De qué manera el dinero ha servido para expresar identidad y anhelos de libertad
En este artículo, vamos a recurrir a la historia para recordar que el dinero siempre ha tenido una dimensión política. Es decir, el dinero es esencialmente una tecnología social. Después de todo, el poder es para la sociedad lo que la fe es para la religión. Los gobernantes han utilizado históricamente la oferta monetaria como un método para imponer impuestos de manera sigilosa y consolidar su poder.
La respuesta de la oposición rebelde, en muchos casos, ha sido optar por la creación de una alternativa privada, más allá de rehusarse a pagar impuestos. O sea, una insurrección monetaria es el primer paso en el camino hacia la lucha contra el Estado. Lamento informarle al bitcoiner militante que esta lucha no es nada nueva ni original. De hecho, es más vieja que el hambre y la pobreza.
Los judíos en tiempos de Cristo, por ejemplo, no aceptaban las monedas con la cara del César, porque consideraban que era una ofensa a su fe y a su identidad nacional. Los judíos estaban sometidos al dominio romano y debían pagar tributos al emperador, pero rechazaban su autoridad religiosa y política. En otras palabras, aceptar una moneda con la cara de César implicaba reconocer al César. El shekel, por otro lado, era un dinero mucho “más judío”. Dinero y autoridad. Economía y política. Un matrimonio por los siglos de los siglos. El dinero ha servido para expresar identidad y anhelos de libertad desde su creación.
Existen muchos ejemplos históricos de monedas privadas creadas por motivos políticos. Uno de ellos son los maquis de Francia durante la Segunda Guerra Mundial. No soy un experto en historia maqui, pero he leído algo al respecto últimamente. Aquí comparto algunos de mis hallazgos.
¿Qué es un maqui? No, no es un personaje de Star Trek. Es el nombre que se les daba a unos rebeldes que luchaban contra los nazis y los franquistas en Francia y España durante la Segunda Guerra Mundial y después. Eran unos guerrilleros que se escondían en las montañas y los bosques y les hacían la vida imposible a los tiranos en el poder con sus emboscadas y sabotajes. Había de todo: socialistas, comunistas y anarquistas, entre otros. Algunos eran españoles que habían escapado de la guerra civil y que luego ayudaron a liberar París. Vamos, que eran unos héroes, pero de los de verdad.
¿De dónde sacaban el dinero los maquis? Los maquis se las ingeniaban para conseguir dinero de varias formas. Una era robarle el dinero a las autoridades, ya fueran los nazis, los franquistas o sus colaboradores. Con ese dinero se pagaban sus gastos, que compraban en el mercado negro. Otra era hacer billetes falsos con la ayuda de unos impresores clandestinos. Con esos billetes pagaban a los que les ayudaban o se infiltraban en las zonas donde mandaban los enemigos.
También hacían sus propias monedas con símbolos republicanos o anarquistas, a las que llamaban el franco maqui. Este dinero maqui les servía para hacer de todo: sabotear, espiar, difundir y rescatar a los que estaban presos o huyendo. También para ayudar a los franceses y a otros que luchaban contra el fascismo, compartiendo recursos y coordinando acciones. Y para mostrar quiénes eran y qué defendían, creando un vínculo de solidaridad entre los guerrilleros y sus seguidores.
Pensemos que un maqui entraba en la tienda de uno de sus seguidores a comprar víveres. ¿Forma de pago? Dinero maqui. Se podría decir que para el tendero esos billetes eran casi un “certificado” de donación a la causa. Los maquis ofrecían un servicio: luchar contra la tiranía. Y el tendero por ese servicio estaba dispuesto a pagar su “impuesto voluntario”, aceptando los billetes maquis como forma de pago. Por supuesto, el tendero también podía transferir ese “certificado” a un tercero. Por ejemplo, a uno de sus proveedores. Entonces, en este caso, se podría decir que se creó un sistema paralelo por razones políticas. Los rebeldes se emanciparon monetariamente creando una alternativa privada y de esta forma pudieron luchar contra el poder establecido.
Lo cierto es que esos dineros ciudadanos, privados o paralelos, han existido siempre. En algunos casos, se han creado por razones ideológicas o políticas, y en otros casos no. En la actualidad, en la gran mayoría de los casos, estos dineros no representan (por ahora) una amenaza para el dinero nacional oficial y las autoridades generalmente los tratan como fenómenos secundarios e inofensivos debido a su limitado tamaño.
¿Qué es el dinero en la práctica? Pues el dinero es una forma de crear y transferir crédito entre las personas que compran y venden cosas. El crédito es una promesa de pagar el valor acordado por los bienes o servicios. Este crédito se puede usar para pagar otras deudas con otros miembros de un grupo. Para que funcione, se necesita que los miembros sean solventes y que se conozcan o confíen entre sí. Lo que, por lo general, exige el respaldo de un poder político para que pueda funcionar a gran escala.
Crear sistemas paralelos y alternativos, de muchas maneras, es un reto al sistema colectivo y a sus autoridades. Es como empezar a hablar otro idioma o seguir otra religión. Al dejar de ser una unidad, esa división, más pronto o más tarde, debilita el poder central. Pero también puede ser una forma de resistir y de buscar alternativas más justas y democráticas. Los sistemas paralelos y alternativos pueden expresar la diversidad y la creatividad de los ciudadanos. Pueden ser una oportunidad para el cambio social y político.
Bitcoin es un dinero alternativo y popular usado por muchos conservadores, libertarios y anarco-capitalistas que quieren crear su propia utopía monetaria frente al poder estatal. Las ideas son viejas. Los métodos también. Lo nuevo es ver las antiguas aspiraciones renacer con el apoyo de las redes sociales. Los maquis han vuelto. Pero la lucha no es en las montañas. Y el debate no es en el café o en las plazas. Ahora todos nos vamos a Twitter.
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