Nouriel Roubini predice el fin de la hegemonía del dólar. ¿Tendrá razón?
El economista Nouriel Roubini no tiene muchos amigos en el espacio cripto debido a su oposición a las criptomonedas. Sin embargo, sí logra conseguir más simpatizantes cuando ataca a otros bandos. En este caso, para algunos, el enemigo de mi enemigo es mi amigo. Porque, en el mundo de las ideologías y los debates de las redes sociales, las guerras son sin cuarteles. El fin del dólar, por mucho tiempo, ha sido uno de los sueños más anhelados de la oposición de ambos extremos políticos (derecha, izquierda). Entonces, ahora sí se puede escuchar a Roubini. Se equivoca cuando habla de “nosotros”, pero, de pronto, puede estar en lo cierto cuando habla de otros. ¿Tendrá razón en realidad esta vez Roubini con respecto al dólar?
El dólar no es, obviamente, el papel “sin valor” que tantas críticas recibe. El dólar es lo que ese papel representa. O sea, es el poder que respalda ese papel. El dólar es un documento avalado por el Tío Sam. Estamos hablando del poder cultural, económico, financiero, militar y político de los Estados Unidos de América. Es decir, se trata de una maquinaria muy poderosa con muchos tentáculos.
Ahora bien, supongamos que un grupo de personas quieren emanciparse del Tío Sam creando su propia moneda ciudadana. La incitativa en sí no es muy complicada de lograr. Después de todo, el dinero es una forma de comunicación. Y cualquiera puede crear su propio “idioma”. Se puede tomar cualquier objeto (digital o físico) que represente un acuerdo entre las distintas partes para facilitar el intercambio de recursos y servicios. Una familia o unos amigos, por ejemplo, pueden comenzar a utilizar fichas para llevar un registro de los favores concedidos. Yo le hago un favor a un amigo. Y él me puede dar un papel con su firma que representa la promesa de devolver el favor en el futuro. ¡PAM! Hemos inventado un tipo de dinero (ciudadano).
Si ese grupo se muda a una isla para vivir de manera autárquica en una especie de paraíso anarco-capitalista, el proyecto podría tener chance de éxito. La tecnología del dinero en sí, de hecho, no sería tan importante como el aparato social y político que se construye sobre esa tecnología.
¿Cuál es el problema de crear una moneda ciudadano dentro del sistema moderno de Estado nación? El problema es que en este sistema el Estado tiene el monopolio del uso legítimo de la violencia. El problema es que la economía para prosperar requiere de orden, justicia y estabilidad. Los negocios requieren seguridad, tribunales, infraestructura, leyes claras y autoridad. Se requiere paz en los mares, en la tierra y en el aire. ¿Cómo se resolverán las dispuestas? ¿Quién garantiza la seguridad para que pueda prosperar el comercio? ¿Satoshi?
Pensamos en un pequeño negocio. Digamos que se trata de una tienda de comestibles. Esa tienda tendrá proveedores, acreedores, deudores, aseguradoras, financistas, clientes, empleados y demás. Además, esa tienda debe cumplir con las leyes del lugar. Y esa tienda debe pagar impuestos. Nos guste o no, la tienda debe cumplir con los requisitos que le imponen. ¿Quiere financiamiento? ¿No quiere problemas con las autoridades? ¿Quiere vender sus productos? ¿Quiere la protección de un seguro?
Supongamos que el dueño de esta tienda hipnótica solicita una reunión con una financista potencial. Según los libros de la tienda, el 90% de las obligaciones de la tienda están en dólares y el 70% de los ingresos están en dólares. Dentro de ese 90%, se encuentran los impuestos, los seguros y las deudas. O sea, asuntos muy delicados cuyo incumplimiento nos puede meter en problemas. Podemos realizar muchos pagos en cripto. De hecho, podemos invertir parte de las reservas en cripto. Sin embargo, tarde o temprano, hay que reconocer que se trata de una adopción a nivel bastante superficial. Estamos jugando a la insurrección monetaria. Pero, en el fondo, no hay ninguna insurrección. O, dicho de otro modo, no podemos escapar de los tentáculos del Tío Sam. No podemos escapar de su poderoso mercado financiero. No podemos escapar del poder económico de su mercado. Y no podemos escapar del poderoso monopolio de la violencia de su Estado nación.
Para nadie es un secreto que la industria cripto necesita una entrada constante de dólares para sobrevivir y prosperar. El dólar domina este mercado. Con el dólar, se compra un código. Y ese código se cotiza en dólares. Luego, se vende este código para obtener ganancias en dólares.
¿Podría una asegurada asegurar el cargamento de un banco sin el respaldo del mercado financiero estadounidense, sin la protección de la marina, y sin los tribunales? Lo más sensato es utilizar la moneda del financista. Porque nuestras deudas son nuestra responsabilidad más grande. ¿Hay financista más importante en este planeta que la Reserva Federal de los Estados Unidos?
En este caso, el rival más importante es China. Por ende, el fin de la hegemonía del dólar está directamente relacionado al surgimiento del poder financiero chino. En este momento, China, como acreedor, está en todas partes. En Latinoamérica, en los Estados Unidos, en Europa, en Asia…
¿Puede una moneda ciudadana romper con la hegemonía del dólar? ¿Son los libertarios y anarco-capitalistas los suficientes para lograr su utopía con simple adopción voluntaria? ¿Es posible hacer negocios sin el Estado nación? ¿Puede un algoritmo sustituir las instituciones?
El mundo ha cambiado mucho durante las últimas décadas. Obviamente, ahora tenemos un mundo más multipolar. Por ende, la hegemonía del dólar no es tan fuerte como antes. El dólar todavía domina. Sin embargo, ya no luce tan invencible.
Ahora bien, la tendencia parece ser la fragmentación. La sociedad ahora (en gran parte gracias a las redes sociales) se divide en pequeñas tribus. Entonces, la proliferación de las distintas formas de pago podría ser un indicativo del futuro más probable. Con el dinero, está pasando lo mismo que está pasando con la información y el contenido. La fragmentación nos lleva a la pluralidad. Muchos emisores están creando para otros emisores. Así entran las criptomonedas en todo esto. Entran como una forma más dentro de las muchas formas de pago disponibles. Pero, detrás de todo, el Estado nación con sus tentáculos.
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