La probabilidad de un “aterrizaje duro” ha aumentado: ¿Es una recesión inevitable?
La actual situación podría estar obligando a la Reserva Federal de los Estados Unidos a mantener su agresividad, pese al riesgo de una recesión. Debido a los colapsos bancarios, la probabilidad de un “aterrizaje duro” ha aumentado considerablemente. Es decir, gracias a una inflación tan resistente, las tasas de interés podrían alcanzar el rango 5.25-5.75% para este año. El aumento en el costo del crédito a estos niveles seguramente tendrá un efecto importante en la demanda. Lo que podría causar la restauración del equilibrio demanda/suministro. Sin embargo, una desaceleración así (a pesar de ser necesaria) rara vez viene sin dolor.
Los optimistas están apostando por un aterrizaje suave. De hecho, durante este ciclo bajista, las alzas se han logrado gracias a esta narrativa. Es decir, cada vez que los datos sugieren la posibilidad de un aterrizaje suave, los mercados registran alzas. Y, cada vez que los datos sugieren la posibilidad de un aterrizaje duro, los mercados registran bajas por la desilusión.
¿Qué es un aterrizaje suave? En líneas generales, un “aterrizaje suave” (en el contexto que nos compete aquí) es una desaceleración económica lo suficientemente fuerte para reducir la inflación, pero no tan fuerte como para causar una recesión. En este momento, se trata simplemente de una expectativa. Entre los distintos escenarios, este es el más favorable de todos. Y, en muchos sentidos, es la aspiración que está impulsando las alzas en estos momentos.
Durante un “aterrizaje suave”, la producción no cae demasiado, el desempleo no disminuye tanto, y los ingresos no se desploman mucho. Si la inflación, en efecto, se establece en un 2% anual con un aterrizaje suave, la Reserva Federal podría retornar a los estímulos más temprano que tarde. O, dicho de otro modo, un giro en la política monetaria podría estar a la vuelta de la esquina. Lo que sería muy beneficioso para los mercados bursátiles y muy beneficiosos para los activos de riesgo como Bitcoin. Este es un escenario bastante favorable. No es una sorpresa que los alcistas están viendo este escenario como el más probable.
Claro que todo depende de los avances en la lucha contra la inflación. En efecto, la inflación, desde el pasado junio, ha comenzado a bajar. Entonces, en teoría, estamos viendo un aterrizaje suave en proceso. Después de todo, la inflación ha bajado. Pero, al mismo tiempo, la producción no ha caído demasiado, el desempleo no ha disminuido tanto, y los ingresos no se han desplomado mucho. Y eso ha servido para que los alcistas “demuestran” la factibilidad de un aterrizaje suave. Este optimismo, en consecuencia, genera alzas.
En muchos casos, los mercados son patológicamente irracionales. Ven lo que quieren ver. Es decir, interpretan la situación a conveniencia. Lo curioso es que en el mundo de los mercados el delirio es tan potente como la cordura. Con razón o sin razón, un alza es un alza. Las narrativas crean expectativas. Y las expectativas mueven los mercados. Eso no se puede negar. En tiempos de volatilidad e incertidumbre, los precios fluctúan a las primeras de cambio. Los mercados son muy sensibles a las distintas narrativas. En la actualidad, la gran ilusión de los optimistas es un giro por parte de la Reserva Federal. Todo lo que alimente esta ilusión es utilizado como una excusa para despertar entusiasmo alcista.
Ahora bien, esa moneda tiene dos caras. En otras palabras, el aterrizaje suave no es el único escenario posible. También está la posibilidad de un aterrizaje duro. Se podría decir que entre todos los escenarios este se encuentra entre los escenarios más pesimistas. ¿Qué necesitamos para llegar ahí? Una inflación más resistente de lo anticipado.
Al estudiar los datos de inflación, nos damos cuenta que los rubros que han bajado más son los rubros más volátiles (energía, alimentos, …). Hay otros rubros que, de hecho, han aumentado en el mismo lapso. Entonces, pese a que la inflación sí ha bajado bastante, es posible que muy pronto nos encontremos con un muro. Y, de pronto, haya que seguir subiendo las tasas para poder romper con ese muro. Con unas tasas más elevadas de lo anticipado, es mucho más probable un aterrizaje duro. Es decir, con unas tasas cercanas al 6%, eventualmente, la producción sí podría caer considerablemente, el desempleo sí podría comenzar a disminuir y los ingresos sí podrían empezar a desplomarse.
Un aumento de los costos laborales, debido a un mercado laboral sumamente ajustado, ha incrementado los precios en el sector servicios. El mercado laboral todavía se encuentra bastante sobrecalentado, el gasto aún está bastante elevado y la inflación seguir sin mejorar en muchos rubros. Este es un cuadro poca alentador para los promotores del aterrizaje suave. En especial, porque la propia Reserva Federal ha sugerido reiterativamente que el mercado con frecuencia cae en las falsas expectativas.
Los colapsos bancarios complican la situación en varios niveles. Por un lado, la situación sirve como una razón para que los bancos y los inversores se tornen cada vez más conservadores. Eso significa que, en busca de mayor seguridad, los actores comienzan a acumular más capital para evitar un problema de liquidez. Debido a esta parálisis, la economía, en consecuencia, puede llegar a sufrir bastante.
Por otro lado, los rescates al sistema bancario no son otra cosa que inyecciones de liquidez. Lo que ejerce presiones inflacionarias. En otras palabras, los colapsos bancarios complican mucho la situación. Y sus efectos en la lucha contra la inflación podrían ser bastante mixtos. Lo que perjudica nuestra capacidad de predicción al incrementar la incertidumbre.
Hay que repetirlo una vez más. Todo depende de la inflación. Si la inflación deja de bajar al ritmo deseado, no habrá más opción que subir aún más las tasas de interés. Y, con unas tasas tan elevadas, el golpe para la economía será más duro. Así de sencillo. Todo depende de la inflación. Y todo depende de que la Reserva Federal no ceda ante las presiones. Con recesión o no. Con dolor o sin dolor. La Reserva Federal de los Estados Unidos tiene que hacer lo que tenga que hacer (con las herramientas a su disposición) para restablecer la estabilidad de los precios.
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