El arma de los gobiernos contra Bitcoin
Antes de empezar este artículo quiero pedir perdón a los lectores bitcoiners porque por medio de este texto se podría mostrar un ataque al todopoderoso, Alfa y Omega, omnisciente, omnipresente Bitcoin, sin embargo, les pido que tratemos de pensar por fuera de la caja ante lo planteado.
Con lo anterior mencionado, prosigo con una idea introductoria que creo que deberíamos tener bastante clara.
Los gobiernos no son amigos de Bitcoin
Si, lo sé. Es una afirmación dura y difícil de digerir, pero es lógica.
¿Por qué los gobiernos serían amigos de algo que implica ceder su poder?
¿Por qué quisieran que existiera algo que les impide manejar su política monetaria a su antojo?
Como bien lo ha dicho Kiyosaki (alguien que no es santo de mi devoción), Bitcoin es el dinero del pueblo. Pero, decir dinero del pueblo no implica que sea el dinero de los gobiernos. Porque después de todo mis amigos, el gobierno no es el pueblo.
Salvo honrosas excepciones como las que hemos visto en Venezuela e islas del Caribe o con los fondos de Bulgaria en BTC, Bitcoin está diseñado para ser un enemigo para los gobiernos.
Y la idea no está en discusión.
De hecho, ya la idea se discutió hace mucho tiempo en Bretton Woods. El rotundo rechazo por el que pasó Bancor, la propuesta británica que diseñó Keynes para plantear una unidad monetaria internacional única, es una muestra de la resistencia que pueden tener los gobiernos a la idea de ceder “su” soberanía financiera.
Cuando surgió la filtración acerca de que Donald Trump ordenó a Steven Munchin que fuera contra Bitcoin, todos en la comunidad nos reímos y pensamos que era una bufonada de las cuales suele hacer gala el personaje, cuando la realidad es que este es un movimiento lógico por parte de un gobierno que ostenta el cetro y la corona de la economía mundial. ¿O es que en serio ustedes creen que los Estados Unidos pretende renunciar a la jerarquía del dólar?
Me podría centrar a explicar lo mismo con el caso del Euro con la Unión Europea, el Yuan en China, el Rublo en Rusia, la Rupia en la India o el Yen en Japón, pero todos me llevarían a la misma conclusión: Los gobiernos no están dispuestos a perder “su soberanía financiera” para dejarla en manos de algo que no entienden y que no pueden manejar.
La utopía de gobiernos almacenando Bitcoin como reservas nacionales, tal y como si fueran lingotes de oro, es propia del mundo del Ratón Pérez, Santa Claus y la Cenicienta. No existe.
El oro y su industria puede ser manipulada o afectada por los gobiernos, mientras que Bitcoin no.
El arma secreta
Habiendo dejado claro, o eso pretendo creer, la idea que los gobiernos no son amigos de Bitcoin, voy a hablar de aquello que podrían hacer en contra de Bitcoin.
En primer lugar, debo mencionar que, al menos desde mi punto de vista, los gobiernos no pueden afectar a Bitcoin de forma directa.
La Blockchain de Bitcoin junto a su código le hace de cierta forma infranqueable. El poder de cómputo dedicado a mantener la red de BTC segura, es más alto que cualquier súper computadora existente dentro del mercado. Ninguna computadora cuántica existente en el mercado hoy en día puede romper el algoritmo de firma digital de curva elíptica y SHA-256 que está detrás de Bitcoin. Bitcoin es Superman y en esta historia no hay Kryptonita.
Sin embargo, esto no impide que Lex Luthor (los gobiernos) intente afectarlo de forma indirecta atacando su reputación.
Después de todo, los gobiernos saben que no pueden destruir a Bitcoin, pero, creo que también entienden que no necesitan hacerlo, al menos directamente. Solo necesitan destruir la confianza de la gente en él. Una parte importante de la ecuación de Bitcoin que no depende enteramente de la criptomoneda.
Como moneda descentralizada, sin autoridad central ni empresa que le respalde, Bitcoin se mantiene sobre los hombros de la gente. Sobre la confianza que tenemos todos en nuestro campeón.
Sin embargo, esta confianza es algo ajeno a Bitcoin. La confianza no está protegida por SHA-256 ni por Curvas Elípticas. No hay llaves privadas para blindar nuestra confianza.
Esta confianza puede ser bombardeada y atacada a través de narrativas, algo que los gobiernos son expertos haciendo. Estados Unidos hizo creer al mundo que una invasión a Irak era necesaria y los rusos han engañado por años a la gente sobre las bondades del comunismo. ¿De verdad creen que les cuesta mucho armar narrativas que sean convincentes entre la población?
Una narrativa en la que Bitcoin salga como la principal moneda que financió un ataque terrorista a un jardín infantil. La moneda que mantiene a flote económicamente a un régimen dictatorial que rocía gas sarín sobre su población. El medio de pago usado por Corea del Norte para comprar uranio enriquecido a Irán. Son muestras de esas que llamamos Narrativas.
Historias que le permitan inducir pensar a las masas que están frente a una moneda criminal.
Narrativas que le den autorización moral para promulgar leyes que impulsen una prohibición de su uso, cerrar exchanges y encarcelar a quien le utilice.
Rumores que corran entre la gente para desincentivar su uso haciéndola ver como una fuente asociada al mal.
Ya reseñaba Maquiavelo en su obra “El Principe” justificando el uso de medios innobles para fines necesarios, sobre una enseñanza de Virgilio sobre la Reina Dido: Res dura, et regni novitas me talia cogunt moliri, et late fines custode tueri. Traducido al español como: El momento grave y la novedad del reino me obligan a usar tales medios y a defender mis confines.
¿Cómo quedaría Bitcoin ante esto? A nivel de código quedaría intacto. Se seguirían generando bloques cada 10 minutos. Su tope de emisión no sufriría daño alguno y su halving seguiría programado para el 2024.
Sin embargo, a nivel de confianza no sería el mismo. La percepción de la moneda quedaría afectada ante el público.
Y no amigo Bitcoiner, como te mencioné anteriormente, piensa fuera de la caja y no pienses como alguien que ya está dentro del “hoyo del conejo”, piensa como la población llana, aquella que pretendes que algún día use Bitcoin para así lograr la adopción mundial que nos llevará a los 300 mil dólares por 1 BTC. ¿Crees que de darse este escenario ellos confiarían en Bitcoin?
Y entonces, si ya vislumbramos un posible ataque, ¿Que debemos hacer? ¿Acaso nos debemos quedar sentados confiados en la superioridad de BTC y esperar un bombardeo “de la verdad” o tomaremos las medidas necesarias para blindar la verdad y mantener alimentada la confianza en la solidez del sistema? Creo que es hora de comenzar y avanzar en la batalla, porque ya está declarada la guerra.
Este es un artículo de opinión y Cointeleraph no adhiere necesariamente a los expresado aquí por el autor
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