista. Bitcoin es monolítico, inmutable y sagrado. Ethereum es diverso, adaptable y profano.
Para entender el futuro de las criptomonedas no hay que seguir solo a los maxis. Debemos pensar en la gente normal. La gente normal no es tan ideológica. No le importan mucho los debates. No sabe de teorías políticas ni económicas. La gente normal solo quiere vivir bien. Pagar sus cuentas. Escuchar música. Y ver series y videos divertidos. Ha oído de Bitcoin. Pero no le convence la historia libertaria. Solo le gusta un poco el rollo antisistema. Lo que de verdad le llama son las riquezas. Lo que busca es el dinero fácil. Se deja picar por la especulación. Y lo ve todo con codicia.
Pero ¿qué ocurre cuando surgen otras criptomonedas que prometen más rentabilidad que Bitcoin? ¿Escuchan a los maximalistas y comienzan a luchar por la unidad de la revolución? No, toman la oportunidad financiera sin chistar mucho. ¿Ideología o dinero? Bueno, por lo general gana el dinero. Por esta razón, el dominio de Bitcoin hace 10 años era prácticamente total y ahora es muchísimo menor. Porque cuando Bitcoin sube mucho, las personas venden y, en muchos casos, estas ganancias las toman para colocar ese dinero en otras criptomonedas que prometen más rentabilidad.
Y ¿qué dicen los maxis? Se quejan en Twitter, pero no pueden hacer mucho más que eso. Porque el mercado hace lo que el mercado hace. Y, en este caso, ha escogido la pluralidad sobre el totalitarismo maxi.
En mi opinión, el maximalismo está destinado a ser un movimiento minoritario. Es muy improbable su triunfo. Del mismo modo que el pensamiento único es improbable en una sociedad abierta y democrática. La sociedad se inclina hacia la fragmentación.
Las personas tienen gustos, intereses y necesidades diferentes. No se conforman con una sola opción ni con una sola verdad. Buscan variedad, diversidad y pluralidad. Experimentan, innovan y crean. No se dejan imponer ni manipular. Piensan por sí mismas y eligen libremente.
El maximalismo es una forma de negar la realidad. Es una forma de aferrarse a una ilusión. Es una forma de perderse las oportunidades que ofrece el mundo.
Aclaración: La información y/u opiniones emitidas en este artículo no representan necesariamente los puntos de vista o la línea editorial de Cointelegraph. La información aquí expuesta no debe ser tomada como consejo financiero o recomendación de inversión. Toda inversión y movimiento comercial implican riesgos y es responsabilidad de cada persona hacer su debida investigación antes de tomar una decisión de inversión.
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