El genio de la inteligencia artificial nos sorprende: cómo anticiparnos a sus impactos sociales
En la reunión de líderes de la Fundación Obama, expertos en IA pudieron debatir con el expresidente Barack Obama sobre el impacto social de la tecnología. Coinciden en que la IA es una tecnología de máxima prioridad que puede tener efectos positivos y negativos en nuestra sociedad. Por eso, nos advierten de los riesgos de la IA generativa, una plataforma que puede crear contenidos falsos que pueden engañar, manipular o desinformar a la gente.
No obstante, no todo es malo. De hecho, podemos ser bastante optimistas con la tecnología porque podemos aprovechar las oportunidades que ofrece la IA para mejorar el mundo en áreas como la salud, la educación o el diseño. Sin embargo, debemos tener mucho cuidado, porque la IA es como un genio que ha salido de la lámpara y no va a volver. Tenemos que actuar rápido y con responsabilidad para no despertar al genio malvado.
La tecnología es como una varita mágica que nos permite hacer cosas increíbles con solo moverla. ¿Quieres comunicarte con alguien al otro lado del mundo? ¡Pum! Usa tu teléfono. ¿Quieres aprender algo nuevo? ¡Pum! Busca en Internet. ¿Quieres divertirte? ¡Pum! Juega a un videojuego. Parece que la tecnología solo nos trae beneficios y soluciones, ¿verdad?
Pues no tanto. Resulta que cada vez que usamos la varita mágica, estamos cambiando el mundo sin darnos cuenta. Y no siempre para mejor. La tecnología puede afectar a nuestra sociedad de formas que no esperamos ni controlamos. Puede crear problemas sociales, económicos, políticos o éticos. Puede generar desigualdades, conflictos, dependencias o riesgos.
Desde que el hombre empezó a usar piedras, palos y huesos para hacer herramientas, la tecnología ha sido su mejor aliada para facilitar su vida. Gracias a la tecnología, el hombre ha podido satisfacer sus necesidades y propósitos de forma más rápida y eficiente. Ha podido explorar, inventar, crear y transformar el mundo a su antojo. Ha podido acumular conocimiento y aplicarlo a nuevos problemas y desafíos. Ha podido alcanzar un nivel de poder técnico sobre la naturaleza que ningún otro ser vivo ha logrado.
¿No es impresionante? Pues sí, pero también tiene su lado oscuro. Resulta que la tecnología nos afecta. Es decir, la tecnología nos cambia. Y no siempre para bien. La tecnología puede hacernos más dependientes, más distraídos, más ansiosos, más solitarios o más conformistas. Puede consumir nuestro tiempo, nuestra energía, nuestra atención o nuestra creatividad. Puede generar conflictos, desigualdades, injusticias o amenazas. Puede atentar contra nuestra libertad, nuestra privacidad, nuestra seguridad o nuestra dignidad. Por eso, tenemos que ser conscientes de cómo usamos la tecnología y qué efectos tiene en nosotros y en los demás.
Tenemos que ser críticos, responsables y éticos con la tecnología. Tenemos que aprovechar sus beneficios sin caer en sus trampas. Tenemos que usarla como una herramienta y no como una muleta.
El automóvil, por ejemplo, es como una droga que nos engancha y nos hace dependientes. Al principio, nos promete una vida más fácil y rápida, pero luego nos cobra un precio muy alto. El automóvil nos permite viajar de un lugar a otro en menos tiempo que caminando, pero también nos obliga a vivir más lejos de nuestro trabajo, de nuestra familia y de nuestros amigos. Así, el automóvil nos da la ilusión de libertad, pero también nos somete a las normas del tráfico, del combustible y del estacionamiento.
La persona que antes vivía a 15 minutos de su trabajo caminando, con el automóvil, podía llegar en 5 minutos. Pero a medida que todos tienen automóvil y las ciudades se van transformando, ahora esa misma persona que antes duraba 15 minutos caminando de su casa a su trabajo ahora llega en 30 minutos en automóvil. Pero ya no es práctico irse caminando. ¿Ganó tiempo o perdió tiempo?
El automóvil nos ahorra esfuerzo físico, pero también nos quita salud, bienestar y contacto con la naturaleza. El automóvil nos conecta con el mundo, pero también nos aísla de los demás. El automóvil nos facilita el transporte, pero también nos genera problemas ambientales, sociales y económicos. El automóvil es una invención maravillosa, pero también una trampa peligrosa.
En un principio, cuando llegaron las redes sociales, recuerdo que uno de los temores era el riesgo para la seguridad personal que suponía que nuestra información privada estuviera a la vista de todos. Pero la gente publicaba cosas para conectarse con sus amigos. Pero las personas usaron las redes para expandir sus círculos. Y eso permitió que extraños de distintos lugares se asociaran en torno a intereses comunes. Eso facilitó la creación de grupos. Y, nos guste o no, creó división y fragmentación social. Lo que tiene efectos como el fanatismo, la desinformación y el odio.
Entonces, lo que empezó como un modo de comunicarse con amigos, ahora no solo es una necesidad profesional, sino que también se ha transformado en la principal fuente de información de muchos. Pero se trata de información muy poco confiable. Y he ahí el gran peligro.
Claro que todas estas consecuencias fueron muy difíciles de prever al principio. De cierto modo, nos han tomado por sorpresa. Y eso seguramente va a pasar con la IA. Ahora pensamos que podemos ver los riesgos y peligros con anticipación. Pero lo más probable es que también nos sorprenda. Porque el mundo será cambiado por la IA. Y ese mundo será tan distinto al de hoy, que las personas de hoy aún no lo podemos entender.
La IA puede ser una gran aliada para personalizar nuestra experiencia y satisfacer nuestros gustos. ¿Te gusta la poesía, la literatura o el cine? Pues la IA puede crear contenidos exclusivos para ti, adaptados a tu estilo y preferencias. ¿No es genial? Pues sí, pero también tiene su lado negativo. ¿Qué pasaría con la cultura? La IA puede aislarnos de los demás y hacernos perder el contacto con la realidad. La IA puede reducir nuestra diversidad y nuestra capacidad crítica. La IA puede crear una burbuja donde solo vemos lo que queremos ver, y no lo que necesitamos ver.
La IA puede ser una bendición o una maldición, según cómo la usemos. Al personalizarlo todo, ese lugar común que llamamos cultura se perdería. ¿Podría la humanidad sobrevivir a un mundo así? ¿Cómo podría funcionar la sociedad si las personas no tienen nada en común entre sí?
Aclaración: La información y/u opiniones emitidas en este artículo no representan necesariamente los puntos de vista o la línea editorial de Cointelegraph. La información aquí expuesta no debe ser tomada como consejo financiero o recomendación de inversión. Toda inversión y movimiento comercial implican riesgos y es responsabilidad de cada persona hacer su debida investigación antes de tomar una decisión de inversión.
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