Cómo el dinero revela nuestra personalidad, emociones y valores
El dinero no es solo un medio de intercambio. Es mucho más que eso. Es una tecnología social que nos permite expresarnos, comunicarnos y relacionarnos con los demás. El dinero nos revela quiénes somos, qué nos gusta, qué nos importa y qué nos hace felices. O infelices, según el caso.
El dinero es como un idioma que hablamos todos, pero que no todos entendemos de la misma manera. Hay quienes lo usan para crear, para compartir, para ayudar. Y hay quienes lo usan para destruir, para acaparar, para dominar. El dinero tiene la capacidad para unir y para dividir. Para generar confianza o desconfianza. Para inspirar generosidad o codicia.
Por eso, el dinero no es solo un medio de intercambio. Es una herramienta poderosa que podemos usar para bien o para mal. Depende de nosotros cómo lo usamos y qué mensaje queremos transmitir con él.
Para ilustrar el carácter social del dinero, imaginemos la vida de un náufrago solitario en una isla desierta. El náufrago puede estar durmiendo en un saco lleno de billetes de $100, pero eso no le va a servir de mucho. Más allá de ser una cama, ese dinero en ese entorno no tiene ningún valor. Sin embargo, el náufrago seguirá necesitando comida, techo, ropa, herramientas y abrigo. Lo que implica que en soledad tenemos necesidades. Pero en soledad el dinero no nos sirve de nada. El dinero es valioso en sociedad.
¿Por qué? Porque el dinero es un símbolo que representa el trabajo, el esfuerzo, el talento, el conocimiento y la creatividad de las personas. El dinero es una forma de intercambiar esos recursos con otros que los necesitan o los aprecian. El dinero es una forma de reconocer el valor de lo que hacemos y lo que somos. El dinero es una forma de conectar con los demás.
Ahora imagina la vida de un bebé recién nacido. Los bebés no tienen que preocuparse por el dinero. Ellos viven en una economía de regalo, donde todo lo que reciben es gratis e incondicional. Su familia les da amor, comida, ropa, cuidados y protección sin pedirles nada a cambio. Bueno, quizás algún que otro beso o sonrisa. Los bebés dependen totalmente de la generosidad de su familia, que los quiere y los ayuda a crecer. Pero no todo es tan bonito como parece. La familia también tiene el poder de decidir qué hacer con el bebé, cómo educarlo, dónde llevarlo, qué ponerle, etc. El bebé no tiene voz ni voto en nada. Así que, aunque no tenga que pagar con dinero, el bebé paga con su libertad debido a su situación de dependencia.
Imagínate que un buen día una persona decide dejar su trabajo aburrido y rutinario para salir a recorrer el mundo en bicicleta sin un centavo. Esa es la historia de un aventurero que decidió vivir al límite, sin preocuparse por el dinero ni las comodidades. ¿Cómo comerá? ¿Dónde dormirá? Él dice que el dinero es una atadura, que no lo necesita, que es un alma libre. Su vida sin dinero lo obliga a depender de la generosidad de los extraños, ya sean particulares, entidades públicas o espacios baldíos. A veces consigue comida gratis, otras veces tiene que buscarla en la basura. A veces duerme en una casa acogedora, otras veces en un parque o bajo un puente. A veces se hace amigo de la gente, otras veces se mete en problemas. Pero él no se arrepiente de nada, dice que así es como se vive de verdad, que cada día es una sorpresa y una lección.
¿Qué harías si estuvieras a punto de dar a luz en un país donde la salud no es pública y no tienes dinero para pagar el hospital? Esa es la situación que vivió la señora Zapp, una argentina que forma parte de una familia de viajeros que recorre el mundo en un auto antiguo. En lugar de desesperarse, ella y su esposo utilizaron su red de amigos y los medios de comunicación para hacer una campaña de recaudación de donativos. La gente, conmovida por sus aventuras, apoyó la causa y lograron cubrir los gastos. Así nació uno de los hijos de los Zapp en Estados Unidos, con la ayuda de muchos desconocidos que se solidarizaron con ellos.
Los maquis fueron unos guerrilleros que lucharon contra el fascismo en España y Francia durante la Segunda Guerra Mundial. Pero no solo combatieron con armas, sino también con dinero. Sí, dinero. Los maquis tenían sus propias imprentas clandestinas donde fabricaban billetes maquis, una moneda alternativa que usaban para financiar sus operaciones. ¿Cómo funcionaba? Era muy sencillo. Un maqui iba a una tienda donde el dueño era un simpatizante y compraba lo que necesitaba con esos billetes. El tendero los aceptaba de buen grado, como una forma de colaborar con la causa. Después de todo, los maquis estaban haciendo un trabajo que los simpatizantes consideraban necesario. Luego, el tendero podía pagarles a sus proveedores con ese billete, y así sucesivamente. Los maquis creaban dinero de la nada, pero funcionaba porque la acción tenía el respaldo del grupo. Era una forma de rebelión y autonomía.
Todos necesitamos ayuda de vez en cuando. Si tenemos amigos o familiares, podemos contar con ellos para que nos echen una mano. Esto es parte de ser humano: nos hacemos favores y esperamos que nos los devuelvan. Pero ¿qué pasa si no conocemos a nadie que pueda ayudarnos? ¿O si queremos algo que solo un extraño puede ofrecernos? Ahí es donde entra el dinero. El dinero es como un favor universal que aceptamos todos. No importa quién nos lo dé o quién nos lo pida, confiamos en que vale algo. Así podemos colaborar con personas que nunca hemos visto ni veremos. En una economía de regalo, lo que damos lo recuperamos de manera personal. En una economía de dinero, lo que damos lo recuperamos de manera impersonal. El dinero es la forma de medir el valor de nuestro aporte a la sociedad, sin importar quiénes somos o qué hacemos.
¿Qué es el dinero? ¿Un montón de papelitos de colores? ¿Unos números en una pantalla? No, el dinero es mucho más que eso. El dinero es una cuestión de relaciones. De confianza, de credibilidad, de influencia. Cuanto más capital social tengas, más fácil será que consigas dinero. Si la gente te aprecia, te respeta, te admira, te abrirá las puertas de la abundancia. El dinero no es algo material. Es algo social. Refleja quiénes somos y quiénes confían en nosotros. Si quieres dinero, haz amigos. Y si no, también.
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