OpenAI enfrenta una investigación: ¿Es ChatGPT una amenaza?
La Comisión Federal de Comercio de EE.UU. (FTC, por sus siglas en inglés) ha abierto una investigación sobre OpenAI, la empresa que creó ChatGPT, el chatbot más popular del mundo.
Al parecer, la FTC le ha enviado una carta de 20 páginas a OpenAI pidiéndole información detallada sobre su tecnología de inteligencia artificial (IA), sus productos, sus clientes, sus medidas de privacidad y seguridad y sus prácticas de recopilación de datos. La agencia quiere saber si OpenAI ha violado las leyes de protección al consumidor al usar datos públicos sin permiso y al publicar información falsa a través de su chatbot.
ChatGPT es un sistema de IA que puede generar textos coherentes y convincentes sobre cualquier tema, basándose en lo que le digas o preguntes. Sin lugar a dudas, es una herramienta sumamente potente. Pero también puede ser muy peligroso, porque puede difundir desinformación, propaganda o contenido ofensivo sin que te des cuenta. Además, puede violar los derechos de autor de otras personas al copiar sus obras sin citarlas.
No es la primera vez que OpenAI se enfrenta a problemas legales por su chatbot. La comediante Sarah Silverman y otros dos autores han demandado tanto a OpenAI como a Meta, la empresa matriz de Facebook, por infringir sus derechos de autor. Según ellos, las empresas han entrenado sus sistemas de IA usando conjuntos de datos que contenían copias ilegales de sus obras.
OpenAI se define como una empresa sin fines de lucro que busca crear una IA beneficiosa para la humanidad. Sin embargo, parece que no todo el mundo está de acuerdo con su visión. La FTC ha decidido ponerle el ojo encima y ver si realmente cumple con su misión o si solo busca hacer dinero a costa de los usuarios.
Estas herramientas se basan en la información que hay disponible en Internet. Y en Internet hay de todo: desde noticias veraces hasta bulos, desde obras de arte hasta memes, desde datos científicos hasta opiniones personales. ¿Y toda esa información es pública y accesible? Bueno, depende. Algunas fuentes son de libre acceso y otras requieren permisos o suscripciones. Algunas son fiables y otras no tanto. Algunas son útiles y otras solo sirven para distraerte o hacerte reír. La gran regla de Internet: No te creas todo lo que lees.
¿Has escuchado de Don Quijote y Sancho Panza? Aparte de ser los protagonistas de una de las obras más famosas de la literatura universal, estos dos personajes nos enseñan una lección muy importante: no hay que creerse todo lo que se lee. Y es que la lectura, por muy entretenida y enriquecedora que sea, no es una fuente infalible de verdad. Lo que leemos está filtrado por la imaginación, la intención y el estilo del autor, que no siempre coincide con la realidad. Por eso, hay que leer con espíritu crítico y no dejarse engañar por las apariencias. No vaya a ser que nos pase como a Don Quijote, que confundía molinos con gigantes, ovejas con ejércitos y mesones con castillos. O como a Sancho Panza, que seguía ciegamente las locuras de su amo, esperando recibir una isla como premio.
Vivimos en la era de la información, pero también de la desinformación. Antes, para acceder al conocimiento, había que escalar una montaña de dificultades y desafíos, guiándose por los expertos y las autoridades. Era un camino difícil, pero claro. Ahora, el conocimiento es como un océano, vasto y profundo, pero también turbio y confuso. Podemos encontrar cualquier dato en segundos, pero no sabemos si es verdadero o falso, relevante o trivial, útil o perjudicial. Así, nos convertimos en unos Quijotes modernos, que leen mucho, pero entienden poco. Que se dejan llevar por explicaciones superficiales, incompletas y sesgadas, sin cuestionar ni contrastar. Que confunden la realidad con la fantasía, y se meten en problemas por ello. Por eso, hay que aprender a navegar en este océano de información, con criterio y sentido común. No basta con leer, hay que comprender.
¿Sabes cuál es una de las grandes enfermedades de nuestro tiempo? La ignorancia confiada. Imagina que alguien entra en YouTube y se encuentra con un video que dice que la Tierra es plana. El video parece muy convincente: tiene argumentos, pruebas, preguntas y respuestas. Y todo está explicado de forma simple y coherente. Parece que tiene sentido, ¿verdad? Pues no. Lo que pasa es que el video está lleno de mentiras, falacias y manipulaciones. Y el que lo hizo no tiene ni idea de lo que habla. Pero el que lo ve se queda tan impresionado que se cree que ha descubierto la verdad. Y se siente superior a los expertos y al resto del mundo. Y se pone a ver más videos similares, que le confirman su creencia. Y así se convierte en un ignorante confiado. Eso, amigos, es muy dañino y peligroso.
¿Has visto lo que ocurre en el mundo cripto? Es una locura. En este ámbito, hay mucha gente que se cree experta en economía y teoría monetaria solo porque tiene unos cuantos activos digitales. Si un premio Nobel de economía les dice que están equivocados, lo ignoran o lo acusan de ser parte de una conspiración. ¿El gobierno? No tiene ni idea. ¿La prensa? Tampoco. ¿Los economistas? Menos aún. Ver documentales en YouTube y seguir a tuiteros no te hacen un experto. Y repetir como papagayos dogmas anticuados de siglos pasados como si fueran la gran verdad mucho menos. Incluso, se ponen luces en los ojos para decirle al mundo que conocen la verdad. Eso, amigos, es la ignorancia confiada.
Hoy en día, cualquiera puede crear contenido en Internet. No importa si es verdad o mentira, si tiene sentido o no, si es útil o dañino. Lo que importa es que tenga muchos seguidores que le crean todo lo que dice. Y así se crea una realidad paralela, llena de falsedades y engaños. Y lo peor es que esa realidad paralela es la que alimenta a las herramientas de inteligencia artificial, que repiten lo mismo que ven y oyen. Es como un círculo vicioso de mentiras. Y nadie se cuestiona nada. Solo se cree lo que le conviene y rechaza lo que le molesta. Eso, amigos, es como darle una hojilla a un mono. De la misma manera, los libros de caballería volvieron loco a Don Quijote.
¿Por qué ese fenómeno es una amenaza para la sociedad? Porque crea fanatismo, sectarismo y división. Fomenta la irracionalidad. Todos se aferran a su propia fantasía. Y la sociedad se convierte en una guerra de ideologías, de tribus contra tribus. Con la ayuda de las redes sociales y la inteligencia artificial, el mundo podría caer más hondo en el infierno de la ignorancia confiada.
Aclaración: La información y/u opiniones emitidas en este artículo no representan necesariamente los puntos de vista o la línea editorial de Cointelegraph. La información aquí expuesta no debe ser tomada como consejo financiero o recomendación de inversión. Toda inversión y movimiento comercial implican riesgos y es responsabilidad de cada persona hacer su debida investigación antes de tomar una decisión de inversión.
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