La República Centroafricana adopta BTC: ¿Qué lecciones podemos extraer?
¿Qué tienen en común la República Centroafricana (RCA) y El Salvador? A primera vista, no mucho. Uno es un país africano sumido en la pobreza y el conflicto, y el otro es una nación centroamericana que intenta superar su pasado violento y su dependencia de Estados Unidos. Sin embargo, ambos países han decidido dar un paso audaz y arriesgado: adoptar Bitcoin como moneda de curso legal.
República Centroafricana está en el centro de África y no tiene mar. No, no es el Congo. Tampoco es Chad. Centroáfrica es un país pequeño y pobre, con unos 5 millones de habitantes que viven de lo que cultivan o cortan. Maíz, ñame, mandioca y plátanos para comer; café, algodón y tabaco para vender. También tienen madera, diamantes, oro y uranio, pero no los aprovechan mucho. El petróleo lo compran a Camerún, que es su vecino del oeste.
La vida en Centroáfrica no es fácil. Desde que se independizaron de Francia en 1960, han tenido muchos problemas políticos y sociales. Guerras civiles, golpes de estado, violencia y violaciones de derechos humanos son frecuentes. La última guerra empezó en 2012 y todavía no ha terminado. La ONU y otros países intentan ayudar, pero no es suficiente.
Centroáfrica tiene una cultura rica y diversa, con muchos grupos étnicos, idiomas y religiones. También tiene una naturaleza hermosa, con bosques, sabanas y ríos. Y tiene deportes, como el fútbol y el baloncesto. Pero lo que más necesita es paz y desarrollo.
La República Centroafricana fue el segundo país en seguir los pasos de El Salvador, en noviembre de 2021. Su presidente, Faustin-Archange Touadéra, argumentó que esta medida beneficiaría a la economía centroafricana, al facilitar el comercio regional, al evitar las sanciones internacionales y al fomentar la inclusión financiera. Además, anunció que el gobierno daría 10 dólares en BTC a cada ciudadano que se registrara en una plataforma llamada Kora, que permite acceder a servicios financieros digitales.
La adopción de las criptomonedas como moneda de curso legal ha generado reacciones diversas en la comunidad internacional. El Salvador ha sido el primer país en dar este paso, pero no el único. La República Centroafricana (RCA) también ha aprobado Bitcoin como divisa legal, siguiendo una filosofía económica ligeramente diferente.
Mientras que El Salvador ha recibido críticas del Fondo Monetario Internacional (FMI), que ha expresado su preocupación por los riesgos económicos, legales y regulatorios que implica el uso de Bitcoin, la RCA, por otro lado, pese a las críticas y fricciones iniciales, ha recibido algunos elogios del Banco Mundial (BM). El BM ha ofrecido su apoyo técnico y financiero para facilitar la transición hacia una economía digital. Incluso el FMI ha mostrado optimismo por el caso de la RCA, reconociendo que habrá crecimiento y la inflación se moderará un poco.
¿A qué se debe esta disparidad? ¿Es que Bitcoin es bueno para unos y malo para otros? ¿O es que hay otros intereses en juego? La respuesta no es sencilla, pero podemos intentar analizar algunos factores que influyen en la adopción Bitcoin como moneda de curso legal. Ambos países han recibido duras críticas por adoptar Bitcoin como moneda de curso legal por parte de acreedores e inversionistas internacionales. Sin embargo, en el caso de la RCA, las críticas se han suavizado bastante con el tiempo y sobre todo después de haber realizado algunas enmiendas a la ley original.
Pero, vamos más allá. ¿Cuáles podrían ser las diferencias? Una de ellas es el contexto económico y político de cada país. El Salvador tiene una economía dolarizada desde el año 2001, lo que le resta autonomía monetaria y le expone a las fluctuaciones del dólar. Además, tiene una alta deuda externa y un déficit fiscal que limitan su capacidad de inversión pública. Por otro lado, la República Centroafricana tiene una economía basada en el franco CFA, una moneda vinculada al euro y controlada por el Banco Central de los Estados de África Occidental (BCEAO). Esto le resta competitividad y le impone restricciones cambiarias. Además, tiene una baja recaudación fiscal y una alta dependencia de la ayuda externa que limitan su soberanía económica.
Otro factor es el nivel de desarrollo tecnológico e infraestructural de cada país. El Salvador tiene una población joven y conectada a internet, con un alto grado de penetración de los teléfonos móviles y las redes sociales. Además, tiene una red eléctrica relativamente estable y un acceso generalizado a la energía. Por otro lado, la República Centroafricana tiene una población mayoritariamente rural y analfabeta, con un bajo grado de acceso a internet y a los servicios financieros. Además, tiene una red eléctrica deficiente e intermitente y un acceso limitado a la energía.
Un tercer factor es el grado de aceptación social y cultural de Bitcoin como moneda de curso legal. El Salvador ha enfrentado una fuerte oposición por parte de sectores políticos, empresariales y sociales que han denunciado la falta de consulta y transparencia en la implementación de Bitcoin. Además, ha habido protestas ciudadanas y demandas judiciales contra la medida. Por otro lado, la República Centroafricana ha contado con un amplio consenso por parte de actores políticos, económicos y sociales que han visto en Bitcoin una oportunidad para superar los problemas históricos del país. Eso sin mencionar una mayor disposición a adaptarse y a cambiar para reflejar la realidad local y particular por parte de los legisladores.
No es que uno lo haya adoptado y el otro no, sino cómo lo han hecho. Resulta que RCA ha hecho unas enmiendas a su ley original y ahora resulta que Bitcoin no es moneda de curso legal en el mismo sentido que lo es en El Salvador. Se podría decir que es una ley más moderada, más razonable, más sensata.
¿Y qué lección podemos sacar de esto? Pues que no se trata solo de adoptar o no Bitcoin, sino de hacerlo bien. Porque hay una forma torpe y autoritaria de hacerlo, que espanta a tus acreedores y a la inversión, y que te puede traer más problemas que beneficios. Y seguramente hay otra forma de hacerlo, más equilibrada y prudente, que te permita mantener una buena relación con los acreedores e inversores, y al mismo tiempo aprovechar las ventajas que podría generar la adopción de Bitcoin.
En definitiva, no se trata de estar a favor o en contra de Bitcoin. No se trata de apoyar sin criterio ni reflexión a cualquier país que adopte Bitcoin… Se trata de tener sentido común y discernimiento para respaldar una adopción que se base en una regulación inteligente y adecuada que beneficie realmente al país… Es decir, no es adoptar Bitcoin por adoptar… Es adoptarlo de una forma que aumente el bienestar y la prosperidad de la gente.
Aclaración: La información y/u opiniones emitidas en este artículo no representan necesariamente los puntos de vista o la línea editorial de Cointelegraph. La información aquí expuesta no debe ser tomada como consejo financiero o recomendación de inversión. Toda inversión y movimiento comercial implican riesgos y es responsabilidad de cada persona hacer su debida investigación antes de tomar una decisión de inversión.
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