La batalla entre Big Tech, los bancos y Bitcoin: ¿Quién ganará?
Desde la Edad Media, se habla de la villanía de los bancos. Los bancos no son nuestros mejores amigos, pero son un mal necesario. Se podría decir que la relación es bastante tóxica. Todos reconocen su importancia. Pero, al mismo tiempo, estas entidades no disfrutan de la mejor de las reputaciones. Su infamia tocó fondo durante la crisis del 2008. He ahí la idea de que los banqueros son unos vampiros que desangran el sistema. ¿La llegada de Bitcoin marca el fin de los bancos? ¿Acaso el proceso de digitalización significa Big Tech actuando como bancos?
Claro que tambien tenemos a Big Tech. Las Big Tech cuentan con asociaciones mixtas. Innovación, inteligencia, juventud, progreso. Pero, también, control, invasión de la privacidad, manipulación, y totalitarismo. Al principio, estas compañías formaron parte del movimiento contracultural. Me refiero a la idea de que unos jóvenes desde su garaje decidieron cambiar al mundo con el poder de la tecnología. Estos “héroes” de Silicon Valley disfrutaron de la aprobación del público por un tiempo. Pero todo héroe con el tiempo se convierte en un villano. Ahora Big Tech no goza de la misma reputación que gozaba en su etapa inicial. Cuando eran pequeños eran los “underdogs” y tenían la simpatía de la gente. Sin embargo, ahora son gigantes. Ahora son los nuevos malos de la película.
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La utopía bitcoin nos dice que ya no necesitamos de intermediarios para hacer transacciones comerciales. O sea, llegó la hegemonía del individuo. La idea es ser el único dueño y custodio de nuestro dinero e intercambiar con los demás de forma directa. Eso, en teoría, implica el fin de la banca. Ahora bien, la utopía bitcoin suena bastante a una economía informal donde todos guardan su dinero debajo de la cama. ¿Cuáles son las limitaciones de semejante economía? Bueno, por un lado, no podemos disfrutar de los servicios financieros ofrecidos por la banca. Si bien es cierto que técnicamente no necesitamos de los bancos, sus productos y servicios son prácticamente una necesidad.
Supongamos que decidimos crear una organización vecinal y necesitamos un fondo común. Se delegan las funciones administrativas a un tercero y se establece un pago fijo mensual por vecino. Los vecinos deciden abrir una cuenta en un banco por varias razones. Si bien es cierto que pueden manejar todo con dinero en efectivo y para el fondo común pueden utilizar una caja fuerte, lo mejor es un banco. ¿Por qué? Bueno, en primer lugar, por costumbre. O sea, es lo que todas las organizaciones vecinales hacen. Y es lo que siempre se ha hecho. La costumbre da tranquilidad. Digamos que es un asunto de confianza. Adicionalmente, es un tema legal. Y también es cuestión de efecto red. Todos los involucrados tienen cuentas bancarias lo que hace la interoperabilidad más sencilla.
Cualquier desviación de las prácticas comunes sería un experimento. Y hacer experimentos en un campo tan delicado como el de las relaciones vecinales es un gran riesgo. Más de un lector podría llegar a pensar que la solución es un contrato inteligente sobre la red Ethereum. ¡Buena suerte haciendo ese planteamiento en la junta vecinal! ¿Cómo se concilia ese contrato inteligente con la Ley de organización vecinal? ¿Qué pasaría si el contrato presenta una falla?
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La utopía bitcoin, una especie de economía informal criptografíca protagonizada por el individuo autónomo, presenta sus evidentes limitaciones. Los bancos tienen las de ganar en un combate mano a mano. La prueba es la presencia de los pseudobancos que dominan el ecosistema: Las carteras, los exchanges, etc. En este espacio, lo que abundan son los intermediarios. ¿Por qué? Porque los usuarios quieren acceder a sus productos y servicios. Así de sencillo. El colchón es un lugar muy solitario para el dinero.
La principal amenaza a los bancos no proviene del mundo cripto. Proviene de las Big Tech. El proceso de digitalización ha permitido una gran proliferación del nobancos, neobancos y plataformas de pagos no tradicionales. Todos los grandes nombres del sector Big Tech tienen en sus manos un gran proyecto fintech. Facebook, Amazon, Apple, y Google están invadiendo el terreno de los bancos. Si consideramos el efecto red de estos gigantes, la amenaza es real.
Claro que los bancos saben todo esto. Ellos sabemos muy bien que deben adaptarse a los nuevos tiempos para sobrevivir. Lo digital es el futuro. Por ello, todos los grandes bancos tambien tienen proyectos fintech. Muchos están construyendo sus proyectos de cero. Y muchos han comprado startups fintech. Lo que tenemos es una fusión. Las Big Tech entrando en el mundo de las finanzas. Los bancos entrando al mundo de la tecnología. Big Tech y finanzas son los sectores más importantes del momento. ¡Bienvenidos a la revolución Fintech!
Bitcoin y las demás criptomonedas son un eslabón más dentro de la revolución fintech. Yo no diría que Bitcoin llegó para pelear a muerte con los poderes establecidos. Al parecer, Bitcoin es un aliado de la revolución Fintech. Amigo de los bancos y amigo de las Big Tech. En otras palabras, la realidad dista mucho de una revolución cripto libertaria (como es presentada por los bitcoiners más radicales). Sí tenemos, sin embargo, grandes avances en el sector fintech, impulsado por las principales compañías del mundo.
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Por último, debemos mencionar al tema de la regulación como un elemento de gran importancia en todo esto. La regulación puede frenar muchas iniciativas y alentar otras. Aquí los bancos llevan la delantera ante las tecnológicas. Es más fácil que un banco tradicional lance un producto digital con el apoyo de los reguladores que una tecnológica se convierta en un banco. Al menos ante los ojos de los políticos. Lo más probable es que surjan alianzas. Digamos que se crea un neobanco y los dueños son bancos y tecnológicas.
El usuario, por encima de todo, busca conveniencia. Si el producto o servicio en cuestión mejora su vida en algún aspecto, asuntos como la ideología pasan a un segundo plano. El usuario lo que quiere es solucionar un problema. ¿Quién lo resuelve? Eso no importa mucho. Si la solución es descentralizada, está bien. Si la solución es centralizada, está bien. Bancos, cripto, big tech o una combinación de los tres. El usuario tiende a ser pragmático. Si la cosa funciona, eso quiere decir que es buena. Pardo, blanco, o negro. No importa el color del gato. Lo importante es que cace ratones.