El resurgimiento y consolidación de bitcoin dentro de la economía mundial
Estamos en 2021, a finales de 2020 bitcoin, nos hizo recordar aquel 2017 cuando logró colocarse en un precio por encima de los $19,000 USD; sin embargo, el sentimiento ahora es diferente. Para quienes hemos estado inmersos en el mundo de los criptoactivos y especialmente, con bitcoin, estamos experimentado lo que probablemente sea aquello que durante muchos años esperamos: la consolidación y el reconocimiento de bitcoin.
En años anteriores, no era nada sencillo explicar a las personas las razones por las cuáles estábamos convencidos que bitcoin era un activo con potencial dentro de la economía y, estoy segura que algunos lectores se identificarán en este momento con los comentarios que en determinado momento nos hicieron llegar, por ejemplo: “bitcoin es fraude”, “se utiliza para lavar dinero”, “no hay algo que lo respalde”, “no es tangible”, “no tiene valor”. Esas fueron algunas frases con las que debíamos lidiar la mayoría de las veces en foros, charlas o redes sociales (actualmente seguimos lidiando con ello). La actitud desafiante de los incrédulos es comprensible sobre todo si tomamos en cuenta que varios de los detractores provienen de años de “institucionalización”, de hecho, la semana pasada aún alguien me increpó indicándome que, con “bitcoin no tenía ningún valor porque simplemente no era posible pagar una casa o que las empresas lo aceptaran” a lo cual procedí a responder preguntándole si con el oro sí era posible. Para empezar, es probable que una de las primeras cosas que se hayan podido pagar con bitcoin, haya sido una propiedad (después del pago de la pizza más cara), por ejemplo, en 2016 se ofreció en Rusia, la venta de una propiedad en 3,000 BTC por parte de Kalinka Group en 2017 la inmobiliaria Finques El Vent anunció que aceptarían pagos con bitcoin al igual que Mister Piso en 2018, y así, diversas empresas del sector inmobiliario han realizado transacciones con criptoactivos, específicamente bitcoin. Más allá de contar con el conocimiento de que se han hecho este tipo de transacciones, mi respuesta con la pregunta del “oro”, se enfocaba más en destacar que existen otros activos en el mercado que no necesariamente se utilizan para transacciones ordinarias pero también se conceptualizan como dinero puesto que, no olvidemos que el dinero tiene diferentes clasificaciones según los niveles de liquidez y el hecho de que no podamos pagar bienes o servicios con las acciones (títulos de valor) de una empresa, no significa que no sea dinero, en todo caso podríamos decir que no es dinero fiduciario o de uso corriente, como el papel moneda.
En un esfuerzo por ser empáticos con lo que yo llamaría “El paradigma Schiff” en alusión a la aversión que tiene el economista Peter Schiff por bitcoin; y es que, no es sencillo para una persona comprender la existencia y el funcionamiento de bitcoin, sobre todo si es alguien que ha depositado sus ahorros en una institución en la cual dicen confiar por el simple hecho de estar regulada ante las autoridades gubernamentales y que, ante cualquier robo o hackeo, en teoría, se harán responsables y les serán “compensadas” sus pérdidas (esto parcialmente es cierto, pero a niveles macroeconómicos hemos visto un sinnúmero de fraudes bancarios y crisis financieras que han dejado en el desamparo a miles de personas, por ejemplo, el caso de la crisis subprime). Hablar de “nonce”, “proof-of-work” o “hash” es bastante técnico y, por ende, complejo para quien no domina la materia, alguien en alguna ocasión indicaba que, las “criptomonedas son todo aquello que no sabemos sobre finanzas, combinado con todo lo que no sabemos sobre tecnología”. Concebir el “valor” de un intangible que surgió prácticamente de la nada, resulta desconcertante e ininteligible cuando está implícito este esquema convencional. Hablar de bitcoin a muchos les provocó molestia y hasta cierto grado de irascibilidad, por ejemplo, el Premio Nobel Paul Krugman o Jamie Dimon de JPMorgan en 2017.
Empero, para comprender el sentido de bitcoin, es necesario identificar un punto de inflexión en todo esto: la combinación del entendimiento del sistema financiero, los orígenes e innovación de bitcoin. Por un lado, bitcoin nos ha obligado a resaltar nuestras capacidades y contar con un enfoque sistémico y multidisciplinario; y por el otro, el reto que implica comprender bitcoin no sólo se da en un contexto, sino que, al ser un tema disruptor, nos ha obligado a quienes tenemos ya algunos años inmersos en el ecosistema, a conocer temas no sólo tecnológicos y económicos, sino que también fiscales, financieros, legales e incluso sociales. Y todo esto con un objetivo: consolidar nuestros argumentos con la finalidad de explicar ¿cuál es la trascendencia de bitcoin en la historia y qué lo diferencia de otros activos financieros? Y es este punto donde me quiero concentrar en los próximos párrafos.
