Burbujas financieras: ¿Por qué lo irreal atrae tanto a los inversores?
Los mercados tienden a seguir cierta racionalidad en el largo plazo, pero no hay garantías en el corto plazo. Esto se debe a que los inversores invierten basándose en el futuro. Y es relativamente fácil manipular las expectativas haciendo grandes promesas y creando fantasías. La narrativa no tiene que ser verdadera o falsa. Solo tiene que ser popular para que funcione. Si muchas personas creen que algo va a subir de precio, ese algo encontrará demanda y, en consecuencia, subirá de precio, sea una moneda de oro o aceite de culebra.
La fe es la que mueve los mercados (en el corto plazo). Y nadie promete más que el que no va a cumplir. La utopía vende mucho durante el periodo de anticipación. Porque, durante la anticipación, todo es mágico y posible. Ahí capta la imaginación de los inversores. Y ahí es cuando las personas están dispuestas a dar su dinero.
Cuando el mercado cae en el hechizo de la ilusión, no hay argumento que lo haga dudar. El mercado se enamora de su visión del futuro. Y solo ve lo que quiere ver. Es el síndrome de la confirmación… Pero no está solo. El entorno también está hechizado. Cualquier llamado a la sensatez es mal recibido… Porque el hechizo genera demanda. Y la demanda eleva los precios. Entonces: ¿Qué les pasa a los críticos? ¿Acaso no ven que el precio está subiendo? ¿No se dan cuenta de que la utopía es real? Pero sabemos que esta historia es más vieja que el hambre y la miseria. De hecho, se repite constantemente, porque la codicia y la estupidez nunca faltan en este tipo de cuentos.
Las burbujas financieras son esas situaciones en las que los precios de ciertos activos se disparan hasta el cielo y luego se estrellan contra el suelo, dejando a los inversores con las manos vacías. No son algo nuevo. Ya pasaban hace siglos, cuando los mercados financieros empezaron a funcionar. Pero la gente nunca aprende. Y no me refiero a los que aprovechan la irracionalidad ajena para ganar dinero. Me refiero a los que todavía creen que esta vez es diferente… Que esta vez sí vamos a alcanzar la utopía… Que esta vez los cerditos voladores sí existen…
Citemos algunos ejemplos famosos. La Compañía de los Mares del Sur, por ejemplo, fue una empresa británica que obtuvo el monopolio del comercio con las colonias españolas en América en el siglo XVIII. La compañía prometió grandes beneficios a sus accionistas, pero en realidad tenía muy poco negocio real. ¿Tesla, eres tú? Sin embargo, eso no impidió que su precio se disparara gracias a una hábil campaña de publicidad y a la especulación de los inversores. Eventualmente, la burbuja estalló, cuando la compañía no pudo cumplir con sus obligaciones y el gobierno tuvo que intervenir para evitar el colapso del sistema financiero. ¿Acaso se podía decir algo negativo de la compañía durante el periodo de euforia? Claro que no.
También tenemos el caso de John Law. Law fue un financiero escocés que tuvo la genial idea de crear el primer banco central y la primera moneda de papel de Francia en el siglo XVIII. También fundó la Compañía del Mississippi, una empresa que explotaba las colonias francesas en América. Law convenció al rey y a los inversores de que su plan era la solución a la crisis económica del país. Pero todo era una ilusión. La compañía no tenía tanto valor como decía Law y el papel moneda no tenía respaldo real. La burbuja estalló y Law tuvo que huir de Francia. ¿Acaso se podía decir algo negativo del genio John Law durante el periodo de euforia? Claro que no. Para entonces, John Law era un Elon Musk.
La tulipomanía fue una fiebre colectiva que se apoderó de Holanda en el siglo XVII. Los tulipanes se convirtieron en un objeto de lujo y de prestigio social, y su demanda creció exponencialmente. Algunos bulbos llegaron a valer más que una casa o un barco. Pero la locura duró poco. Al final, muchos especuladores quedaron arruinados y el país entró en una crisis económica.
La burbuja de las puntocom fue una explosión de valoración de las empresas relacionadas con internet a finales del siglo XX. El desarrollo tecnológico y la innovación crearon una gran expectativa sobre el potencial de la red como fuente de ingresos y de crecimiento. Muchas empresas salieron a bolsa con ofertas públicas de acciones que atrajeron a millones de inversores. Sin embargo, muchas de esas empresas no tenían un modelo de negocio claro ni beneficios reales. La burbuja estalló en el año 2000, cuando el índice Nasdaq perdió más del 75% de su valor y muchas empresas quebraron o fueron absorbidas por otras.
Ahora bien, las burbujas tienen elementos comunes: una innovación que crea una nueva oportunidad de negocio, una narrativa que seduce a los inversores, una demanda que supera a la oferta, una euforia colectiva que ignora los riesgos y una corrección abrupta que provoca el pánico y el desencanto. Las burbujas también pueden tener consecuencias sociales y políticas graves, como el aumento de la desigualdad, el descontento popular y la inestabilidad institucional.
Las personas somos muy susceptibles de caer en la seducción de lo irreal. Porque lo irreal se puede moldear a nuestro antojo. Siempre hay alguien dispuesto a creer en fantasías… convenientes. Esto pasa en la religión, en la política y en las finanzas. La voluntad de creer es muy fuerte. La promesa de riquezas sin límite tiene un gran atractivo. Vende y vende mucho. Es el encanto del El Dorado.
Pero lo irreal también tiene un precio. Tarde o temprano, la realidad se impone y deshace las ilusiones. Los que creyeron en lo irreal se quedan con las manos vacías y el corazón roto. Los que vendieron lo irreal se llevan el botín y desaparecen. Esto también pasa en la religión, en la política y en las finanzas. En el fondo, la voluntad de creer es muy débil. La promesa de riquezas sin límite se convierte en una pesadilla. No vende y no vende nada. Es el desencanto del El Dorado.
Al final, los que salen ganando de estas historias de sueños y fracasos son los cínicos y escépticos, que hacen negocios sin implicarse emocionalmente ni sentimentalmente, persiguiendo rentabilidad en cada oportunidad y punto. En estos casos, ser demasiado crédulo puede llevarte a caer en trampas y engaños, a perder tu dinero y tu dignidad. Ser más pragmático y un poco desconfiado puede protegerte de esos riesgos y ayudarte a conseguir tus objetivos. ¿Dónde están las burbujas? Las burbujas están en todas partes.
Aclaración: La información y/u opiniones emitidas en este artículo no representan necesariamente los puntos de vista o la línea editorial de Cointelegraph. La información aquí expuesta no debe ser tomada como consejo financiero o recomendación de inversión. Toda inversión y movimiento comercial implican riesgos y es responsabilidad de cada persona hacer su debida investigación antes de tomar una decisión de inversión.
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