El dinero y la libertad: una perspectiva histórica, social y ético
El dinero es algo que nos interesa a todos, pero por lo general no lo asociamos a la filosofía. Eso no quiere decir que no haya filósofos interesados en el tema. Por ejemplo, George Simmel, un pensador alemán que vivió entre 1858 y 1918, escribió un libro muy interesante llamado la filosofía del dinero, donde analizó cómo el dinero influye en la cultura, la sociedad, la psicología y la ética. Simmel no se limitó a describir el dinero como un medio de intercambio o una medida de valor, sino que lo consideró una forma de expresión y de relación entre las personas. Además, reflexionó sobre los efectos positivos y negativos del dinero en la vida humana, como la libertad, la individualidad, la alienación o la corrupción.
¿Qué es el dinero? El dinero no es algo natural, sino una invención humana. Los animales no entienden de dinero, porque para entenderlo hay que tener capacidad para la abstracción. Es decir, hay que saber lo que es un símbolo. Un símbolo es una convención humana. En pocas palabras, un símbolo es la representación de algo más. El dinero es la representación de valor universal. O sea, el valor de intercambio expresado en números.
Las matemáticas, la escritura, la contabilidad y la vida urbana son inventos que nacieron juntos. No fue una coincidencia, sino una consecuencia del comercio. Antes de que existieran las ciudades, los humanos vivían en grupos pequeños y se conocían entre sí. No necesitaban números para contar, ni letras para escribir, ni libros para registrar. Se bastaban con el intercambio de favores, la confianza mutua, la memoria colectiva, la tradición oral, la caza y la recolección. Su relación con el mundo y con los demás era directa y personal. Pero cuando los grupos empezaron a crecer en tamaño, las cosas se complicaron.
Los humanos somos propensos a dividir el mundo en dos bandos. La respuesta está en nuestra biología tribal. Desde la prehistoria, los humanos se agrupaban en tribus para sobrevivir. Dentro de la tribu, había cooperación y regalos. Fuera de la tribu, había competencia y violencia. Así se formaba la idea de nosotros y ellos, de amigos y enemigos, de dentro y fuera. Pero, cuando la población creció debido a la agricultura y al sedentarismo, las cosas cambiaron. La sociedad se hizo más impersonal y compleja. Ya no bastaba con la lealtad tribal, sino que había que buscar soluciones más abstractas. La tribu se hizo demasiado grande y se necesitaron nuevas formas de organización. Así nacieron las ciudades, los estados, las leyes, las religiones, las ideologías…
Los griegos fueron los primeros en inventar el dinero como lo conocemos hoy: una moneda con un valor universal. Pero también fueron los primeros en reconocer sus peligros y sus límites. El dinero nos liberó de los lazos y las limitaciones de la sociedad tradicional, donde las cosas dependían de la tradición y los clanes. Pero también crea la ilusión de que todo se puede reducir a la singularidad de un número. El dinero nos hace pensar que todo se puede expresar con un número (valor monetario). Pero esto puede tener un efecto deshumanizante, al alejarnos de la realidad concreta de las cosas. Así, podemos caer en el exceso de acumulación, de consumo y de competencia por el estatus. Y podemos correr el peligro de estar dispuestos a todo por conseguir dinero, incluso a sacrificar los valores humanos.
Georg Simmel, en su libro La filosofía del dinero, nos dice que el dinero es un arma de doble filo para la libertad. Con el dinero podemos liberarnos de las cadenas de la opresión, el sometimiento o la dependencia. Con el dinero podemos explorar y disfrutar de la variedad y la autonomía de la vida. Pero el dinero también nos aliena, al convertir todo lo que vale en un número frío y uniforme. El dinero también nos aísla, al interponerse entre nosotros y los demás como un mediador sin alma. El dinero nos abre y nos cierra puertas a la libertad.
Todos sabemos que la familia y los amigos son importantes y que nos ayudan cuando lo necesitamos. Por ejemplo, la abuela nos prepara una rica comida cuando la visitamos y no nos cobra nada. O nuestro amigo nos deja dormir en su sofá si no tenemos dónde quedarnos. O los bomberos nos rescatan si se incendia nuestra casa. Estas son formas de dar y recibir sin dinero, como hacían nuestros antepasados en la prehistoria. Pero no todo es tan bonito como parece. A veces, los regalos y los favores tienen condiciones y límites. No podemos elegir lo que queremos, no nos garantizan la calidad y nos quedamos con la sensación de deber algo. Por eso, a veces es mejor deber dinero que deber favores. Así evitamos problemas y malentendidos.
¿Te gusta depender de la generosidad de los demás? A veces puede ser agradable, pero otras veces puede ser una pesadilla. La economía de regalo no funciona muy bien. Imagina que tienes que aguantar los sermones de tu abuela cada vez que te invita a comer. O que te quedas en el sofá de un amigo y resulta que está lleno de pulgas. O que los bomberos te salvan a tu gato y luego se niegan a limpiar el desastre. La relación monetaria es diferente. Se basa en acuerdos claros y justos. Tú tienes algo que yo quiero, y yo tengo algo que tú quieres. Hacemos un trato. Los dos salimos ganando. La relación comercial es como la relación familiar, pero sin dramas, sin sorpresas y sin compromisos. Hay elementos más mecánicos y predecibles.
El dinero es una tecnología social. Es un mecanismo de organización. El dinero puede ser liberador porque te da opciones. ¿Quieres viajar por el mundo? ¿Comprar una casa? ¿Comer pizza? Con dinero, puedes hacerlo. Hay muchos extraños dispuestos a hacer cosas por ti a cambio de tu dinero. Eso te abre un abanico de posibilidades. El dinero es impersonal, indirecto y de bajo contexto. Es aceptado por la mayoría de las personas. La familia y la amistad, por otro lado, no se pueden escalar. Estas instituciones requieren mucho tiempo y esfuerzo para consolidarse. El dinero es rápido y sencillo. Ofrece algo de valor y la gente te dará dinero por ello. Así funciona el dinero.
Muchos usan el dinero para presumir. Ese es un camino. Si eso te hace feliz. Pero el verdadero poder del dinero es la libertad. El dinero te multiplica las opciones. Y, al tener opciones, ganas independencia, autonomía y capacidad. Seamos filósofos del dinero.
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