Bitcoin y la discriminación: ¿Puede un algoritmo ser racista? ¿Los códigos siempre son justos y confiables?
En medio de las protestas por la muerte de George Floyd en manos de la policía. El tema del racismo y la injusticia social ha tomado el palco central y nos ha llamado a la reflexión. Nos gustaría pensar que la discriminación es un fenómeno sufrido por otros. En lo personal, tendemos a declararnos inocentes de toda culpa. Sin embargo, acostumbramos a generalizar y a categorizar a las personas. Emitimos juicios y asumimos cosas de las personas basándonos en lo aparente. Y, nos guste o no, heredamos prejuicios. La cultura toda se construye de suposiciones. Obviamente que existe la identidad. Un acento nos puede sugerir el lugar de origen de una persona. Su vestimento nos puede sugerir su estatus. Y, en el físico, reconocemos género y descendencia. ¿Pero cuando damos el paso hacia la discriminación? ¿Puede un código discriminar? ¿Es Bitcoin justo?
IBM abandonó su programa de reconocimiento facial por considerarlo sesgado. Al parecer, el algoritmo no es muy confiable identificando minorías. Eso es un problema grave, porque estos programas están comenzando a ser usados por la policía y los gobiernos en sus “smart cities”. El término suena muy interesante y futurista. Pero muchos ven estas medidas como una clara amenaza a la privacidad. Es decir, los gobiernos espiando a sus ciudadanos al estilo de una novela de George Orwell. IBM está en ese negocio. Amazon y Microsoft, también. Estamos entrando en la era de la Inteligencia Artificial.
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Uno podría asumir que estos programas no discriminan por ser programas. De hecho, suena absurdo. Sería como insinuar que una máquina tiene moralidad. Y siempre pensamos en las máquinas como moralmente neutrales. En otras palabras, amorales. Pero el asunto es más complicado que eso. Una máquina es un sistema construido para un fin. En su camino por la utilidad, discrimina. Por ejemplo, el auto deportivo para poder alcanzar altas velocidades debe prescindir de ciertos elementos y añadir otros. En el proceso, excluye al hombre familiar que requiere mucho espacio para acomodar a su familia, a la abuela que no sabe conducir con caja manual, al granjero que necesita desplazarse por terrenos irregulares, y al desempleado que no tiene medios para comprarlo.
No hay diseños universales. Es imposible diseñar algo que funcione para todo. Los suizos tienen una navaja que lo tiene todo. Pero la verdad es que lo que inventaron fue una navaja que todo lo hace mal. Por eso tenemos una caja de herramientas. La precisión implica exclusión. ¿Acaso usamos un bisturí para cortar leña?
Los sistemas perfectos solo existen en la imaginación. La realidad siempre conlleva a un compromiso. Ganamos algo, perdemos algo. Como consumidores, sabemos esto muy bien. Tenemos lo rápido, lo bueno y lo económico. El problema es que solo podemos tenemos dos de tres. Obtenemos dos y perdemos uno. Si es rápido y bueno, no puede ser económico. Si es bueno y económico, no podemos ser rápido. Si es rápido y económico, no puede ser bueno.
Según confiesan los mismos programadores, los programas de reconocimiento facial trabajan muy bien con personas blancas porque los datos utilizados para su configuración fueron predominantemente de personas blancas. Aquí se presenta un problema para todo esto de las “smart cities”. Un policía, que confiando en la tecnología por ser “neutral”, puede arrestar a la persona equivocada debido a un error en el programa. Pensamos en la tecnología como neutral porque es mecánica. Pero si profundizamos más, nos daremos cuenta que toda tecnología discrimina e impone su propio orden.
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Ahora bien, hablemos un poco del código Bitcoin. Un código es una ley. Claro que no vemos a los códigos informativos como leyes. El código Bitcoin no se debatió en el congreso. No hubo votación ni audiencias. Su libro blanco no es un ensayo sobre ética o justicia social. Se considera como algo meramente técnico. Sin embargo, Bitcoin es más que un código. Bitcoin es una comunidad. El protocolo nos organiza. Es decir, el código ejerce una influencia social. Blockchain implica un orden. Y donde hay orden, hay jerarquía. ¿Bitcoin nos hace más justos? Si por casualidad llegamos a una conclusión negativa, entramos en el mismo dilema de las religiones. ¿Cómo reformar un libro sagrado?
Según los sabios preceptos del pragmatismo del gran filósofo estadounidense William James, la validez de una creencia está en sus efectos. O sea, “por sus frutos conocerás el árbol”. Es decir, si una ley o una enseñanza nos hace más nobles, entonces estamos ante algo noble.
Ahora bien, veamos a la comunidad Bitcoin. ¿Qué tenemos aquí? Como los juicios morales nublan las mentes y nos ponen a todos a la defensiva, formulare la pregunta de la siguiente manera: ¿Qué nos dice la configuración de la comunidad Bitcoin actual sobre Bitcoin que podamos utilizar para mejorar a Bitcoin?
Si debo escoger un objeto para describir a la comunidad Bitcoin, dirían que es un auto deportivo. Diría que es un Tesla, o tal vez un lambo. Si nos dirigimos a los departamentos de marketing de cualquiera de estos fabricantes de autos, veríamos a un rostro muy conocido. Porque resulta sumamente curioso la gran homogeneidad de la comunidad cripto. El bitcoiner promedio probablemente es un millennial (o una persona relativamente joven), hombre, asiático o estadounidense, clase media alta, urbano, tech savvy, bancarizado, libertario, ambicioso, adrenalina pura y crítico de los bancos y los gobiernos. He ahí un perfil. Ojo, las excepciones confirman la regla.
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¿Cuál sería su antítesis? ¿Qué personaje nunca veríamos en una conferencia cripto? Bueno, mujer, rural, pobre, analfabeta, no bancarizada, avanzada en edad y residente de algún país tercermundista. Es decir, la noble bicicleta. He aquí un contraste. Un Tesla y una bicicleta.
Esa homogeneidad de la comunidad Bitcoin conlleva al sectarismo y al radicalismo que vemos con tanta frecuencia en cripto twitter. O sea, el típico bitcoiner “maximalista”, adorador de Satoshi, enemigo de las “shitcoins” y cazador de scams. “Bitcoin fix that”. ¡Abajo la FED! ¡Abajo Goldman Sachs!
El problema con eso es que siempre seremos una pequeña secta si no aprendemos a escuchar a los demás. Bitcoin favorece a los tech savvys, a los acaparadores tempranos y los súper computadores. Pero el mundo es más grande que eso. Si queremos crecer, debemos escuchar a otras voces y dejar el sectarismo. Abandonar los dogmas para construir un Tesla más parecido a una bicicleta. ¡Una ebike! Algo que sirva en el campo africano y algo que sirva en Nueva York. Económico, fácil de usar, bueno, amigable e inclusivo. Claro que tomará tiempo. Y requiere una mente más abierta de nuestra parte.