¿Aterrizaje suave o duro? Las opiniones divididas de Wall Street sobre el futuro de la economía de EE.UU.
Queridos lectores, tenemos una mala noticia que darles: La fiesta económica que hemos vivido durante tanto tiempo ha llegado a su fin y ahora toca pagar la cuenta. ¿Qué cómo lo sabemos? Pues porque, desde Wall Street, el lugar donde se mueve el dinero del mundo, están viendo que el cielo se está poniendo muy oscuro y que se avecina una tormenta de las gordas. Eso significa que vamos a tener menos ingresos, menos empleo, menos consumo y menos alegría.
¿Qué es una recesión? Pues básicamente es cuando la economía deja de crecer y empieza a decrecer. Es decir, cuando producimos y consumimos menos bienes y servicios, cuando hay menos empleo y más paro, cuando hay menos ingresos y más gastos, cuando hay menos alegría y más tristeza.
¿Y por qué se va a producir una recesión? Pues porque hay varios factores que están conspirando para frenar el ritmo de la economía. Por un lado, tenemos la inflación. La inflación hace que nuestro dinero valga menos y que tengamos que pagar más por lo mismo. Esto reduce nuestro poder adquisitivo y nuestro nivel de vida.
La inflación también obliga a los bancos centrales a subir los tipos de interés, que son el precio del dinero. Cuando los tipos de interés suben, se encarece el crédito y se desincentiva el endeudamiento. Esto afecta negativamente a la inversión y al consumo, que son los motores del crecimiento económico.
Por otro lado, tenemos la guerra en Ucrania, que ha provocado una crisis energética en Europa y una escalada de las tensiones geopolíticas. La guerra en Ucrania ha interrumpido el suministro de gas natural desde Rusia, que es el principal proveedor de energía del continente. Esto ha disparado los precios de la electricidad y del gas, lo que ha aumentado los costes de producción y ha reducido los beneficios de las empresas.
La guerra en Ucrania también ha generado incertidumbre e inestabilidad en los mercados financieros, lo que ha provocado una huida de los inversores hacia activos más seguros, como el oro o el dólar. Esto ha debilitado las monedas de los países emergentes y ha provocado una salida de capitales. Esto ha dificultado el acceso al financiamiento externo y ha aumentado el riesgo de crisis financieras.
Y, por si fuera poco, tenemos la desaceleración de China, que es la segunda economía más grande del mundo y uno de los principales socios comerciales de muchos países. China está sufriendo las consecuencias de su política de “covid cero”, que le ha llevado a imponer confinamientos y restricciones para contener la pandemia. Esto ha afectado a su actividad económica y a su demanda interna.
China también está enfrentando una crisis inmobiliaria, una menor demanda externa por sus productos y una depreciación de su moneda frente al dólar. Todo esto ha impactado negativamente en su crecimiento económico y en su capacidad para importar materias primas y exportar bienes manufacturados.
¿Cómo afectaría una recesión a las bolsas y a las criptomonedas? Pues mal, muy mal. En muchos sentidos, las bolsas son un reflejo, a veces anticipado, otras veces simultáneo, de la situación económica y financiera de los países y las empresas. Cuando hay una recesión, las expectativas de beneficios se reducen y los inversores venden sus acciones para evitar pérdidas o buscar mejores oportunidades. Esto hace que los precios de las acciones caigan y que los índices bursátiles se desplomen.
Como sabemos, las criptomonedas son un tipo de activo digital que funciona con tecnología blockchain y que no depende de ningún gobierno ni entidad centralizada. Algunos las consideran una alternativa al dinero tradicional o una reserva de valor frente a la inflación. Sin embargo, las criptomonedas también son muy volátiles y especulativas, lo que las hace vulnerables a los cambios de humor del mercado.
Cuando hay una recesión, las criptomonedas pueden sufrir por varios motivos. Por un lado, pueden perder atractivo como inversión o como medio de pago, ya que los inversores prefieren activos más estables o líquidos. Por otro lado, pueden verse afectadas por la regulación o la prohibición de algunos países o entidades, que pueden limitar su uso o su acceso.
Hay quienes opinan que la recesión es inevitable, y que solo podemos prepararnos para lo peor. Hay quienes creen que la recesión puede ser suave, y que solo necesitamos ajustar algunas cosas. Y hay quienes piensan que la recesión no existe, y que todo es una conspiración de los poderosos.
Una de esas señales es la subida de las tasas de interés, que es lo que hace la Reserva Federal para controlar la inflación. La Reserva Federal quiere evitar que la inflación se dispare, porque eso sería muy malo para la economía. Pero también quiere evitar que la inflación sea muy baja, porque eso tampoco sería bueno.
Entonces, ¿qué hace la Reserva Federal? Pues sube o baja las tasas de interés. Cuando las sube, hace que el dinero sea más caro, y, por lo tanto, más escaso. Cuando las baja, hace que el dinero sea más barato, y, por lo tanto, más abundante.
Pero las tasas de interés no solo afectan a la inflación. También afectan al empleo y a la producción. Cuando las tasas de interés son altas, las empresas tienen más dificultades para pedir préstamos y para invertir.
Entonces, ¿qué pasa si la Reserva Federal sube mucho las tasas de interés? Pues que puede frenar demasiado la economía, y provocar una recesión.
Pero hay un problema adicional: las tasas de interés no tienen un efecto inmediato sobre la economía. Tienen un efecto retardado, que puede tardar meses o años en manifestarse. Eso significa que lo que haga hoy la Reserva Federal puede tener consecuencias mañana o pasado mañana. Y eso complica mucho las cosas.
Un aterrizaje suave es cuando la economía se desacelera sin entrar en recesión. Es decir, cuando la inflación cae con un empleo y una producción relativamente elevados. Pero eso no depende solo de la Reserva Federal. Depende también de otros factores, como el comportamiento de los consumidores, los empresarios, los gobiernos, los mercados internacionales…
Queridos lectores, desafortunadamente, no hay una respuesta única a la pregunta de si habrá recesión o no. Tampoco sabemos si habrá un aterrizaje suave o una caída dura. Ambos escenarios son posibles. Quizás uno más probable que el otro. Pero nadie lo sabe con certeza porque las variables son muchas. Y, en un contexto tan cambiante, cualquier cosa puede pasar. Solo podemos esperar lo mejor y prepararnos para lo peor.
Aclaración: La información y/u opiniones emitidas en este artículo no representan necesariamente los puntos de vista o la línea editorial de Cointelegraph. La información aquí expuesta no debe ser tomada como consejo financiero o recomendación de inversión. Toda inversión y movimiento comercial implican riesgos y es responsabilidad de cada persona hacer su debida investigación antes de tomar una decisión de inversión.
Te puede interesar: