Inflación, deuda y moneda: ¿Se acerca una crisis crediticia?
Los anuncios de la Reserva Federal de los Estados Unidos han generado muchas ventas nerviosas por parte de los inversores. Los mercados han experimentado grandes caídas debido al miedo provocado por la incertidumbre. Ahora bien, ¿por qué tanta incertidumbre? Bueno, todo se debe a una situación macroeconómica extremadamente compleja. Tenemos un claro sobrecalentamiento económico en el contexto de una pandemia. Y el ambiente está repleto de señales mixtas y contradictorias. Por supuesto que las autoridades monetarias deben tomar medidas. No obstante, los detalles de esas medidas aún están por definirse.. El gran elefante en el cuarto: ¿Qué pasará con la deuda?
El crédito es, en gran parte, el responsable de la inflación actual y el sobrecalentamiento económico. El crédito ha permitido la recuperación y el incremento del empleo. Sin embargo, no todo es bueno. El remedio ha tenido efectos secundarios. Obvio que la inflación se salió de control y debe ser frenada con retiros de liquidez. Al parecer, las cadenas de producción y distribución necesitan más tiempo para levantarse. La liquidez es un estímulo. Pero ni tan calvo ni con dos pelucas. El exceso de medicina puede ser tan perjudicial como su deficiencia. Las autoridades deben encontrar un equilibrio.
La Reserva Federal (la Fed) de los Estados Unidos tomó medidas de emergencia para superar la crisis del covid-19. Las medidas de confinamiento generaron una profunda crisis deflacionaria que golpeó los ingresos y disparó el desempleo. En consecuencia, la Fed tomó acciones. En primer lugar, bajó las tasas de interés. Esto quiere decir que obtener crédito es más barato. Entonces, la tentación de endeudarse es mayor. En segundo lugar, la Fed comenzó a comprar deuda pública y privada. O sea, compró bonos-T y bonos corporativos. Eso es lo comúnmente se llama “inyecciones de capital” por parte de la Fed. En criollo, se podría decir que la Fed prestó mucho dinero. En otras palabras, la Fed es el principal acreedor del mundo.
¿De dónde saca tanto dinero la Fed? En teoría, la emisión de dinero es un simple reflejo de la producción. Debemos recordar que el Estado es el socio omnipresente de la sociedad productiva. O sea, el Estado siempre obtiene su pedazo de pastel. En la práctica, sin embargo, el dinero de la Fed son dígitos en un computador. Lo que muchos llaman “fe”. Se trata de la misma fe que vemos en el mundo de los negocios todo el tiempo. Cuando una empresa aporta un servicio y el cliente promete pagar después, esa es la fe de la que hablamos.
Ahora bien, el crédito es dos cosas al mismo tiempo. Es activo y pasivo. Es un activo para el acreedor y un pasivo para el deudor. Entonces, cuando hablamos de una elevada deuda global, no nos referimos necesariamente a que el mundo está al borde de la bancarrota. Porque esa deuda es el activo de alguien más. Cuando la Fed compra bonos-T, se convierte en el acreedor del Gobierno. El Gobierno obtiene un pasivo. Y la Fed obtiene un activo. Es muy distinto a un particular que obtiene una deuda con un banco privado.
Todas las deudas son peligrosas. Pero hay unas deudas más manejables que otras. La deuda del Tío Sam con su banco central es relativamente manejable. Pero no podemos decir lo mismo de la deuda privada. La deuda privada eleva el poder adquisitivo hoy, pero se convierte en una carga mañana. Por ende, es responsable de los ciclos económicos. Una persona altamente endeudada consume menos, porque gran parte de sus ingresos son usados para pagar la deuda. Esto quiere decir que el crecimiento económico es más lento y el riesgo de impago es un peligro latente.
Claro que la inflación se salió de control y la Fed debe tomar medidas. Pero, mucho cuidado, porque mucha agresividad por parte de la Fed podría provocar una recesión y una crisis crediticia. Se podría producir un colapso en el mercado de bonos, una crisis crediticia a nivel de la banca comercial y una crisis de la deuda externa en países del tercer mundo. Un desplome de los mercados perjudica el precio de los colaterales. Y una subida abrupta de las tasas de interés incrementaría el peso de una deuda ya bastante grande. ¿La solución?
La solución más obvia es una subida gradual de las tasas permitiendo un mayor crecimiento económico. El pago de la deuda no es tan pesado en la presencia de mayores ingresos. Por otro lado, hay que ser más indulgente con los cobros. No es insensato comenzar a pensar en la cancelación de algunas deudas. Esa es una solución particularmente viable en el caso de la deuda externa de varios países del tercer mundo. De hecho, es la sugerencia del Fondo Monetario Internacional.
El problema del crédito en el tercer mundo es complejo. Estamos hablando de países sin mercados financieros sólidos que se ven en la obligación de recurrir a los mercados internacionales para poder obtener crédito. El pequeño gran detalle es que, por lo general, se trata de países con gran inestabilidad política, económica, monetaria y social. En otras palabras, son plazas muy poco atractivas para las grandes capitales. Entonces, tienen que ofrecer tasas muy elevadas para poder despertar el interés de los inversores.
Otro problema. Esa deuda normalmente es en moneda ajena. Dólares. Eso implica que deben pagar con el dinero de las reservas. Y eso es solo posible con una balanza comercial positiva. Ahora bien, como los países en vías de desarrollo suelen ser simples exportadores de materias primas y mercancías de poco valor agregado, su suerte depende de los vaivenes de los mercados internacionales. Con pocos ingresos por exportaciones, con una elevada tasa de inflación y una moneda evaluada, la crisis crediticia está a la vuelta de la esquina. Aquí nos damos cuenta que los Estados Unidos tiene la gallina de los huevos de oro con el dólar.
Hablemos de Latinoamérica. El surgimiento de nuevos gobiernos populistas pone a los inversores muy nerviosos. La corrupción, las medidas arbitrarias, el deterioro de la institucionalidad y la retórica incendiaria espanta capitales. Todo esto da paso al culto a la personalidad. Las masas se enamoran perdidamente de su “hombre fuerte”. Pero, en el fondo, lo que tenemos es una receta para el desastre. El populista en cualquier momento puede realizar un impago de la deuda externa alegando unas condiciones injustas por parte de las fuerzas imperiales para obtener los aplausos frenéticos del populacho. Sin embargo, la verdad es que nadie quiere invertir en un país administrado de esa manera.
Bitcoin y las criptomonedas son extremadamente sensibles a los factores macroeconómicos. Esto lo debemos tener muy claro. Mucho cuidado con caer en las ideologías, porque es la manera más fácil de perder nuestro dinero. Bitcoin no es el mesías del Nuevo Orden Mundial. Bitcoin es un código en una red de computadoras. Dicho código representa una tasa de cambio. Así de sencillo. No se trata de un activo de “creación de riquezas”. Es un activo de “transferencia de riquezas”. En otras palabras, hablamos de un mercado especulativo. Es un activo de riesgo que ofrece grandes oportunidades. Pero debemos tomar en cuenta su elevada volatilidad. El término “volatilidad” no es peyorativo. La volatilidad se administra y se aprovecha. El precio de Bitcoin sube en una situación de “risk on”. ¡Atentos!
Este es un artículo de opinión y Cointelegraph no se adhiere necesariamente a lo expresado aquí por el autor
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