¿Cuál será el rol de los fondos de inversión de BTC después de FTX?
Después de la crisis, siempre llegan los reproches. Entre las cenizas, se mira al pasado con rencor. Las víctimas y no víctimas de la crisis comienzan a buscar los culpables. Y, en este mundo de polarización política, cada extremo interpreta los hechos a la conveniencia de su causa. En muchos casos, se ve lo que se quiere ver. Y se adopta la narrativa que justifica un ideal. La extrema derecha tiende a defender al individualismo paranoico. La extrema izquierda tiende a defender al estatismo totalitario. ¿Y la postura moderada? ¿Y el centrismo? Bueno, son tiempos difíciles para el centro moderado. La moderación no genera muchos clicks en el mundo de hoy.
Una de las características principales del extremismo es el pensamiento en absolutos. Analicemos, por ejemplo, esta frase: “No tus llaves, no tus monedas”. Aquí tenemos una falacia de equivocación que se utiliza, con frecuencia, por razones propagandistas. En esta frase falaz, se presentan dos conceptos distintos como iguales. Pero, en realidad, no son iguales. En este caso, el concepto “custodia” se coloca como sinónimo del concepto “propiedad”. Pero bien sabemos que custodia no (necesariamente) implica propiedad. He ahí el truco semántico. El engaño manipulador de la frase.
Pensemos en el crédito. El crédito, por ejemplo, es un activo para el acreedor y un pasivo para el deudor. El acreedor anota ese dinero en la lista de sus activos. Y el deudor anota ese dinero en la lista de pasivos. Sin embargo, el dinero no está en manos del propietario del activo.
Ahora pensemos en la relación arrendador-arrendatario. Supongamos que nos vamos de vacaciones a una isla tropical. Para nuestro disfrute, rentamos un vehículo y nos quedamos en un hotel. ¿Tus llaves, tu vehículo? ¿Tus llaves, tu habitación? Obvio que no. Pensar en estos términos sería absurdo. Sabemos perfectamente que se trata de un préstamo temporal. ¿Qué ocurre en caso de impago o daño? Bueno, el dinero se pierde. Pero eso no quiere decir que la custodia es la propiedad. Lo que, en realidad, quiere decir es que una parte incumplió con el trato. La relación no está libre de riesgos. Y eso no lo podemos negar.
Si vamos a un banco y depositamos nuestro dinero allí, en realidad, estamos dando un préstamo. Este préstamo es un activo para nosotros y un pasivo para el banco. ¿Por qué le prestamos nuestro dinero a un banco? Bueno, porque pensamos que el negocio es beneficiosa. El banco nos ofrece servicios y productos que necesitamos o queremos. El dinero es nuestro, pero el dinero se encuentra en la custodia de otro.
¿Qué es un contrato? Un contrato es un acuerdo de voluntades que puede generar derechos y obligaciones. Ahora bien, si un lado incumple con su parte del contrato, la parte perjudicada puede ir a los tribunales en busca de justicia. O sea, si, por ejemplo, le damos nuestro dinero al banco y el banco pierde nuestro dinero, podemos recurrir a las autoridades competentes con el reclamo. En otras palabras, pedimos la intervención del Estado.
Claro que esta solución no satisface a la corriente anti-estista. Entonces, se propone la autarquía como alternativa. El asunto va algo así. La mejor cobertura al riesgo de incumplimiento de contrato es no tener ningún contrato con nadie. No esperar nada de nadie. El individualismo radical y autosuficiente. Todo hombre es una isla. El dinero debajo del colchón. El oro en el jardín. Y la llave de la cartera en la caja fuerte.
De ese modo, nadie te roba. Nadie te incumple. Nadie te quita tu dinero. “No tus llaves, no tus monedas”. Esta frase insinúa lo siguiente: Si le das tus llaves al otro, seguramente el otro te estafará, te robará o te incumplirá. O sea, en esta paranoia, entregar tus llaves a un tercero es prácticamente botar tu dinero. Solo el yo es confiable. Lo que tenemos es la idiosincrasia del individualismo radical de los anarco-capitalistas. Yo vivo en mi tierra. Yo cultivo mi propia comida. Yo me defiendo con mis armas. Yo soy mi propio banco.
