Crisis fiscal: La realidad detrás del activo más “seguro” del mundo
En el contexto financiero, “seguridad”, por lo general, significa estabilidad y previsibilidad. Eso normalmente significa una renta fija de un ente sumamente solvente. Es decir, se consideran más seguros los bonos que las acciones. Y los gobiernos, por lo general, se consideran más seguros que las empresas. Y entre todos los gobiernos que piden préstamos, el gobierno de los Estados Unidos es considerado el deudor más seguro de todos.
Ni el oro ni Bitcoin son seguros en este sentido debido a su volatilidad. ¿Cuánto estará el precio del oro en un año? ¿Cuánto estará el precio del Bitcoin en 3 años? No lo sabemos. Pero a muchos inversores sí les interesa saber esto. Entonces, debido a su estabilidad y previsibilidad, los bonos del Tesoro estadounidense son considerados por la mayoría de los inversores como la referencia de seguridad financiera.
Pero si los bonos del Tesoro estadounidense pierden su credibilidad, ¿qué alternativas hay? Algunos sugieren que los bonos de otros países desarrollados, como Alemania o Japón, podrían ocupar su lugar. Otros apuntan a los activos reales, como el arte o la tierra, como refugios más duraderos. Sin embargo, todas estas alternativas también tienen problemas.
Ahora bien, el dinero es algo que todos usamos y necesitamos, ¿verdad? Pero ¿sabes de dónde viene el dinero? No me refiero al papel o al metal que tienes en tu bolsillo, sino al valor que representa. El dinero es una forma de confianza. Confiamos en que el dinero que tenemos hoy valdrá lo mismo mañana, o más. Confiamos en que el gobierno que emite el dinero no lo hará de forma irresponsable, provocando inflación o devaluación. Confiamos en que las instituciones financieras que guardan nuestro dinero no lo perderán o nos lo robarán.
Pero, ¿qué pasa cuando esa confianza se rompe? ¿Qué pasa cuando el gobierno gasta más de lo que ingresa, se endeuda hasta las cejas y tiene que pagar unos intereses cada vez más altos? ¿Qué pasa cuando las instituciones financieras se vuelven codiciosas y arriesgadas, invirtiendo nuestro dinero en activos dudosos o especulativos? ¿Qué pasa cuando la economía se desacelera, la inflación se dispara y el valor del dinero se desploma?
Estados Unidos es el país más rico y poderoso del mundo, pero también el más endeudado. Estados Unidos tiene una deuda pública de más de 28 billones de dólares, equivalente a más del 100% de su producto interior bruto (PIB). Eso significa que debe más dinero del que produce en un año. Y lo peor es que sigue gastando más de lo que ingresa, aumentando su déficit fiscal año tras año.
¿Y cómo financia Estados Unidos su deuda? Pues emitiendo bonos del Tesoro, que son títulos de deuda que venden a los inversores a cambio de un interés. Los bonos del Tesoro se consideran los activos más seguros del mundo, porque se supone que Estados Unidos siempre podrá pagarlos. Por eso, muchos países, bancos, fondos y particulares compran bonos del Tesoro como una forma de ahorrar e invertir su dinero.
Pero, ¿qué pasa si Estados Unidos no puede pagar sus bonos del Tesoro? ¿Qué pasa si los inversores pierden la confianza en la solvencia y la credibilidad de Estados Unidos? ¿Qué pasa si los intereses de los bonos del Tesoro suben tanto que se vuelven insostenibles para el gobierno?
Pues pasa lo que le pasó a Grecia en 2010, cuando entró en una crisis de deuda soberana que casi la lleva a la quiebra y a salir del euro. Grecia tenía una deuda pública muy alta, un déficit fiscal muy elevado y una economía muy débil. Los inversores dejaron de comprar sus bonos, exigiendo unos intereses muy altos para hacerlo. El gobierno tuvo que pedir ayuda a la Unión Europea y al Fondo Monetario Internacional, que le impusieron unas duras medidas de austeridad a cambio de unos préstamos con condiciones muy estrictas. Grecia sufrió una profunda recesión, un aumento del desempleo, una caída del consumo y una pérdida de soberanía.
¿Podría pasarle lo mismo a Estados Unidos? Algunos expertos creen que sí. De hecho, recientemente la agencia Fitch rebajó la calificación crediticia de Estados Unidos, advirtiendo sobre los riesgos fiscales y monetarios que enfrenta el país. La Reserva Federal, el banco central estadounidense, ha estado imprimiendo dinero sin parar para combatir la crisis del Covid-19, pero eso tiene un costo: el aumento de las expectativas inflacionarias. Si la inflación se descontrola, la Reserva Federal tendrá que subir los tipos de interés aún más para enfriar la economía, lo que encarecerá el servicio de la deuda y pondrá en aprietos al tío Sam.
Entonces, ¿qué podemos hacer los inversores para protegernos de este escenario catastrófico? Pues una opción es invertir en activos que se beneficien de la inflación, como los bienes raíces, las materias primas o las acciones de empresas con poder de fijación de precios. Otra opción es invertir en activos que se consideren refugio, como el franco suizo, o el yen japonés. Pero hay una opción más simple y más atractiva: el efectivo.
Irónicamente, el dólar está de moda. Todo el mundo lo quiere. El dólar se ha convertido en un activo muy cotizado. Lo que significa que los inversores prefieren tener liquidez y flexibilidad a comprometerse a prestar su dinero por mucho tiempo. No es casualidad que, a pesar de una inflación tan elevada, el dólar esté tan fuerte. Los inversores están comprando dólares para añadirle estabilidad y previsibilidad a sus portafolios. Y de esta forma reducir la incertidumbre.
¿Qué pasa si el activo más seguro del mundo deja de serlo? Pues que se arma la gorda. Imagina que tienes un amigo que siempre te paga lo que te debe, sin retrasos ni excusas. Un día, te dice que no puede devolverte el dinero porque tiene problemas con su familia, que no se ponen de acuerdo en nada y se pelean por todo. La división política y el extremismo en el Congreso de los Estados Unidos han hecho que la posibilidad de un impago ya no sea tan improbable ¿Qué significa? Bueno, significa que la incertidumbre hoy es mayor que antes. Hoy somos un poco más inestables porque ya no hay refugio totalmente seguro. Así que mejor abróchate el cinturón, porque se avecinan turbulencias.
Aclaración: La información y/u opiniones emitidas en este artículo no representan necesariamente los puntos de vista o la línea editorial de Cointelegraph. La información aquí expuesta no debe ser tomada como consejo financiero o recomendación de inversión. Toda inversión y movimiento comercial implican riesgos y es responsabilidad de cada persona hacer su debida investigación antes de tomar una decisión de inversión.
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