Bitcoin, el dinero incorruptible
Existe una gran cantidad de documentación sobre el origen de bitcoin, desde quién pudo haber sido el posible creador, hasta ciertas teorías de conspiración sobre su finalidad y objetivo de su existencia. A pesar de que no sabemos quién fue el creador, más que el nombre Satoshi Nakamoto, lo que sí sabemos es que el objetivo era uno: eliminar a los intermediarios financieros y hacer valer la privacidad de las personas en el manejo de su dinero. De hecho, esta idea de discrecionalidad se encuentra ampliamente explicada en el “Cyphernomicon” de Tim May, que refleja todos los mecanismos del “Sistema” para controlar a la población, dicho texto nos muestra cómo es que estamos altamente acostumbrados a la intromisión de las instituciones financieras en nuestras finanzas y todo esto se derivado en gran medida de la justificación del “blanqueo de capitales” que, si bien es cierto existe, no es algo que se de en la mayoría de las pequeños usuarios, como una servidora, estos acontecimientos se han visto en grandes magnitudes desde los gobiernos y la cantidad de corrupción implícita, por ejemplo todo lo que se descubrió con los “Panama Papers”, también podemos retomar el caso de HSBC y la alteración de sus sistemas para permitir las transacciones de cárteles mexicanos. De hecho, hasta 2020, en los reportes de GAFI, el dinero en efectivo seguía ocupando el 1er lugar como instrumento más utilizado para lavado de dinero.
Por otro lado, a lo largo de la historia, se ha demostrado que el dinero ha funcionado como una herramienta para manipular las economías. Los Bancos Centrales, imprimen dinero cuando requieren inyectar mayor capital, provocando una devaluación en la moneda y, por ende, un deterioro económico. Aspectos como la corrupción y la mala administración, han provocado crisis económicas profundas como la de 2008, evidenciando el fracaso de las instituciones financieras y los gobiernos. En ese sentido, se ha pensado que bitcoin podría ser el único antídoto a ese sistema fallido, pues se podría considerar como “dinero incorruptible” debido a sus propiedades inherentes como su red pública y distribuida. Con bitcoin podríamos encontrar esa forma de ser parte de un sistema financiero de confianza y sin que tengamos la mirada del “Gran hermano” sobre nosotros, tal y como escribió Satoshi Nakamoto: “no necesitamos confianza, necesitamos un sistema de pagos electrónico basado en pruebas criptográficas”.
A veces, me siguen preguntando si bitcoin llegará a ser una moneda mundial que no sea controlada por los gobiernos. Esta hipótesis resultaba interesante al inicio, pero para ser honesta desde siempre me pareció una idea sumamente compleja puesto que eso implicaría una serie de modificaciones macro y microeconómicas las cuáles requerirían un consenso a nivel internacional. Por ejemplo, tendríamos que visualizar economías similares y, por ende, una democracia mundial, lo cual resulta inconcebible cuando de antemano sabemos que los países desarrollan sus propias monedas como una forma de mantener su hegemonía; además, tendríamos que olvidarnos, en cierta medida, de los custodios de criptoactivos cada vez más regulados y pensar más en la ejecución de nuestros propios nodos, cosa que la mayoría de los usuarios no hacen por una simple razón: el interés en la convertibilidad de bitcoin cuando se quieren tomar las ganancias o no se quiere perder dinero cuando el precio baja; y, nuevamente, la comodidad que provoca delegar la administración a un tercero de “confianza” (nada diferente al sistema tradicional). A pesar de que esta hipótesis se sigue viendo lejana, podría tener lugar en un futuro si, de forma natural, se diera una adopción masiva que permitiera una integración económica fortalecida en las estructuras del comercio internacional para establecer a bitcoin como un patrón, inicialmente, en las transacciones financieras; es decir, que todos los individuos, por convicción, decidieran utilizar bitcoin como un patrón. Si Julio César logró establecer una relación 12:1 con el oro y se mantuvo durante 12 siglos en diferentes etapas con el aureus y el bezant, ¿por qué no pensar que las siguientes décadas esto podría evolucionar con bitcoin? A pesar de que no es imposible, en el corto plazo, esto probablemente no sucederá.
