La economía azul: qué es y cómo beneficia a América Latina
La tecnología es una actividad económica muy fascinante. Hoy en día, todo lo digital ocupa un lugar relevante. En el mundo big tech y cripto, todos emplean el código de los ceros y unos. Pero, ¿eso es suficiente para vivir? ¿No también necesitamos otras cosas que nos aporten humanidad? Yo pienso que sí. Yo pienso que hay un mundo más allá de internet. Un mundo lleno de naturaleza, arte, cultura, amor y amistad. Un mundo que nos regala experiencias singulares e inéditas. Un mundo que no se puede simplificar con ceros y unos. Un mundo que vale la pena descubrir.
Hoy te voy a hablar de una economía diferente: la economía azul. ¿Qué es eso? Pues es la economía que se basa en el océano, ese gran desconocido que cubre el 70% de nuestro planeta y que nos da la mitad del oxígeno que respiramos. Sí, ese mismo que estamos contaminando y explotando sin piedad.
Pues resulta que el océano es una fuente de riqueza enorme. Según BBC Mundo, si fuera un país, sería el séptimo más poderoso del mundo, y estaría en el club de los G7. Nada mal, ¿verdad? El océano genera entre 3 y 6 billones de dólares al año, gracias a actividades como el transporte marítimo, la pesca, el turismo o las energías renovables.
Pero no todo es color de rosa. El océano también sufre las consecuencias del cambio climático, la sobrepesca y la destrucción de su hábitat. Por eso, los expertos nos dicen que hay que cuidarlo y protegerlo, porque de su salud depende la nuestra. La próxima vez que mires al mar, piensa que no solo es bonito, sino también muy valioso. Definitivamente, merece nuestro respeto y nuestra atención.
Según BBC Mundo, el padre de esta idea es el economista belga Gunter Pauli, que en 2009 publicó un libro llamado “La economía azul”, donde presentaba 100 innovaciones sostenibles que podrían crear más de 100 millones de empleos. Por ejemplo, usar las cáscaras de naranja para hacer papel, o cultivar setas con los posos del café.
Pauli se rebeló contra la economía verde, que según él solo beneficia a los ricos que pueden pagar productos ecológicos. “Todo lo que es verde es costoso, es imposible”, dice. Por eso, buscó una alternativa más inclusiva y eficiente, que fue reconocida por la ONU en 2012.
La idea es aprovechar lo que tienes. Al parecer, Gunter Pauli no se conforma con describir los problemas del mundo, sino que busca soluciones prácticas y sostenibles. Pauli trabaja con lo que hay, ya sea en el mar, en la tierra o en el aire. Por ejemplo, en Argentina usa los desechos de los mataderos para alimentar a las larvas de mosca, que luego sirven de comida para los peces. O, en Rapa Nui, una isla que depende de la energía externa, usa cometas para generar energía eólica las 24 horas del día.
La actitud de la economía azul es pragmática. Propone proyectos concretos que mejoran la vida de las personas y el medio ambiente. Esto de la economía azul es una forma de actuar diferente, de ver soluciones donde otros ven problemas.
Como bien sabemos, el mar es una fuente de riqueza y bienestar para muchas personas que dependen de él y de sus recursos. Pero el llamado es que no podemos seguir explotando el mar sin cuidarlo. Por eso, la recomendación es practicar la economía azul sostenible, que consiste en aprovechar los beneficios del mar sin dañarlo ni contaminarlo. Así, podemos tener agua potable, comida fresca, energía renovable y gas de algas, entre otras cosas.
Según BBC Mundo, algunos países de América Latina ya lo están haciendo, como México, Chile y Costa Rica, que tienen una visión oceánica muy avanzada. Pero no todos los que trabajan con el mar son sostenibles: hay pescadores, turistas y navieros que no respetan el medio ambiente y ponen en riesgo el futuro del planeta. Por eso, lo esfuerzo van dirigidos a educarlos y concienciarlos de que el mar es nuestro amigo y hay que tratarlo bien.
¿Qué es realmente la economía azul? Pero no esperes una respuesta fácil, porque en un mundo plagado de modas, etiquetas, frases pegajosas y política de identidad, resulta que no hay una definición universal de lo que significa un concepto.
Dependiendo de a quién le preguntes, te dirán una cosa u otra. Algunos se centrarán en la sostenibilidad y el cuidado del medio ambiente, otros en las oportunidades de negocio y el crecimiento económico, otros en las formas de vida y las culturas vinculadas al océano, y otros en la innovación y el aprovechamiento de los recursos marinos.
Parece que hay tantas visiones de la economía azul como gotas de agua en el mar. ¿Será posible ponerse de acuerdo algún día? O, mejor dicho, ¿será posible hacerlo antes de que el mar se ponga rojo de tanto explotarlo?
Suena bien, ¿verdad? Pero, ¿de dónde sale el dinero para hacer realidad esta idea? Pues bien, hay varias fuentes de financiación para los proyectos de economía azul sostenible. Una de ellas son las inversiones privadas y públicas, que pueden venir de empresas, gobiernos o bancos interesados en apoyar iniciativas que generen beneficios económicos, sociales y ambientales. Otra fuente son los fondos verdes, que son mecanismos financieros que buscan reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y adaptarse al cambio climático. Y otra fuente son las organizaciones internacionales, como el PNUD.
Pero no todo vale en la economía azul. No se trata de explotar el océano sin criterio ni responsabilidad. Por eso, se está trabajando para dejar clara la distinción entre la economía azul sostenible y la que no lo es. Pero, obviamente, no es fácil.
Con el dinero disponible, se podrían impulsar proyectos como el turismo que regenera el medio ambiente, la energía que se obtiene del viento o el uso de las algas como alimento y como materia prima para medicamentos. O también proyectos como el que ayuda y respalda a las comunidades de pesca artesanal a pequeña escala para crear zonas marinas de pesca sostenible. De esta forma, los pescadores pueden pedir que se marque una zona como pesca sostenible, escapando del control de los intermediarios y generando empleo en la comunidad. Es cierto, no todo es big tech, cripto e internet. El mundo es grande.
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