En torno a los modelos de predicción: ¿Por qué tantas señales falsas?
El inversor no tiene más opción que convertirse en un futurólogo. Es decir, para invertir, hay que pronosticar. ¿Por qué? Bueno, porque este juego consiste en comprar a un precio hoy y vender a otro precio mañana. El crecimiento se da en el tiempo.
Ahora bien, los mercados son ciclicos y progresivos al mismo tiempo. El gran desafío es encontrar un patrón en una sucesión constante de eventos aleatorios. ¿Cuál es la tendencia? ¿Cuál es la probabilidad?
En esta compleja cruzada, nuestros aliados son la paciencia, la racionalidad y la probabilidad. ¿Los enemigos? Los enemigos son el fanatismo, el pensamiento ilusorio (wishful thinking) y el sentimentalismo. O, dicho de otro modo, el futuro no está escrito. No hay certezas. Entonces, el escéptico siempre es mejor inversor que la persona de fe.
Claro que no hay certezas. Pero eso no quiere decir que todas nuestras suposiciones sobre el futuro terminan siendo falsas. El universo es del todo caótico. Obvio que hay cierto determinismo. De hecho, hay muchas cosas que podemos predecir con relativa exactitud. He ahí la importancia de la observación y las estadísticas. Con este conocimiento, podemos realizar apuestas sobre eventos futuros. Podemos decir que eso es probable o improbable.
El fanatismo, por otro lado, se apoya en una idea. Lo que quiere construir es un sueño. Lo más importante es la aspiración. Entonces, la realidad no es algo para observar y describir. La realidad es algo que se debe modificar para lograr la victoria de una causa.
Hablemos específicamente del precio de Bitcoin. ¿Qué es Bitcoin? Bitcoin es un código en una red descentralizada. O, dicho de otro modo, Bitcoin son una serie de números y letras en un base de datos. Lo que ocurre es que ese código se utiliza como una tasa de intercambio. Lo valioso es lo que el código representa. El código no tiene valor intrínseco. Pero sí tiene valor monetario. El precio de Bitcoin
¿Por qué comprar un código? Distintas razones. Ideología, privacidad, conveniencia, moda o especulación. La iniciativa comenzó con la idea de un oro digital impulsado originalmente por libertarios, anarcocapitalistas y conservadores en un espíritu muy californiano (libertarismo, tecnofilia, contracultura). Digamos que se trata de una moneda ciudadano inspirada por la narrativa patrón oro de los escarabajos del oro y el liberalismo clásico en contraste al “progresismo keynesiano” del dólar estatista.
Este código (como todo código) es un acuerdo social. Los participantes de ese pacto voluntario reconocen ese código como una tasa de intercambio. Ahora bien, en la práctica, ese código funciona como una coleccionable. Un activo digital/especulativo con sentido práctico. O sea, Bitcoin también es muy conveniente, porque elimina fricciones. Para los nobancarizados, la gig economy, la economía gris, el mercado paralelo de divisas, y los remeseros, Bitcoin ha encontrado muchos usuarios por lo útil de la tecnología.
Claro que la mayoría compra BTC por razones especulativas. El inversor no idiosincrático invierte por las oportunidades financieras que ofrece. Para este grupo, el precio de Bitcoin sí importa. Porque, en las fuertes fluctuaciones del precio, es que yace el potencial de ganancias.
Simple. El precio de Bitcoin se define por la oferta y la demanda. Entonces, a la hora de hacer pronósticos, no hay más opción que realizar proyecciones de la demanda. Si la demanda de mañana promete ser mayor a la demanda de hoy, lo que tenemos es una oportunidad de compra. La idea es comprar hoy “barato” para vender “caro” mañana. Pero, para que esa otra persona te compre “caro”, esa persona debe pensar que el precio seguirá subiendo. Un pronóstico optimista es señal de compra. Un pronóstico pesimista es señal de venta. Y un pronóstico mixto es señal de cautela.
En tiempos de volatilidad e incertidumbre, es muy difícil identificar una tendencia. En una escala del 0 al 100, 50 es el escenario más impredecible. Porque, en ese escenario 50/50, cualquier cosa puede pasar. Por ende, es muy difícil acercar un pronóstico.
Supongamos que compramos pensando en un 60% de probabilidad de que el precio vaya a bajar. Oficialmente, somos bajistas. Y las posiciones se toman con esa consideración. O sea, asumimos una postura bajista basada en las señales que estamos recibiendo. De hecho, si alguien nos pregunta, decimos que el precio va a bajar. Sin embargo, se sobrentiende que esta postura no es absoluta. Por supuesto que se trata de una probabilidad. 60 no es 100. 60 es probable solamente en un 60%. Y lo probable no es seguro.
En tiempos sumamente excepcionales, lo improbable y lo aleatorio es común. Porque los eventos desafían los patrones estadísticos. Los modelos no funcionan como antes. Y las falsas señales son el pan nuestro de todos los días. Cuando el caos se impone, el precio fluctúa de manera caprichosa. Los alcistas pueden dominar por un tiempo. Luego, es el turno de los bajistas. Y así. No hay consenso. Entonces, las distintas narrativas luchan por la supremacía. Todo movimiento es una posible trampa. Los compradores, por ejemplo, pueden causar un rally. Pero, de pronto, no son suficientes para sostener ese precio por mucho tiempo. Por ende, la emoción normalmente dura muy poco.
La incertidumbre crea conservadores. Y un conservador, por lo general, se refugia en la estabilidad para escapar del riesgo. Toda expectativa debe mirar al futuro y sopesar el contexto. En otras palabras, nuestras expectativas deben ser racionales.
¿Qué significa tener expectativas racionales? En gran parte, significa no pensar que el pasado se repite de una manera literal. Significa no asumir con una fe ciega que todos los ciclos son exactamente iguales. Significa anticipar sorpresas. Y significa tener sentido común al momento de analizar un histórico.
El famoso modelo stock/flow (inventario/flujo) defendido por el influencer PlanB es el ejemplo perfecto para ilustrar estos puntos. Este conocido modelo de predicción excluye los efectos de la demanda en el precio y se enfoca solamente en el suministro. En el pasado, el modelo ha funcionado, porque el contexto macroeconómico ha sido prácticamente el mismo durante el periodo 2008-2021. Sin embargo, ahora el contexto es otro y el modelo dejó de funcionar. La incapacidad de reconocer el carácter excepcional de la nueva situación es la fuente de tanta confusión. ¿Acaso el pasado no se repite? Palabras para la reflexión.
Aclaración: La información y/u opiniones emitidas en este artículo no representan necesariamente los puntos de vista o la línea editorial de Cointelegraph. La información aquí expuesta no debe ser tomada como consejo financiero o recomendación de inversión. Toda inversión y movimiento comercial implican riesgos y es responsabilidad de cada persona hacer su debida investigación antes de tomar una decisión de inversión.
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