Los bancos: ¿Solo un lugar para guardar dinero?

“No tus llaves, no tu dinero”. Esta popular frase tan repetida en el mundo cripto nos sugiere varias cosas. Por una parte, sugiere que la “propiedad” es sinónimo de “autocustodia”. Por otro lado, también sugiere que el crédito no vale nada. Ambas proposiciones están, por supuesto, equivocadas. Sin embargo, no suenan falsas para las personas que creen en esos equívocos y repiten la frase con gran convicción en las redes sociales.

¿Qué están insinuando las personas que anuncian esa frase? Ellos insinúan que la autocustodia es la única opción legítima. O sea, ¿no podemos confiar nuestro dinero a terceros? ¿Por qué no? ¿Acaso estoy en la obligación de ser mi propio banco? Al parecer, todo el que confía su dinero a un tercero es una especie de idiota. Después de todo, “no tus llaves, no tu dinero”.

¿Y el crédito? Yo podría dejarle mi dinero a alguien. ¿Por qué no? De hecho, eso es lo que hace el capitalismo. El capitalista le entrega su capital a otro. El primero recibe ganancias extra por dar su capital y el segundo trabaja con ese capital ajeno. El préstamo es un activo para el que presta y un pasivo para el que debe.

Supongamos que alguien vive alquilado en un apartamento. La propiedad no es suya. Sin embargo, paga un alquiler todos los meses por el derecho de uso. Tiene la custodia. Tiene las llaves. Pero no tiene la propiedad. ¡Bienvenido al capitalismo! Así funciona. La propiedad no es (necesariamente) autocustodia. Tener las llaves no te hace el dueño.

El dinero no es una “cosa” que guardar. El dinero es una tecnología social. El dinero es una cuestión de confianza. ¿Confianza? Sí, confianza en la persona que nos paga; confianza en la persona que emite el dinero que usamos o la institución que respalda sus cheques o transferencias. El dinero no es metal. No es código. Es un registro de deuda. Y no importa mucho dónde esté registrado: en plata, en arcilla, en papel, en una red descentralizada de computadoras.

La relación central que define el dinero es entre el prestamista y el prestatario. La clave está en la credibilidad de la promesa de pago del prestatario. (No es casualidad que la raíz de ‘crédito’ sea credo, la palabra latina para ‘yo creo’).

El crédito y la deuda son algunos de los pilares del desarrollo económico, tan vitales para crear la riqueza de las naciones como la minería, la manufactura o la telefonía móvil. La pobreza, por el contrario, muchas veces se debe más a la falta de instituciones financieras, a la ausencia de bancos, que a su presencia. El problema principal de los no bancarizados no es que no puedan guardar su dinero. Tampoco es que no puedan hacer pagos digitales. Su problema principal es el no tener acceso al crédito.

Los bancos no son solo un lugar para guardar dinero. Son un lugar de encuentro entre los prestatarios y los prestamistas. Los prestatarios son las personas o empresas que necesitan dinero para financiar sus proyectos, comprar bienes o servicios, o cubrir sus gastos. Los prestamistas son las personas o instituciones que tienen dinero disponible y quieren obtener un rendimiento por él. Los bancos facilitan el intercambio de dinero entre ellos, cobrando una tasa de interés a los prestatarios y pagando una tasa de interés a los prestamistas. Así, los bancos contribuyen al desarrollo económico y social de una sociedad.

Guardar el dinero debajo del colchón (la autocustodia) no es una solución para todos. Si la práctica se hace generalizada, se reduce la oferta monetaria disponible para el crédito y la inversión. Además, se aumenta el riesgo de robo o pérdida. El dinero debe circular para generar valor y riqueza. Al guardar el dinero debajo del colchón, se le quita esa función y se le convierte en un objeto inútil. El dinero que no se mueve no genera valor. El capitalista que presta su dinero a otros obtiene un beneficio. Y las personas que buscan financiamiento pueden aportar a la economía con ese capital. Sin los bancos, muchas empresas tendrían problemas para conseguir la financiación que requieren para iniciar o expandirse. No basta con hablar de dinero solo desde la perspectiva de la propiedad y la custodia. Es esencial hablar, también, del crédito.

Supongamos que dos amigos salen a tomar unas copas en un bar. Uno se emborracha, pero el otro decide no beber nada. El amigo borracho le da las llaves de su auto al amigo sobrio para que él conduzca. ¿Quién es el dueño del auto? Ahora supongamos que el bar les fió. Es decir, no pagaron. Luego, el dueño del bar apunta esa deuda en su libro de cuentas. ¿Qué significa esto?

El dueño del auto sigue siendo el amigo borracho, aunque le haya prestado las llaves al amigo sobrio. El amigo sobrio solo tiene la custodia del auto, pero no la propiedad. El dueño del bar tiene un crédito con los amigos, que es una promesa de pago. El crédito es un tipo de dinero que se crea cuando alguien presta algo a otro. El dinero es un registro de deuda que se puede intercambiar.

¿No estoy en mi derecho de prestar BTC a un tercero? ¿Por qué no? Después del colapso de Silicon Valley, muchas personas aseguran que la fragilidad del sistema bancario demuestra la necesidad de Bitcoin. Y claro que en este caso no es Bitcoin exactamente lo que se está promoviendo. Es Bitcoin en autocustodia lo que hace posible que las personas supuestamente no necesitemos de los bancos. En lo personal, tengo años en esto. De hecho, me encanta Bitcoin. Sin embargo, todavía presto y pido prestado. Todavía uso los bancos. Y todavía uso tarjetas de crédito. No se me ha quitado la costumbre. Todavía creo en el crédito. Y si alguien me debe, esa deuda todavía la anoto como un activo mío. A pesar de no tener las llaves, sigo pensando que ese es un saldo a mi favor. ¿“No tus llaves, no tu dinero”?

Aclaración: La información y/u opiniones emitidas en este artículo no representan necesariamente los puntos de vista o la línea editorial de Cointelegraph. La información aquí expuesta no debe ser tomada como consejo financiero o recomendación de inversión. Toda inversión y movimiento comercial implican riesgos y es responsabilidad de cada persona hacer su debida investigación antes de tomar una decisión de inversión.

Te puede interesar:

Las inversiones en criptoactivos no están reguladas. Es posible que no sean apropiados para inversores minoristas y que se pierda el monto total invertido. Los servicios o productos ofrecidos no están dirigidos ni son accesibles a inversores en España.