La inversión institucional y corporativa
De la historia anterior, bitcoin como un sistema de pagos, probablemente muy poco quede. Para que lo anterior sucediera, tendríamos qué cambiar el rumbo que ha tomado en estos últimos años y eso es algo que parece complicado, puesto que los instrumentos financieros derivados basados en bitcoin cada vez son más populares. Bitcoin ahora es un instrumento que se utiliza en gran medida como cobertura y ha encontrado una excelente posición dentro de la industria financiera como mencioné al inicio, a través de la inversión institucional. Resulta bastante interesante observar a figuras destacadas que, probablemente durante mucho tiempo mantuvieron una posición sobre bitcoin oculta y ahora destacan sus inversiones en bitcoin, por ejemplo, Michael Saylor CEO de MicroStrategy o Ricardo Salinas Pliego, el segundo hombre más rico de México, que afirmó tener el 10% de su cartera líquida en bitcoin. Asimismo, instituciones financieras y otras compañías han destinado una parte de sus fondos a la inversión en bitcoin, tal es el caso de Grayscale, CoinShare Square y nuevamente MicroStrategy. Incluso, esta última empresa ha ido mucho más lejos: emitió alrededor de 650 millones de dólares en notas convertibles para nuevas adquisiciones de bitcoin con una fecha de pago a los inversionistas para 2025 y la semana anterior, volvió a adquirir de bitcoin por aproximadamente 10 millones de dólares. Tampoco olvidemos la solicitud de VanEck SolidX Bitcoin Trust a la SEC en EE.UU., para el lanzamiento de un fondo cotizado (ETF) de bitcoin.
Ahora bien, no sólo se trata de entusiastas millonarios como como Saylor o Jack Dorsey, CEO de Square; también las instituciones financieras tradicionales están mostrando un ávido interés no sólo por bitcoin, sino también por todo lo que implica la industria de los criptoactivos. Diversas instituciones financieras anunciaron servicios de custodia para criptoactivos, por ejemplo, BBVA lo anunció en diciembre pasado y el banco DBS de Singapur o el CME lanzando futuros de bitcoin. Tampoco podemos olvidar el interés de PayPal y su apertura para la compra de criptoactivos y las pruebas de Mastercard para desarrollo de CBDC. Por el otro lado, algunas empresas del ecosistema cripto, se fueron consolidando e institucionalizando, por ejemplo, la licencia de banco que obtuvo la criptoexchange, Kraken, en Wyoming, EE.UU. marcó un hito. Otro ejemplo es la alianza de Visa con Blockchain Circle para permitir pagos en USDC con tarjetas de crédito.
El renacimiento de bitcoin
Hablar de bitcoin y recordar el camino recorrido hasta ahora, siempre me provoca emoción y, algunas veces, nostalgia (probablemente por la divergencia que existe con su objetivo inicial). A lo largo de los años, han existido sentimientos encontrados, desde burlas y falta de credibilidad, hasta el reconocimiento por la pasión con la que nos expresamos al hablar de su historia. Y es que, no es para menos, a simple vista muchos pueden concentrarse en los aproximadamente $31,000 USD que vale 1 bitcoin al momento de esta redacción; sin embargo, el concepto va a más allá, se trata de la idea de tener por primera vez en la historia de la humanidad, un activo 100% que tiene programada su escasez, que sabemos con certeza el momento en que dejará de existir su producción (año 2140). Realmente es emocionante y hasta conmovedor saber que, al menos en términos tecnológicos, se encontró el “Santo Grial” de un sistema seguro, inmutable e infalsificable para transferir valor en internet.
Al parecer, quienes manejan los grandes capitales han comenzado a comprender el valor de bitcoin más allá de un modelo que compara el comportamiento de bitcoin con el oro, como el Stock-to-Flow (S2F). Se lo han tomado muy en serio, tan es así que el contagio ha atraído a muchos conservadores y ha silenciado a quienes sentían felicidad cuando se hablaba de bitcoin como una burbuja financiera, un ejemplo de ello de este contraste son las portadas de enero de 2018 y 2021 de “The Financial Times”. Por esa razón, 2020 marca la diferencia con 2017, porque se trata de un contexto y condiciones diferentes. A pesar de que diversos pronósticos marcaban una tendencia alcista, son los grandes jugadores quienes están definiendo el rumbo de bitcoin. Basta retomar el comunicado de Ruffer, uno de los fondos de inversión más importantes en Reino Unido, donde indicó que añadiría bitcoin a su cartera como una ¡póliza de seguro! Ante la inminente devaluación de las principales divisas del mundo, ¿quién podría imaginarse escuchar estas declaraciones después de haberse considerado como un fraude durante varios años? Enterarse de estas decisiones de inversión como las de Ruffer, Grayscale o Microstrategy llaman la atención, pero escuchar la justificación de quienes están detrás de estas empresas, no sólo impacta, sino que también nos motiva y reconforta al saber que, tal vez no estábamos tan equivocados o “descabellados” y sólo era cuestión de esperar un poco de tiempo.
