Inflación vs Reflación: ¿Son tiempos de austeridad monetaria?
Los profetas de la inflación se equivocaron vertiginosamente durante el 2020. Debido a las históricas inyecciones de liquidez, la corriente conservadora predijo una inflación sin precedentes. Como en el cuento de Pedro y el Lobo, todos los días escuchamos gritos desesperados: ¡Inflación! Pero el eco de las montañas contestaba: ¡Deflación! Los bitcoiners libertarios, en particular, eternamente críticos de la Reserva Federal y del dólar, forman parte de ese coro de Pedritos. Algunos, incluso, gritaron: “hiperinflación” para finales de este año. Sin embargo, la deflación sigue siendo el problema. ¿Llegará el lobo en el 2021?
Algunos parecen querer que llegue el lobo solo para decir que tenían razón. Algo que me parece sumamente patético. De todos los problemas de la economía actual, se escoge justo el problema que no existe. En la peor crisis deflacionaria de nuestra historia reciente, se escoge como bandera precisamente el problema de la inflación. La caída de la demanda ha causado muchísimos estragos. El pequeño negocio ha sufrido bastante. Los ingresos han bajado. Y el desempleo ha subido. El ciudadano común siente el dolor de la crisis. No todos somos Jeff Bezos o Elon Musk. Los estímulos monetarios y fiscales son necesarios para aumentar la demanda. Por ende, los ingresos. Por ende, el empleo.
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La inflación es uno de esos temas que todos creen entender, pero que obviamente pocos entienden de verdad. Entra en la categoría del amor, la política y la religión. Es decir, todos dicen saber. Si uno dice que no hay inflación, la indignación surge de inmediato. “¿Cómo que no hay inflación?” Sin embargo, si uno pregunta sobre la crisis, la mayoría dice que los ingresos han bajado. Casi todo está en descuento, y no hay mucho dinero. Claro que algo no cuadra con esta historia. ¿Inflación y deflación al mismo tiempo?
Si las acciones de Apple suben, eso no implica que haya inflación. Podría implicar que el mercado bursátil está sobrevalorado debido a la liquidez, pero eso no quiere decir que haya un aumento en los bienes y servicios. Si hay inflación en Venezuela o en Turquía, eso no quiere decir que haya inflación en Estados Unidos o España. Si hay inflación en el sector bienes raíces en Nueva York, no automáticamente implica que haya inflación en el sector bienes raíces de todo el país. El sector servicios compone un 60% de El Índice de Precios al Consumidor en los Estados Unidos y un 75% de las medidas principales, que excluyen la comida y la energía. Ese es un indicador que mide el costo de vida. No las acciones de Tesla. Bitcoin tampoco está implicado.
Si el pollo frito del restaurante de la esquina sube de precio, eso no significa automáticamente que la inflación esté por las nubes. La inflación no es un sentimiento o un aire en el ambiente. Es decir, no es un valor subjetivo que se puede modificar a capricho sobre una anécdota personal. La inflación es una estadística oficial. En este caso, hablaremos de la inflación en los Estados Unidos por ser el dólar la moneda reserva del mundo y el par principal de Bitcoin.
Los libertarios, por ser fieles creyentes de Milton Friedman y su frase (errada) “la inflación siempre es un fenómeno monetario”, asumieron equivocadamente que un estímulo monetario histórico causaría una inflación histórica. A las pruebas me remito. El año termina en unos pocos días y la inflación es prácticamente inexistente. ¿Qué pasó? ¿Dónde estuvo la falla?
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La inflación no siempre es un fenómeno monetario. Y los Estados Unidos no es una república bananera de los años 70s. Una variable muy relevante en estos casos es la velocidad del dinero. Eso quiere decir que el dinero debe circular. Es decir, toda está liquidez se ha quedado estancada en los mercados financieros. O sea, los grandes beneficiados han sido las grandes compañías. Apple, Tesla, Amazon, etc. Y Bitcoin, por supuesto.
Hay dinero, pero no hay gasto. La Reserva Federal hizo lo correcto. Pero el problema yace en el Gobierno que no hizo su parte. Es decir, faltó el estímulo fiscal. En otras palabras, el Gobierno no ayudó a los más afectados. Y eso creó una recuperación en forma de K. Inflación de los activos. Deflación de los bienes y servicios. La deflación ocurrió principalmente en sector servicios. Porque el sector servicios ha sido el más perjudicado con el coronavirus. Los bienes de consumo (comida, etc) no están tan mal, pero debemos recordar que la inflación es un promedio. Las bajas del sector servicios superan las alzas de los demás sectores. Lo que ratifica: la inflación en un sector no es sinónimo de inflación generalizada.
Lo que se busca es la estabilidad monetaria. La deflación es perjudicial. La inflación es perjudicial. Las inyecciones de liquidez en un cuadro deflacionario buscan “reflación”. (Pese a que coloquialmente se sigue llamando inflación). O sea, el proceso de transformar con estímulos monetarios y fiscales una inflación negativa(deflación) a un sano 2% de inflación anual. Por encima de 2% anual tenemos “inflación”. Mejor dicho, inflación de la mala.
Ahora bien, ¿tendremos inflación en el 2021? Por breves momentos, en algunos sectores, probablemente sí. Sobre todo, a mitad de año con la reapertura de industrias cerradas por el coronavirus. El regreso de los conciertos, eventos deportivos, por cosas de esa índole. Es decir, habrá inflación en algunos sectores, pero seguramente no habrá inflación generalizada. En otras palabras, es muy improbable que la tasa anual supere el 2% el próximo año. ¿Por qué? Por el desempleo. Si no sube el empleo, la presión deflacionaria seguirá siendo muy fuerte. Y, durante el 2021, el coronavirus seguirá entre nosotros.
A partir del 2022, las cosas sí comenzarán a ser distintas. Pero en el preciso momento que tengamos empleo pleno y una inflación por encima del 2% en los Estados Unidos, ahí se nos termina la luna de miel, porque la Reserva Federal comenzará a retirar liquidez de la economía. En ese caso, los primeros en sentir el golpe serán los mercados financieros. O sea, Apple, Tesla, Amazon, Bitcoin…
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Para muchos bitcoiners la inflación es un asunto más ideológico que económico. La pelea no es contra el costo de vida (reflejado en el Índice de Precios al Consumidor). El verdadero problema es la intervención del Gobierno en la economía. O sea, se prefiere un sistema de libre mercado de inspiración libertaria. Entonces, cuando se critican las acciones de la Reserva Federal y el sistema fiat en general, en la mayoría de los casos se hace con las vísceras. Son ataques emotivos. ¡Inflación, inflación, inflación! Pero, amigo, no hay inflación. El problema es la deflación. No son tiempos de austeridad. Necesitamos estímulos fiscales y monetarios para impulsar el crecimiento económico. Ah, pero ¿quién dijo que las doctrinas escuchan razones? Entonces, Pedro sigue: “Inflación, inflación, inflación!”