Las desventajas de no confiar. ¿Custodiar o no custodiar?
¿Por qué Bitcoin tiene valor? Muchos encuentran sumamente extraño que un código de computadora tenga valor monetario. El oro tiene valor, porque es una mercancía cotizada por sus usos metalúrgicos y sus propiedades estéticas. El dólar tiene valor, porque el Gobierno de los Estados Unidos exige su uso por decreto. Los impuestos deben pagarse en dólares. Y el Gobierno realiza sus gastos en dólares. Entonces, el sistema entero gira en torno al dólar. Pero, ¿por qué Bitcoin tiene valor?
Es posible que al principio Bitcoin haya sido simplemente una curiosidad. Es decir, un código criptográfico en una red descentralizada. Asumo que los primeros nodos se instalaron por mera curiosidad científica por parte de informáticos entusiastas. Entonces, desde el punto de vista económico, el Bitcoin de los primeros días no era otra cosa que un coleccionable.
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Podemos pensar en Satoshi Nakamoto, el creador de Bitcoin, como el creador de unas fichas o tarjetas coleccionables que comenzaron a circular dentro de un grupo de interés. El código Bitcoin, desde la vista criptográfico, ciertamente es muy innovador, pero, desde el punto de vista económico, el concepto de moneda ciudadana no es algo realmente nuevo. De hecho, Satoshi es más un informático que un economista.
¿Qué es una moneda ciudadana? Bueno, es una moneda creada por una comunidad. El oro es una mercancía. Y el dólar es una moneda fiat (creado por un Gobierno). Pero Bitcoin es una moneda fiduciaria administrada por una red descentralizada. Este concepto no es del todo nuevo. De hecho, el mundo está repleto de proyectos de monedas ciudadanas. Podría mencionar el proyecto Horas de Ithaca, Nueva York, y el proyecto Rec de Barcelona, España. Bueno, Bitcoin es la versión tecno-anarcocapitalista de una moneda ciudadana. El código es el sustrato. Pero su comunidad es su esencia.
Las monedas alternativas surgen por lo general de una necesidad. ¿Por qué los casinos usan fichas? Bueno, normalmente es un asunto de seguridad y conveniencia. Las fichas son mucho más manejables que los billetes de papel. El tabaco, las conchas de mar, la sal, las pieles, las piedras, los granos, y muchas cosas más se han usado como dinero en el pasado. Pero esos son sustratos. Lo más importante no es el sustrato per se, sino su valor simbólico dentro de un grupo social. Porque el dinero es, por encima de todo, un contrato entre las partes involucradas. Es un pacto social. Es un acuerdo.
Bitcoin ciertamente fue un coleccionable para sus primeros usuarios que mostraron un interés temprano en un código tan innovador. Sin embargo, con el tiempo, comenzaron a surgir otro tipo de usuarios. Algunos usuarios comenzaron a usar Bitcoin debido a su gran accesibilidad, portabilidad y versatilidad. El sistema bancario tradicional está sobrecargado con muchísimas restricciones. Y nuestras acciones están en constante vigilancia. En cualquier momento, las autoridades pueden confiscar nuestro dinero por la violación de alguna ley.
Las monedas alternativas normalmente nacen de la necesidad de operar bajo otras reglas. Son instrumentos de libertad. Cabe destacar la importancia de la Dark Web en el crecimiento temprano de la comunidad Bitcoin. Wikileaks exploró la idea de aceptar donaciones en Bitcoin cuando los bancos bloquearon sus cuentas. Y muchos casinos comenzaron a operar con Bitcoin debido a las restricciones impuestos por los bancos.
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Bitcoin surgió como un oasis de libertad. Su principal atractivo se lo debemos a este elemento de “renegado”. Bitcoin no hace preguntas. Cualquiera puede abrir una cartera. Cualquier puede realizar una transacción. Así se formó la comunidad primitiva. El bitcoiner informativo. El bitcoiner utilitario. Y el bitcoiner ideológico. Este último es un grupo compuesto por defensores de la privacidad y el ideal liberatorio.
Ahora bien, el valor de Bitcoin proviene de un acuerdo voluntario. La aceptación colectiva de ese contrato social llamado Bitcoin es lo verdaderamente valioso aquí. Lo que quiere decir que Bitcoin, como las demás formas de dinero, es básicamente un proyecto de cooperación. Mi Bitcoin tiene valor, porque los demás reconocen ese valor. Bitcoin es un instrumento y una comunidad. Es una simbiosis. El código es el idioma y la comunidad es el país.
Ya hablamos del bitcoiner informático, el bitcoiner utilitario y el bitcoiner ideológico. Pero también tenemos al bitcoiner inversor. Ese es el bitcoiner cree que la demanda de la moneda aumentará en el futuro. Aquí se presenta un dilema. Porque la descentralización extrema puede llevarnos a la atomización. Y el crecimiento de la comunidad requiere de normas, infraestructura, y servicios, en muchos casos centralizados. Los servicios de custodia, por ejemplo, son muy importantes en el sector financiero. Y con toda probabilidad estos servicios aumentarán en popularidad con la llegada de mayor capital institucional al espacio Bitcoin.
Ahora bien, los servicios de custodia entran en directo conflicto con la cultura Bitcoin de “no confía, verifica”. El bitcoiner ideológico en particular siente un rechazo natural hacia este tipo de servicios. Sin embargo, el no confiar tiene sus desventajas. Y si queremos una comunidad Bitcoin mucho más grande, debemos impulsar la demanda con todo tipo de productos y servicios. Es decir, debemos aumentar el atractivo de Bitcoin. Y eso es muy difícil de lograr, si la única opción válida es tener nuestros Bitcoin en una cartera fría en el fondo de un armario.
Mucho se dice sobre el concepto de tener el control de nuestro dinero. Y eso por lo general significa que debemos tener la custodia absoluta de nuestros fondos. O sea, tener nuestra llave privada a toda costa. Nunca confiar en un tercero y cosas por el estilo. Pero esa es una visión sumamente limitada para una economía Bitcoin, porque nos plantea una economía exclusivamente basada en el acaparamiento individual.
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Y el dinero, por definición, es un proyecto de cooperación. El valor nace de la creación de utilidad. Eso puede tener la forma de productos financieros que requieran confiar en terceros. Muchos inversores confían en los administradores de fondos de inversión, por ejemplo. Muchos prefieren invertir en el marco de una institución financiera, porque saber que su dinero yace en manos de personal experto los tranquiliza. En otras palabras, para algunas personas el confiar no es un inconveniente. De hecho, se considera como algo positivo.
El hombre de negocios es esencialmente un ser social. El inversor es optimista por naturaleza. En este sentido, la paranoia del bitcoiner radical puede ser un obstáculo para el crecimiento de Bitcoin. Bitcoin requiere infraestructura, variedad, servicios y productos de todo tipo. La comunidad Bitcoin necesita empresas serias y confiables. Así de sencillo. El futuro no es de los radicales. El futuro es de los confiables.