Entre el miedo y la codicia. ¿Cómo leer los indicadores de sentimiento?
El dinero pertenece al campo de la psicología. Sin lugar a dudas, el dinero cuenta como un elemento emotivo muy especial. El dinero es básicamente una abstracción como los idiomas, el tiempo o las matemáticas. Es un universo simbólico solo válido para los que aceptan sus códigos. Es un pacto social alimentado por la necesidad y las emociones. ¿Cómo definimos el precio de un activo? Por la ley de la oferta y la demanda. Pero esa es la respuesta simple. En realidad, los precios son definidos por la opinión. Y la “opinión” nace del estado anímico de los inversores.
El lector podría llegar a pensar que todas estas reflexiones parecen más misticismo que finanzas. Pero, de hecho, es simple sentido común. Estamos hablando específicamente del indicador de sentimiento como una medida aproximada que emite señales (imperfectas pero útiles) de compra o de venta. Este indicador se valida por los resultados. Los hechos hablan por sí solos. Los mercados “nacen del pesimismo, crecen en el escepticismo, maduran en el optimismo y mueren en la euforia”. La relación entre la emoción y el precio es obvia y demostrable. Los mercados son subjetivos.
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Por experiencia, puedo dar testimonio de este fenómeno tan particular. Cada vez que Bitcoin sube de precio, recibo un montón de llamadas telefónicas de familiares, amigos, conocidos y lectores manifestando su interés por Bitcoin u alguna otra criptomoneda. Las alzas incrementan la fe entre los más inexpertos. Estos “interesados” por lo general no tienen ni el conocimiento ni el capital para invertir en Bitcoin. Sin embargo, sí tienen sueños de riqueza. Curiosamente, el día que recibo muchas llamadas me preocupo. Sé que el precio va a bajar. Eso se debe a los altos niveles de codicia.
Algo muy distinto ocurre durante una caída. Por lo general, no recibo llamadas después de una caída. A veces un amigo bitcoiner me envía un mensaje manifestando su asombro en tono de chiste, pero normalmente se trata de un trader metido de lleno en el asunto. Por parte del pueblo llano, el tema es ignorado con un silencio nervioso. En lo personal, me encanta ese momento, porque es mi señal para comprar. La mejor estrategia es venderle a los optimistas y comprarle a los pesimistas. ¿Por qué? Porque el optimista compra caro y el pesimista vende barato.
El indicador de sentimiento es una de las herramientas favoritas del inversor contrario. El inversor “contrario” normalmente piensa que la mayoría siempre se equivoca. Y le saca provecho a la ingenuidad colectiva. He aquí la base de todo. El capital es limitado y los pequeños inversores (por ingenuidad) siempre llegan de último a la fiesta. El inexperto necesita de mucha validación para ganar valor e invertir en el mercado. Entonces, necesita ver muchas alzas, leer muchos titulares positivos en la prensa, y sentir el positivismo en el ambiente antes de invertir. Pero, por ser de los últimos en comprar, el precio no tiene otra opción sino bajar. Por esta razón, un elevado nivel de codicia es un diagnóstico de una sobrecompra. O sea, una señal para la venta.
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Estos inexpertos son los primeros en vender durante un pánico. La gran mayoría de los inversores “emotivos” venden durante un gran pánico. Lo que significa que durante un periodo de miedo extremo los inexpertos ya vendieron y solo quedan los más duros que no van a vender. Por ende, el precio comenzará a subir. Por ello, el miedo extremo es indicador de sobreventa. Excelente para la compra. De esta manera, la minoría más inteligente y calculadora hace dinero aprovechándose de la mayoría más ingenua y emotiva.
Los ilusos por lo general no son buenos inversores. El inversor de éxito necesita un elevado control emocional y el suficiente criterio propio como para saber que la mayoría normalmente se equivoca. Eso nos aclara la eterna pregunta: ¿Por qué los analistas se equivocaban tanto? Lo que normalmente ocurre es que los analistas necesitan grandes audiencias. Y, para obtener grandes audiencias, con frecuencia, se cae en el error de escribir lo que la gente quiere escuchar. Y no hay nada más popular durante un periodo de euforia que una predicción optimista. Por otro lado, el pesimismo en un periodo de euforia no cae muy bien. He ahí el dilema moral de todo “experto”. Surge la tentación de escribir para las masas. Y las masas solo aceptan lo que les gusta.
El miedo en un periodo de codicia y la codicia en un periodo de miedo naturalmente genera rechazo. Existe una incompatibilidad de sentimientos en el contraste. Pero invertir no es un viaje a Disneylandia. Cualquiera prefiere pasar por terco que perder dinero. ¿Recuerdan la codicia de la semana pasada? ¿El boom altcoin? Los artículos más populares en la prensa especializada hablaban de los proyectos que llegarían a la luna en cuestión de días. El ingenio compró en la euforia. El ingenio perdió en la caída. Y ahora es el momento de los escépticos que siempre compran después de la caída en medio de un gran charco de sangre.
La enseñanza más importante de todo esto es que los mercados financieros son un gran show. Los supuestos influencers de Youtube, por ejemplo, rara vez dicen la verdad. Lo que realmente quieren es vender sus cursos o vender publicidad. Se trata de la batalla por los -me gusta-. Tienen una agenda. Y para no perder seguidores dicen lo que tienen que decir. Venden una imagen idealizada de las cosas. Porque saben muy bien que a la masa le encanta la fantasía.
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¿Cuál es la realidad? La realidad es ruda, compleja y contradictoria. Tener éxito requiere conocimiento, disciplina, técnica y paciencia. Las cosas son como son. No son como nos conviene que sean. La gente se equivoca. Y los grupos se equivocan. El futuro es incierto. Y nadie lo conoce con exactitud. Las emociones nos llevan al pensamiento ilusorio y a la mentalidad de rebaño. Vemos lo que queremos ver. Pero al mundo no le importa nuestra opinión. El precio de Bitcoin sube y baja. No le importa que necesitamos ese dinero para comprarnos algo bonito la próxima Navidad.
El indicador de sentimiento no es perfecto. Con frecuencia, emite señales falsas. Funciona mejor de manera combinada. Es decir, con otros indicadores. En muchos casos, un periodo de codicia puede durar mucho tiempo debido a factores como el exceso de liquidez. Lo mismo se puede decir sobre los periodos de miedo. No es un indicador perfecto, porque no hay un indicador perfecto que logre captar todo el tiempo la gran complejidad de un mercado entero. No obstante, las emociones sí juegan un rol muy importante en el precio de Bitcoin. Domina tus emociones. Y serás un campeón en el mundo de las inversiones.