Crédito: entre la realidad y la ficción. ¿Qué es realmente?
Un crédito es cuando alguien te presta dinero y tú le prometes devolvérselo más adelante. Ese alguien confía en que tú vas a pagarle, porque si no lo haces te va a cobrar más o te va a quitar algo. Hay muchos tipos de créditos, según cuánto tiempo tardes en pagar, para qué uses el dinero o qué cosas pongas como garantía. Por ejemplo, hay créditos para comprar una casa, un coche o un viaje. El crédito, sin embargo, no siempre es lo que parece.
El crédito es cuando alguien te da dinero para que te compres lo que quieras, aunque no tengas ni un centavo. Por ejemplo, puedes, en efecto, comprar una casa, un coche, o un viaje. O puedes usarlo para salir de un apuro, como si se te rompe el televisor o te enfermas. El crédito te abre muchas puertas, pero también te ata a devolver el dinero con intereses. Es decir, no es un regalo sino una deuda.
En realidad, todos damos crédito de alguna manera. Y todos estamos endeudados de alguna forma. Por ejemplo, el trabajador normalmente ofrece sus servicios, su tiempo y su talento a cambio de un salario. Aquí el intercambio es trabajo por dinero. Y, por lo general, se trabaja primero y se cobra después. En este caso, el trabajador está financiando al empleador. Otro ejemplo es el dinero en el banco. Los bancos no son solo plataformas de pago o servicios de custodia. Son lugares de encuentro en prestamistas y prestatarios. Los depositantes del banco son en realidad acreedores del banco.
Ahora bien, el crédito y la deuda son como el yin y el yang, el día y la noche, el perro y el gato. No pueden vivir el uno sin el otro, pero tampoco se llevan muy bien. Cuando alguien te da crédito, te está prestando dinero que tú tienes que devolver con intereses. Ese dinero que debes se llama deuda. Y mientras más deuda tengas, más intereses tendrás que pagar.
Una de las relaciones crediticias más interesantes y complejas es la relación que existe entre la ciudadanía y el gobierno. El gobierno te ofrece servicios como educación, salud, seguridad o infraestructura. Pero para hacerlo, necesita dinero. Y ese dinero lo obtiene de los impuestos que tú pagas. Así que cuando pagas impuestos, estás financiando al gobierno. Y cuando recibes servicios, estás recibiendo un crédito del gobierno.
Pero los impuestos que pagan los ciudadanos no siempre son suficientes para cubrir los gastos del gobierno. Por eso, existe otra forma de crédito y deuda entre el gobierno y la ciudadanía: el mercado de bonos gubernamentales.
Los bonos gubernamentales son títulos de deuda que el gobierno emite y vende a los inversionistas, que pueden ser bancos, empresas o personas. Los inversionistas le prestan dinero al gobierno y reciben a cambio un interés periódico y el pago del principal al vencimiento del bono.
Así, el gobierno obtiene financiamiento para sus proyectos y los inversionistas obtienen una rentabilidad por su inversión. Pero no todo es color de rosa. El gobierno tiene que pagar más intereses si su deuda es muy alta o si su situación económica o política es inestable. Y los inversionistas tienen que asumir el riesgo de que el gobierno no pueda pagar su deuda o de que el valor de los bonos cambie por las condiciones del mercado.
El gobierno es enorme e importante. Está en todas partes y hace de todo. El gobierno se encarga de muchas cosas que nos afectan a nosotros y a nuestro entorno. Por ejemplo, el gobierno es el que nos da trabajo, o al menos a algunos de nosotros. El gobierno tiene miles de empleados en diferentes áreas, como la escuela, el hospital, la policía, el juzgado, etc. El gobierno también es el que compra todo lo que necesita para hacer su trabajo. El gobierno gasta mucho dinero en cosas como libros, medicinas, armas, edificios, etc. Pero claro, el gobierno no tiene tanto dinero como parece. El gobierno se endeuda mucho con otros países o con bancos para poder pagar sus cuentas. Y luego, el gobierno nos cobra a nosotros para recuperar su dinero.
Si una aerolínea nos da millas por ser un viajero frecuente, bien sabemos que lo que estamos recibiendo es crédito por parte de la aerolínea. Sería sumamente insensato decir que la aerolínea está imprimiendo millas de la nada. ¿Por qué? Bueno, porque, tarde o temprano, podremos usar esas millas. Lo que se está dando en realidad es crédito. También sería muy insensato decir que estas millas no son del viajero por no estar en su custodia. De igual forma, esas millas son un activo del viajero y un pasivo de la aerolínea. Por existir una relación comercial entre la aerolínea y el cliente, también hay una relación de crédito-deuda.
El gobierno y la ciudadanía tienen una relación similar a la relación entre las aerolíneas y sus clientes. En lugar de millas, el gobierno utiliza certificados de papel (fiat). El gobierno ciertamente paga con papel. Pero también recibe ese mismo papel como método de pago en sus cobranzas (impuestos). En la práctica, la ciudadanía produce bienes y servicios, pero da parte de ellos como pago para poder disfrutar de los servicios del gobierno. En el proceso, se crea una relación de crédito-deuda muy compleja. El dinero fiat es solo un instrumento que facilita esta relación.
Si vamos a un casino y compramos unas fichas, estas fichas son crédito. Son un activo para nosotros y un pasivo para el casino. Después de todo, el casino asume la obligación de canjear las fichas. Ahora supongamos que no son fichas sino un código. Y supongamos que no es un casino sino un mercado. Ese código también es crédito. ¿Por qué? Bueno, porque ese código depende de la disposición del mercado de pagar por él.
“No son tus llaves, no son tus bitcoins”. “Los BTC en un exchange centralizado son un pagaré (IOU)”. ¿La custodia es sinónimo de propiedad? ¿Acaso un pagaré no es un activo? “El dinero debe ser escaso”. Y “debe estar debajo del colchón (autocustodia)”. Definitivamente, esta narrativa subestima la importancia del crédito en la economía.
Aclaración: La información y/u opiniones emitidas en este artículo no representan necesariamente los puntos de vista o la línea editorial de Cointelegraph. La información aquí expuesta no debe ser tomada como consejo financiero o recomendación de inversión. Toda inversión y movimiento comercial implican riesgos y es responsabilidad de cada persona hacer su debida investigación antes de tomar una decisión de inversión.
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