La autocustodia es una opción. Pero los servicios de custodia también son una opción. Ambas soluciones tienen sus pros y sus contras. Y esta industria se nutra de ambas soluciones. El particular está en la libertad de escoger lo que mejor le conviene. Puede irse por la autocustodia. Puede irse por un servicio de custodia. O puede escoger una solución mixta y combinada. Una parte aquí. Y otra parte allá. No es una solución absoluta al son de la doctrina. Pero es una solución práctica.
La quiebra de FTX no es un argumento a favor de la autocustodia. En Twitter, se ha usado como un argumento a favor, pero no lo es. Bien sabemos que la solución autárquica paranoica del dinero debajo del colchón no es una panacea. La gente seguirá haciendo negocios juntos. La gente seguirá realizando préstamos. La gente seguirá haciendo tratos los unos con los otros. En realidad, esta quiebra es un argumento para exigir mejores servicios de custodia. Es un argumento para exigirle a los exchanges mejores prácticas.
La especialización y la división del trabajo es tan vieja como la civilización. No todos sabemos todo. Y en caso de no saber algo recurrimos a un experto. Si nos enfermamos, vamos al médico. Si queremos viajar a otro continente, recurrimos a una aerolínea. Si tenemos un problema legal, buscamos el consejo de un abogado. Y así.
La confianza en el experto se pone en entredicho con demasiada frecuencia en este mundo de redes sociales. ¿Por qué? Bueno, porque ahora todos somos expertos. Y todo bitcoiner siente la tentación de creerse un experto en altas finanzas después de ver un par de documentales en Youtube y seguir a un par de influencers en Twitter. ¿Para qué confiar en un experto? “El experto soy yo”.
La ignorancia confiada del amateur crea autodenomidos “expertos” de la nada. Un código se convierte en algo más que un código. Se convierte en un movimiento. Y ese movimiento se convierte en una identidad y una cosmovisión. De pronto, la verdad de la tribu es la verdad del universo. Y todo el que no defiende la verdad de mi tribu es mi enemigo mortal. El único experto es el experto de la tribu. Si el llamado “experto” que no pertenece a mi tribu, es un malvado conspirador. Sus palabras son engaños.
El bitcoiner militante rechaza toda estructura centralizada. El individuo es la unidad básica. Y todo punto de encuentro debe ser tecnológico. No puede ser una organización humana. Debe ser un código, un algoritmo, y un protocolo. Es el tecnicismo en su máxima expresión. El individuo es bueno. La tecnología es buena. Pero lo colectivo es malo. Entonces, lo colectivo debe pasar por lo tecnológico para purificarse. O, dicho en argot cripto, la plataforma debe ser descentralizada.
¿Y si perdemos la llave? ¿Y los problemas de autocustodia? Estos problemas se afrontan con honor espartano. La libertad se gana con sudor y lágrimas al estilo de la ética puritana. La libertad es responsabilidad. El individuo todo lo puede. Es resposable de todo. No llama al 911. Saca sus armas y se convierte en Batman.
El asunto es que no todos quieren ser Batman. Y no todos son expertos en todo. Los gestores de fondos son una solución para muchos. Y es válido. Las personas están en su derecho de colocar su dinero en un fondo de inversión administrado por un tercero. No es el fin del mundo. Hay de todo en la villa del Señor. No todos pensamos igual. Sin lugar a dudas, las instituciones financieras, pese a las quejas de los más radicales, seguirán ocupando un rol muy importante en la era pos-FTX.
Aclaración: La información y/u opiniones emitidas en este artículo no representan necesariamente los puntos de vista o la línea editorial de Cointelegraph. La información aquí expuesta no debe ser tomada como consejo financiero o recomendación de inversión. Toda inversión y movimiento comercial implican riesgos y es responsabilidad de cada persona hacer su debida investigación antes de tomar una decisión de inversión.
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