Los Picapiedra vs Bitcoin: ¿Cuál es el mejor sistema?
El conocido economista Nouriel Roubini, alas Doctor Catástrofe, ha vuelto con sus críticas contra Bitcoin: “Hasta los Picapiedra tenían un sistema monetario más sofisticado”. En la famosa serie de dibujos animados, se utilizaban los piedrolares. Mientras que Roubini acusa a Bitcoin de ser un retorno al trueque. Roubini dice que Bitcoin es una burbuja y rechaza llamarlo moneda. El boom Bitcoin se debe a unos “imbéciles manipulados por un ejército de insiders egoístas y vendedores de aceite de serpiente”. ¿Es esto cierto?
Pese a no compartir su tono iracundo y pesimista, en lo personal, temo que estoy de acuerdo con mucho de lo que dice el Doctor Catástrofe. No con todo, pero sí con algunas cosas. Bitcoin no cuenta con todos los requisitos de una moneda. No es una reserva de valor estable, no sirve como unidad de cuenta, y es un medio de intercambio bastante limitado. Pero, en mi opinión, esto no es un mal de morir. De hecho, yo no compro Bitcoin porque sea una moneda. O sea, no lo compro para hacer pagos. Yo lo compro como inversión. Para mí, Bitcoin es un activo especulativo. Algo así como un coleccionable. Compro, esperando una subida en el precio. Lo compro para mejorar el rendimiento de mi portafolio de inversiones. Entonces, todo ese debate de si es una moneda o no me parece algo ridículo. De hecho, no me importa mucho.
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Roubini es académico y las clasificaciones son muy importantes para los académicos. Pero es posible que Bitcoin sea un ave rara, porque no satisface las clasificaciones convencionales. Claro que los compradores de Bitcoin no son académicos escribiendo sobre taxonomía. Son inversores interesados principalmente en el precio. El tema de los nombres es lo de menos. ¿Qué tipo de animal es el ornitorrinco? ¿Por qué el homo sapiens tiene tan poco pelo? ¿Por qué el oso panda es vegetariano? Las clasificaciones no siempre son fáciles.
El dólar es dinero fiduciario. No tiene valor de uso. Pero sí tiene valor de intercambio. Su valor yace principalmente en la confianza por el Gobierno de los Estados Unidos y la fuerza legal de ese Gobierno. El oro es una mercancía con valor de uso. Se usa en la industria y en la joyería. Ya no se usa como dinero, pero sí es utilizado por muchos (incluyendo Gobiernos) como un activo especulativo. Muchos coleccionables no tienen valor de uso y no se usan como medio de intercambio, pero sí tienen un valor monetario. Un Picasso, por ejemplo, no cuenta como los requisitos básicos de una moneda, pero eso no quiere decir que no tenga un valor como inversión. De hecho, el mercado del arte disfruta de cierta importancia entre los inversores.
Bitcoin no es dinero fiat, una mercancía ni una obra de arte. Bitcoin es un activo especulativo de gestión ciudadana. O, para utilizar palabras más neutrales: Bitcoin es una reserva de valor aspiracional (volátil) de creación privada. He ahí su naturaleza rara. Es fiduciario, porque su valor yace de la fe. Pero no es fiat, porque no es una iniciativa gubernamental, sino ciudadana. No es una mercancía, porque no tiene valor de uso. Tampoco es una obra de arte, porque no tiene valor estético. Sin embargo, sí tiene valor monetario, porque tiene un precio. O sea, una tasa de intercambio. No es estable y su aceptación es limitada. Pero tiene un mercado. Al igual que el ornitorrinco, desafía las calificaciones convencionales, sin embargo, existe. Por ende, hay que crear una clasificación especial para él.
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Nouriel Roubini tiene razón, pero, al mismo tiempo, no tiene razón. Bitcoin sí es un ave rara que no encaja en las clasificaciones convencionales. Pero eso no implica que sea una obra del diablo. Significa que hay que crear una clasificación especial. Del mismo modo que ocurre en la zoología cuando encontramos un animal que desafía la norma general. No podemos negar que Bitcoin es especial. Técnicamente hablando, es diferente a muchos otros activos. Pero su carácter atípico no implica desperfecto. Implica innovación.
En mi opinión, decir que Bitcoin es una moneda como las demás sería un error. Obvio que no es una moneda como las demás. Es muy diferente en muchísimos aspectos. En este sentido, Roubini tiene razón. Sin embargo, eso no quiere decir que Bitcoin sea un fraude. Ahí Roubini se equivoca. De hecho, muchos aún están hablando de que el dinero fiat es un fraude, porque no todos aceptan las formas más abstractas de dinero. La verdad es que Bitcoin existe. Hay un mercado. Y el contrato social es respetado por muchísimas personas. O sea, Bitcoin funciona.
Ahora bien, hablamos un poco del retorno al trueque. Aquí Roubini vuelve a tener razón. La pluralidad de formas de pago en cierto sentido es un retorno al trueque. También podríamos decir que el emoji es un retorno al lenguaje icónico. Y el énfasis en lo audiovisual es un retorno al lenguaje oral. Las redes sociales son un retorno al ágora de los griegos o a los paseos por el parque del siglo XIX. En muchos sentidos, el posmodernismo es un retorno al mundo fragmentado de la prehistoria.
Ya no hay un centro total. Es decir, ya no hay modernismo. Todo es individual y subjetivo. Todo es personalizado. Los algoritmos se han encargado de personalizar nuestro mundo según nuestros gustos individuales. Hoy hay tantos mundos como individuos. En el pasado, todos veíamos los mismos programas de televisión, los mismos periódicos y a los mismos libros. Ya no hay un mundo total y único. Ahora todos habitamos en nuestras pequeñas tribus.
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Lo mismo está ocurriendo con el dinero. No hay una forma de pago única. La gente quiere opciones. Se trata del mundo plural. Bitcoin es una opción más dentro de ese mundo plural que está emergiendo. Es un mundo caótico, diverso, y fragmentado. En cierto sentido, es un mundo bastante primitivo debido a su tribalismo. Ciertamente, los Picapiedra tenían un mundo mucho más moderno. Pero, nos guste o no, ese es el futuro plural que nos aguarda.
Resulta evidente que esa fragmentación del mundo es lo que Nouriel Roubini ve como algo perjudicial. Lo que llama “retorno al trueque” es esa pluralidad de formas de pago que ha venido emergiendo en este mundo posmoderno. La fragmentación ha traído muchas cosas buenas, pero también muchos problemas. Internet ha sido una bendición y un problema. La anarquía monetaria ciertamente es un meollo que desestabilizará aún más a la economía. Roubini acierta cuando advierte que un sistema así traerá muchos problemas. Sin embargo, es inevitable. No podemos parar al mundo. La evolución es indetenible. La innovación nos trae nuevas soluciones y nuevos problemas. Así es la vida.