Bitcoin, dólar u oro: ¿Cuál es la mejor opción en estos momentos?
El dinero nunca es neutral. Porque el dinero se relaciona con el poder. Es decir, el dinero es un lenguaje social. Mejor dicho, una herramienta de organización. El dinero nos une. Y, al mismo tiempo, el dinero nos divide. Lo que implica que este tema lo podemos abordar de muchas maneras. Lo podemos convertir en un debate político. O lo podemos limitar a un asunto meramente financiero. Por supuesto, no es fácil hablar de estos temas de manera ordenada. Porque, en el mundo de hoy, todo se torna inevitablemente en una pelea política. ¿Cómo invertir con “objetividad” en el mundo de hoy?
Vivimos en una sociedad de nichos. Este es un mundo sumamente fragmentado. La unidad básica ahora es el grupo de interés: La tribu posmoderna. No es el imperio. No es la nación. No es una clase. Ya nadie confía en las instituciones. El individuo es el nuevo país. Mi identidad es mi agenda política. El mundo debe ajustarse a mis deseos. El mundo entero debe entenderme y acomodarme. El mundo debe parecerse a mí. Lo que tenemos ahora son individuos asociados por afinidad. Es la tiranía del narcisismo.
Mi tribu es buena, sabia y siempre inocente. Todos los demás son malos, mentirosos y siempre culpables. La verdad de mi tribu es la verdad del universo. O sea, los sabios de la tribu son los únicos que nos dicen la verdad. Todos los demás son parte de una gran conspiración. ¿Quién son todos los demás? Los Gobiernos, los científicos, los medios, los ricos, las corporaciones, y las elites.
Ahora bien, la “verdad” no es muy difícil de comprender. De hecho, la “verdad” está a la vista de todos. El engaño, en realidad, se descubre con facilidad. Analicemos la siguiente afirmación: “La Tierra es plana”. Al parecer, esto es algo evidente. El único requisito es abrir los ojos. ¿Por qué todos creen que la Tierra no es plana? Debido a la gran conspiración. Todo es parte de un gran engaño orquestado con la intención de oprimir al pueblo. Entonces, se crean documentales, se realizan conferencias, se hacen podcasts y se escriben libros. De pronto, surgen influencers del nicho y el fenómeno ya no es únicamente un asunto de “la Tierra es plana”. Ahora es un asunto de identidad tribal. En el mundo de hoy, cualquiera se cree un genio después de ver un par de documentales en Youtube y puede llamar idiota a cualquier premio Nobel en Twitter. Así de sencillo.
El oro es el pasado. El dólar es el presente. Y Bitcoin es el futuro. El oro es la época imperial. El dólar es el poder estatal de los Estados Unidos. Y Bitcoin es el individualismo, la contracultura y la tecnofilia en un contexto posmoderno. Aquí el tipo de dinero es un símbolo que representa un sistema en particular. El oro representa el mundo anterior a la Primera Guerra Mundial. En otras palabras, un mundo de menor intervencionismo estatal en la economía. Se podría decir que es un mundo anterior al Estado de Bienestar. Los escarabajos del oro son reaccionarios, porque buscan desmontar el aparato creado en el siglo XX. No obstante, es más una oposición al estatismo que a cualquier otra cosa.
El dinero fiat es la victoria del Estado-Nación de la posguerra. Marca el fin del imperialismo europeo del siglo XIX. Y la hegemonía del dólar es un reflejo del poder económico, cultural, social y militar de los Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial. Ahora bien, Bitcoin es al dólar lo que Twitter es a la BBC. El mundo está buscando sistemas más horizontales. Debido a la crisis de confianza institucional y a la crisis de representatividad política de nuestros días. En un mundo tan fragmentado, la tecnología es lo único que nos une. Bitcoin es básicamente un proyecto ciudadano formado por desarrolladores californianos, libertarios y anarco-capitalistas. En un principio, fue una rebeldía de derechas (al estilo de Silicon Valley) contra el estatismo progresista.
Sin embargo, las cosas cambian. Las ideas crecen. Y, con el tiempo, las tribus dejan de ser pequeñas tribus con ideas fijas y predefinidas para convertirse en mercados de mayor tamaño y diversidad. Los mercados se forman de especuladores, inversores, y oportunistas. Las ideologías pasan a un segundo plano y el lucro se vuelve la prioridad. En un sentido, la comparación entre Bitcoin, el dólar y el oro es una invitación a una pelea irreconciliable entre bandos enfrentados (escobajos del oro, conservadores, progresistas y libertarios). Sin embargo, un inversor no debería perder el tiempo en estas peleas estériles.
El inversor no despediría su tiempo en las distintas diatribas políticas. Su prioridad es poner el pan en la mesa. Mejor dicho, su prioridad es el crecimiento de su portafolio de inversiones. Entonces, necesita ser pragmático y objetivo. En la práctica, Bitcoin, el dólar, y el oro son distintos activos, con distintos usos y distintos comportamientos. Es perfectamente viable tener los tres en nuestro portafolio. Además, también es posible añadir acciones bursátiles, bonos, bienes raíces, petróleo y mercancías. ¿Por qué no?
El pesimismo es algo le viene muy natural a los críticos del sistema actual. Es lógico. Si pensamos que el mundo está muy mal administrado, es sensato creer que estamos al borde un colapso. Por ejemplo. Los escarabajos del oro siempre están vendiendo la idea del miedo. De esta manera, atraen a muchos conservadores y libertarios a su bando. Los progresistas, por otro lado, venden la idea de un mundo mejor. Son optimistas. Entonces, promueven la inversión en activos productivos.
Bitcoin es un asunto más complicado. La comunidad cripto originaria es esencialmente conservadora en lo político y no puede evitar la tentación de ver en Bitcoin un activo conservador. Es pesimista en lo político. Pero optimista en lo tecnológico. Claro que debemos recordar que contamos con una narrativa heredada de los libertarios y los escarabajos del oro. Ahora bien, he aquí la ironía. Bitcoin no se comporta como un activo conservador, sino como un activo de riesgo. En tiempos de miedo, no se comporta muy bien. Y, en tiempos de optimismo, desempeña de las mil maravillas. En conclusión, Bitcoin tiene problemas de identidad. Es un código que se cree oro. Sería como que Google se creyera Coca-Cola. El hipopotamo se cree una cebra.
El inversor debe definir muy bien su estrategia. En primer lugar, es importante diversificar y balancear el portafolio. Bitcoin ofrece mucho crecimiento, pero su volatilidad crea mucha inestabilidad. Entonces, no es del todo insensato mantener activos más estables en el portafolio como contrapeso. En otras palabras, podemos disfrutar lo mejor de cada activo en un mismo techo. ¿Cuál es la mejor opción? ¿Un martillo, un destornillador, o una linterna? Debemos recordar que los distintos instrumentos están allí a nuestra disposición para servir nuestros intereses. No al revés. Podemos tener una canasta con las distintas herramientas. Todo dependerá de nuestras necesidades, nuestras prioridades, y nuestras metas financieras. El inversor debe ser objetivo y práctico para poder crecer.
Este es un artículo de opinión y Cointelegraph no se adhiere necesariamente a lo expresado aquí por el autor
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