La ciencia de la predicción: ¿Es posible predecir el futuro?
En este espacio, no es raro que las pasiones se desborden. Muy pocas personas se atreverían a negar esto. Este es, indudablemente, un mercado muy temperamental. Las personas llegan a creer devotamente en los proyectos. La razón, con mucha frecuencia, es sustituida por la emoción y la fe. ¿Por qué? Bueno, porque, con el tiempo, entre tanto ruido y promoción, estas causas van formando parte de la identidad de la persona. O sea, la inversión deja de ser una inversión para convertirse en un movimiento. En consecuencia, el futuro siempre se ve con optimismo dogmático.
Este es un mundo fragmentado. Ya no compartimos el mismo cielo. Todo lo contrario. Ahora el universo es una pequeña tribu de iguales. Todo lo que venga de la tribu es bueno. Y todo lo ajeno a la tribu es malo. Es la dinámica de -ellos contra nosotros-. Nosotros somos los amigos. Ellos son los enemigos. Nosotros siempre somos inocentes. Ellos siempre son culpables. Nosotros somos el pueblo oprimido. Ellos son la élite opresora. Nosotros somos unas blancas palomas. Ellos son los malvados conspiradores en el poder. Ellos son engaños, maldad y codicia.
Claro que, en estas narrativas, la rebelión es la única opción. Se trata de una batalla a muerte. Pero ya sabemos el final. ¿Cuál es el final? La victoria inevitable del pueblo. Eso implica que ya sabemos el futuro. Lo que le aporta al individuo una enorme fuerza psicológica. El individuo ahora es parte de un movimiento moralmente superior. Ahora es parte del bando ganador. El futuro es nuestro.
En lo que respecta a Bitcoin, el fanatismo crea un sesgo alcista basado en la fe dogmática. De hecho, no hay nada más popular en este espacio que una predicción exageradamente alcista. A la gente le encanta escuchar lo que quiere escuchar. Si una opinión contradice lo preconcebido, es rechazada automáticamente como engaños de la conspiración. Solo se aceptan las ideas que ya pertenezcan a la verdad preestablecida. En este mundo, la verdad de la tribu es la verdad del universo.
Lo interesante es que las narrativas (falsas o verdaderas) tienen el poder de mover los mercados. En muchos sentidos, los inversores tienden a cumplir sus propias profecías. Es decir, si el inversor piensa que el precio de Bitcoin va a subir, el inversor suele comprar. Y esa compra ejerce una presión alcista que suele subir el precio. El inversor, al ver que acertó en su predicción, puede sentirse motivado a seguir comprando. El delirio se convirtió en realidad. He ahí el poder de las expectativas.
Claro que, a partir de cierto punto, el mercado exagera tanto que se va distanciando cada vez más de la realidad. Tarde o temprano, el mercado reconoce su error y busca la corrección lo más pronto posible.
Ahora bien, el fanático predice el futuro con optimismo al verse como el ganador supremo de la batalla. Se podría decir que, en este caso, estamos hablando de un inversor idiosincrático. En este espacio, hay mucho libertario, anarco-capitalista y conservador que, en su cruzada anti-estatal, ven a Bitcoin como un arca de salvación. De hecho, lo ven como el instrumento que nos llevará al paraíso terrenal del futuro.
Por otro lado, tambien tenemos al inversor FOMO. Este es un inversor que simplemente se sube al bus por el hecho de que los demás se están subiendo al bus. Con mucha frecuencia, las alzas se convierten en razones para comprar. Porque se piensa que, después de un alza, llevará otra. O, dicho de otro modo, es muy fácil que un mercado se vuelva irracional.
En la antigüedad, los adivinos estudiaban los rayos, el viento, el vuelo de las aves y las entrañas de los animales sacrificados en busca de mensajes divinos para predecir eventos futuros. La interpretación de sueños, la lectura de las manos, entre otros métodos, han sido practicados con mucha popularidad por diferentes culturas a lo largo del tiempo. Ahora recurrimos a las gráficas y las estadísticas.
En todo esto de las predicciones, claro que hay mucha charlatanería. En las redes sociales, se aprovecha la ingenuidad del público para aumentar de seguidores promoviendo verdades complacientes. Esta falsa seguridad es agradable, porque elimina la ansiedad generada por un futuro incierto. Entonces, se presenta una fantasía. Y no hay nada más popular que lo fantástico.
¿Qué es lo más sensato a la hora de invertir? Comprar o vender apoyándose en expectativas racionales. Me refiero a proyecciones objetivos de la futura demanda. ¿La demanda de mañana será mayor a la demanda de hoy? Esto lo podemos estimar considerando la liquidez, la demografía, el sentimiento, las tendencias, las condiciones macroeconómicas, y las correlaciones en combinación con un estudio de los patrones pasados.
El inversor sensato no se apoya en la fe o en la moda a la hora de comprar o vender. Lo más sensato es apoyarse en las probabilidades. Esto requiere una manera muy distinta de pensar. El fanático normalmente piensa en términos absolutos. Es blanco o negro. Un pronóstico se cumple o no se cumple. El analista falló o acertó. Pero así no funcionan las probabilidades.
Pensemos en una moneda. ¿Cara o cruz? En este escenario, las probabilidades se ubican en 50/50. Y, antes de lanzar la moneda, lo más sensato es tomar decisiones basándose en estas probabilidades. Sin embargo, esta expectativa es, en gran medida, teórica. Si lanzamos la moneda 10 veces, no siempre lograremos cincos caros y cinco cruces. Eso no quiere decir que nos equivocamos al estimar nuestros chances en 50/50.
Ahora supongamos que, en tiempos de alta volatilidad e incertidumbre, después de estimar la demanda futura, pensamos que las probabilidades de que el precio de Bitcoin baje es de 60/40. Se podría decir que en ese momento somos “bajistas”. Y, de hecho, podemos tomar decisiones sobre esa suposición. Ah, pero, de pronto, el precio sube. ¿Qué quiere decir eso? Bueno, eso quiere decir que la situación resultó ser más excepcional que probable. Estamos ante un comportamiento relativamente atípico durante ese lapso. Debemos recordar que lo más probable no es lo único posible. La improbable también es posible.
Por supuesto que la posibilidad de lo improbable no significa que no debamos tomar nuestras decisiones sobre la base de las probabilidades. En la práctica, hay que diseñar una estrategia que nos proteja en los distintos escenarios. Y eso se hace gestionando el riesgo. Las expectativas se forman apostando por lo probable y, al mismo tiempo, reconociendo la posibilidad de lo improbable.
Aclaración: La información y/u opiniones emitidas en este artículo no representan necesariamente los puntos de vista o la línea editorial de Cointelegraph. La información aquí expuesta no debe ser tomada como consejo financiero o recomendación de inversión. Toda inversión y movimiento comercial implican riesgos y es responsabilidad de cada persona hacer su debida investigación antes de tomar una decisión de inversión.
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