El patrón oro: ¿por qué fracasó y por qué nadie lo echa de menos?
Seamos sinceros. Ningún sistema es perfecto. Ningún dinero es perfecto. Es fácil soñar con la utopía desde la oposición. Es mucho más difícil construirla. Muchos conservadores defienden una visión reaccionaria en oposición al progresismo estatista. Es decir, creen que el pasado era mejor. Y piensan que la mejor reforma es volver al pasado. Por ejemplo, al patrón oro. ¿Pero acaso las cosas eran tan buenas en el pasado?
Un retorno al patrón oro no tiene mucho sentido desde el punto de vista económico. De hecho, ningún economista en su sano juicio quiere volver a los errores del pasado. Sin embargo, este no es un asunto económico. El patrón oro no es una política económica sensata. Sin embargo, en el mundo de hoy, el patrón oro se ha convertido en un símbolo de rechazo al poder del gobierno y de las instituciones como la Reserva Federal o el Banco Central Europeo.
Ahora bien, el patrón oro, en el fondo, es simplemente una forma de expresar una visión conservadora del mundo, basada en la idea de que el oro es un valor natural y moral que garantiza la estabilidad y la libertad frente al “socialismo monetario” y la inflación. El patrón oro tiene el apoyo de una minoría muy influyente de inversores y donantes políticos que se benefician de las altas tasas de interés y que se oponen a las medidas de estímulo adoptadas por los bancos centrales tras la crisis financiera del 2008. En otras palabras, el debate sobre el patrón oro es más una cuestión de ideología que de economía.
El patrón oro fue un sistema monetario que consistía en fijar el valor de la moneda de un país en función de la cantidad de oro que poseía. Así, se podía convertir el papel moneda en oro a un precio establecido y se buscaba mantener unos tipos de cambio fijos entre los países. El patrón oro se basaba en la idea de que el oro era un valor natural y moral que garantizaba la estabilidad y la libertad económica.
¿Cuándo se establece? El patrón oro tuvo su origen en Inglaterra en 1819, cuando se estableció que el papel moneda fuera intercambiable por una cantidad definida de oro. Otros países siguieron el ejemplo de Inglaterra, especialmente Estados Unidos, que adoptó el patrón oro en 1879. El patrón oro se extendió por todo el mundo durante el siglo XIX y principios del XX.
Sin embargo, el patrón oro entró en crisis con la Primera Guerra Mundial, cuando los países participantes tuvieron que imprimir más dinero del que tenían respaldado por oro para financiar el conflicto. Esto provocó inflación y desequilibrios en la balanza de pagos. Después de la guerra, se intentó restablecer el patrón oro, pero sin éxito. La Gran Depresión y la Segunda Guerra Mundial acabaron gradualmente con el sistema monetario basado en el oro. Y, finalmente, Nixon dio la última estocada.
Claro que el patrón oro tiene ventajas y desventajas. Entre las ventajas se encuentran la estabilidad de precios, el equilibrio de la balanza de pagos, el fomento del comercio internacional y la prevención de la represión financiera. Entre las desventajas se encuentran la escasez de dinero, la rigidez de la política económica, la dependencia de la oferta de oro y la vulnerabilidad a los shocks externos. Hoy es prácticamente un consenso que las desventajas del sistema son demasiadas y que no vale la pena volver al pasado.
Pasada la página del patrón oro, el mundo ha adoptado sistemas monetarios basados en el dinero fiduciario, es decir, el dinero que no tiene valor intrínseco, sino que se basa en la confianza de los agentes económicos. El dinero fiduciario se emite por los bancos centrales y su valor depende de la oferta y la demanda. Los tipos de cambio entre las monedas son flexibles y fluctúan según las condiciones del mercado.
El patrón oro ha quedado como un recuerdo histórico y una propuesta ideológica de algunos sectores conservadores que rechazan el poder del gobierno y de las instituciones financieras sobre la economía. Algunos defensores del patrón oro ven en las criptomonedas una alternativa al dinero fiduciario, ya que tienen una oferta limitada y no dependen de ninguna autoridad central.
Bitcoin es una moneda ciudadana y escasa que corre en una red descentralizada de computadoras. Algunos de sus partidarios ven en Bitcoin una alternativa al dinero fiduciario, que consideran inflacionario y manipulado por los gobiernos y los bancos centrales. Estas posturas tienen mucho en común con las de los defensores del patrón oro, que abogan por un sistema monetario respaldado por el metal precioso. Ambos grupos comparten una visión conservadora y libertaria de la economía, que rechaza la intervención estatal y confía en el libre mercado. Ambos movimientos comparten una visión crítica del papel del Estado y de los bancos centrales en la economía, y una confianza en el poder del libre mercado y de la tecnología.
La gran pregunta: ¿Vale la pena un retorno al patrón oro? Es decir, ¿sería mejor para todos? El extremismo político está dispuesto a hundir el barco para que su bando gane y sus enemigos pierdan. No importan las desventajas o los sacrificios que se deban hacer. No importa. El extremismo político aboga por la victoria a toda costa. Sin embargo, la mayoría de la población no es tan devota. Las ideologías no son tan importantes para la mayoría. La gente en el fondo lo que quiere es vivir mejor. Y el patrón oro u otro sistema basado en dinero escaso no es la solución. ¿Por qué? Por la experiencia histórica. Son utopías. Suenan muy bien en los debates políticos. Pero son un desastre en la práctica.
Muchas personas sueñan con la utopía, con un mundo ideal donde todo sea justo, bello y armonioso. Es fácil imaginar ese mundo desde el sofá, desde la crítica o desde la oposición. Es fácil proponer soluciones perfectas que no toman en cuenta la complejidad y la diversidad de la realidad. Pero construir un mundo mejor no es una tarea fácil. El pragmatismo nos ha dado un mejor mundo que las ideologías, porque se basa en la experiencia y la evidencia, y no en dogmas o prejuicios.
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