Y, la pregunta para todos sigue siendo: ¿hasta dónde llegará bitcoin? Si dicho cuestionamiento está enfocado en el precio, es algo que no se puede determinar, por múltiples análisis técnicos que se publiquen. El análisis técnico es una herramienta que, si bien es cierto cuenta con elementos básicos a considerar, al final todos los que operan con criptoactivos saben que la eficiencia de sus estrategias también debe llevar un seguimiento para ser validadas. Como en diferentes ocasiones he explicado, para entender hacia dónde se dirige bitcoin, es importante saber cómo va incursionando en los sectores donde se mueve mayor capital. Es decir, por mucho que el modelo S2F, los fractales o cualquier otro modelo nos indicaran que bitcoin valdrá $100 mil dólares en los próximos 6 meses, sigue siendo el análisis fundamental quien va determinando la variación de los precios, una situación que no es difícil de observar.
Por lo tanto, pensar en el futuro de bitcoin nos obliga a regresar a sus orígenes en el diseño: la escasez y el anonimato. No queda la duda de que bitcoin tiene similitud con el oro por ser un activo escaso, a pesar de que el concepto en cada uno tenga diferentes contextos. En ese sentido, para muchas empresas, utilizar bitcoin les ha dado un impulso importante, Microstrategy aumentó cuatro veces el valor de sus acciones de agosto de 2020 a esta fecha.
Tal y como se vislumbraba, la evolución natural del ecosistema ha sido, grosso modo, de la siguiente forma:
- Surgimiento de bitcoin.
- Creación de otros protocolos tecnológicos.
- Desarrollo de otros criptoactivos.
- Consolidación del ecosistema.
- Interés por empresas externas al ecosistema.
- Interés de los gobiernos por crear sus propias criptomonedas (CBDC).
Por lo tanto, lo que podríamos visualizar son las siguientes tendencias:
- Más empresas e inversionistas institucionales adquiriendo bitcoin o invirtiendo en instrumentos que lo utilicen como subyacente.
- Los gobiernos dando apertura regulatoria a empresas que realicen operaciones con criptoactivos.
- Casas de bolsa tradicionales desarrollando más productos basados en criptoactivos.
- Instituciones financieras tradicionales, como los bancos, ofreciendo servicios de custodia o compra y venta para criptoactivos.
Es evidente que los criptoactivos llegaron para quedarse y, en el corto plazo, tendremos una combinación de empresas cripto reguladas y viceversa, instituciones reguladas incursionando con productos cripto. Esto por una simple razón: todos querrán un pedazo del pastel, incluso los propios gobiernos y, seré insistente, no descartemos que los gobiernos comiencen a tener reservas en bitcoin, lo cual impulsaría nuevamente el precio de bitcoin como sucedió con las empresas que compraron grandes cantidades.
Para responder la pregunta que planteaba al inicio ¿qué diferencia a bitcoin de otros activos? Existen respuestas de tipo tecnológicas (como las que mencioné en párrafos anteriores); sin embargo, me permito destacar para mí, tal vez la más importante: el anonimato de su creador. Eso me parece poderoso en este activo porque eso no ha dado certeza de que es un activo que no es controlado por alguien lo cual hasta cierto punto brinda cierta confianza en el sentido de que, no veremos enjuiciado a nadie por haberlo creado (como se ha dado con otras personas, por ejemplo, Julian Assange). El anonimato de Nakamoto, le da ese valor agregado que hace prácticamente perfecta la existencia de bitcoin; asimismo, es importante resaltar que, en estos 12 años de existencia, no ha tenido ninguna falla tecnológica en su protocolo (salvo en sus inicios), lo cual brinda mayor seguridad. Estos y otros aspectos parecer que, finalmente, los grandes jugadores dentro del mundo de los negocios lo han entendido, el dinero con el tiempo ha perdido su valor, con bitcoin eso no ha sucedido.
Sigue leyendo: