¿Joe Biden sería mejor para la economía?
El economista Nouriel Roubini argumenta en su más reciente artículo que el candidato demócrata Joe Biden sería mejor para la economía estadounidense que Donald Trump. Muchos dicen que los republicanos son mejores para la economía, pero Roubini nos explica que esa notación es un mito sin fundamento. De hecho, casi todas las recesiones económicas han ocurrido durante administraciones republicanas. Las recesiones de 1970, 1980-82, 1990, 2001, 2008-09 y 2020 han sido todas con un Presidente republicano en la Casa Blanca. ¿Coincidencia?
Muchos economistas han demostrado en muchas ocasiones que la mayoría de las ideas republicanas son perjudiciales para la economía en general. Sin embargo, estos mitos siguen circulando entre la población. Más allá del sesgo político que se podría representar mientras se estudia la validez de una plataforma partidista, los números no mienten. Me temo que no existe suficiente evidencia científica para sustentar que una plataforma en particular puede ser superior a la otra. Es un simple asunto de causa y efecto.
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En estos momentos, en las encuestas nacionales, el candidato demócrata Joe Biden aventaja por varios puntos al candidato republicano y actual Presidente, Donald Trump. La popularidad de Trump se ha visto muy deteriorada debido al mal manejo de la crisis del coronavirus. Según Donald Trump, todo marcha de las mil maravillas. Pero los números cuentan otra historia. Estados Unidos con tan solo el 4% de la población mundial cuenta ahora con más del 20% de las muertes totales por el Covid-19. Claro que Trump no es responsable por la pandemia. Es solo responsable por su mala respuesta.
Según Roubini, los republicanos no son buenos para la economía. En líneas generales, las administraciones demócratas tienden a generar crecimientos económicos más acelerados, niveles de desempleo más bajos y mercados financieros más fuertes. Lo curioso es que eso es perfectamente verificable. Si realizamos una búsqueda rápida y comparamos la situación económica de cada administración durante los últimos 50 años, nos toparemos con un claro patrón. Roubini podría tener razón.
Esta tendencia es demasiado predecible para ser casual. Y me temo que es más un asunto económico que político. Nos guste o no, la evidencia nos señala con gran claridad que la desregulación siempre nos ha conducido a una crisis financiera. No se trata de un par de veces. Se trata de una constante. Las políticas fiscales irresponsables, la falta de controles, y el mismo gasto (pero sin aumentar los impuestos) son una receta para el desastre.
La crisis del 2008 es el ejemplo perfecto de esto. La presidencia de Bush fue fatal para la economía y causó una gran crisis. De hecho, siempre se repite la misma historia. El fundamentalismo de libre mercado se presenta con la solución mágica para todos los problemas, pero, debido a la codicia, todo eventualmente termina en un gran colapso. Los republicanos toman el poder en un periodo de bonanza. Después, comienzan a eliminar regulaciones, a recortar impuestos, y a desbalancear el presupuesto. Y, luego, llega la crisis.
El problema de fondo es que gastan tanto o más que los demócratas, pero recaudando menos impuestos e incentivando el caos. El gasto sin un plan o un control es como lanzar dinero de un helicóptero y llamarlo libre mercado. ¿Es libre mercado realmente?
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La retórica republicana nos cuenta que la economía requiere pocas regulaciones, pocos impuestos y poca intervención gubernamental para prosperar. En otras palabras, el mercado se regula solo y tiende a solucionar todas las fallas. Sin embargo, esta afirmación contradice los hechos. Ojo, esta no es una postura política. Es simplemente un análisis económico (histórico). ¿Cómo ha reaccionado el paciente después de esta medicina? Se trata de la observación de la causa y el efecto. Y esta medicina se ha aplicado una y otra vez con el mismo desastroso resultado. Los políticos siguen defendiendo estas ideas. Y todavía son muy populares en un sector muy importante de la población. Pero los hechos son los hechos.
Bien sabemos que Joe Biden no es ningún radical. Su trayectoria no es radical y su plan económico tampoco lo es. Joe Biden es un radical solo en la boca de sus adversarios políticos. Este supuesto radicalismo es más una acusación infundada que una realidad comprobada. Biden es un moderado de vieja data. Su historial lo demuestra. En el plan de Biden, el incremento de los impuestos, de hecho, es muy modesto. Y los ingresos corporativos no se verán muy perjudicados. El presupuesto sí se beneficiará enormemente.
Por otro lado, el plan de Biden para la recuperación es mucho más coherente que el plan de Trump. El plan contempla inversión en infraestructura, ayudas para las familias, apoyo para las pequeñas empresas y el aumento del sueldo mínimo. En este plan, los cheques van dirigidos a la economía real para un crecimiento real. En su artículo, Roubini nos recuerda que durante la administración Trump los cheques han beneficiado principalmente a los multimillonarios. Los republicanos son muy generosos con los multimillonarios, pero en lo que respecta a favorecer a los menos privilegiados siempre se utiliza el dogma de la austeridad para negar ayudas.
Ahora bien, se habla mucho de que Wall Street no ve a Biden con buenos ojos. Eso es cierto en parte. Claro que a nadie le gusta pagar más impuestos. Sin embargo, este supuesto “rechazo” no es tan grande y una victoria de Biden no significará el colapso de los mercados. Wall Street sabe perfectamente que la economía estará en buenas manos. Últimamente, Wall Street ha comenzado a ver a Biden con mejores ojos después de que los republicanos rechazaron los nuevos estímulos. El plan demócrata es sumamente generoso en lo que a estímulos se refiere y los inversores recibirán esto con gran entusiasmo.
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Es posible demostrar la efectividad de un plan económico sobre otro. Sin embargo, la política sigue otras reglas. Ni una montaña de evidencia podría desmontar un dogma político. El componente emotivo en la política es simplemente demasiado poderoso para combatirlo con argumentos lógicos. El conservadurismo económico no escucha razones. Y el fundamentalismo de libre mercado es casi una religión.
Sin embargo, los economistas han escrito mucho sobre economía. Nouriel Roubini no es el dueño absoluto de la verdad. Pero leerlo de vez en cuando no le hace daño a nadie. Roubini es un economista académico y simplemente nos expone lo que otros economistas de reconocida trayectoria llevan años diciendo. Un plan económicamente coherente es mucho mejor que no tener plan alguno. En otras palabras, hacer nada (libre mercado) en una crisis no siempre es una buena idea.