Declive y caída de un token: ¿Por qué algunos proyectos tienen éxito y otros no?
Entre tantos proyectos en circulación, las probabilidades de éxito no son muchas. Sin embargo, se hace el intento. Tenemos el caso Terra/Luna. Y tenemos el caso FTX como ejemplos de fracasos espectaculares. ¿Qué pasó?
Para nadie es un secreto que cada proyecto tiende formar una legión de fieles seguidores. Sé por experiencia que criticar un proyecto normalmente significa despertar la ira de la tribu. Estos tokens o criptomonedas suelen convertirse en algo que va más allá de un simple código. La gente se apasiona. El token se convierte en una identidad. Y eso no es causalidad. La comunidad es la que le aporta valor al código. Y los fundadores saben esto muy bien.
La promoción es la clave. Se necesita crear un movimiento. Grandes nombres, muchas promesas y una narrativa que evoque emociones. Obvio que se debe tratar de algo “revolucionario”. Se trata de un futuro maravilloso. Y todos los “visionarios” están comprometidos con la construcción de este paraíso dorado.
Se lanza el token X. Y, digamos, a modo de ejemplo, que se emiten mil millones de unidades. Claro que convenientemente se reparten la mayoría de las unidades entre los fundadores antes de la primera venta. Casualmente, estos fundadores, por lo general, también administran fondos de inversiones. Y utilizar estos recursos para comprar sus propios tokens durante el lanzamiento inicial. De pronto, el token X tiene un precio y una capitalización total de mercado.
Durante los primeros días, se forma un mercado con un volumen muy bajo. Esta situación de iliquidez sube el precio de la unidad de manera espectacular. Una sola transición puede definir el precio. Y, con ese precio multiplicado por el número de unidades emitidas, los fundadores se convierten en multimillonarios de la noche a la mañana (en papel).
El mercado del arte funciona de un modo similar. Por ejemplo. Una artista crea 10 cuadros. Y si logra vender uno de estos cuadros en un millón de dólares, esa venta se convierte en la referencia para la valoración de toda su obra. ¿Cuál es el patrimonio del artista? $1 millón en efectivo (por la venta de un cuadro) y 9 cuadros valorados en 9 millones de dólares. Total, 10 millones de dólares.
Un truco muy popular en el mundo del arte es crear empresas que compran arte. Pero no es raro que los mismos artistas tengan una participación accionaria en estas empresas. Entonces, ellos son compradores y vendedores al mismo tiempo. Y, en el proceso, manipulan las valoraciones. Esto ayuda a las ventas. Y les permite obtener financiamiento al usar las obras no vendidas como colateral.
El éxito de este esquema depende de la capacidad de encontrar nuevos compradores. Y he ahí la importancia de la promoción. Los líderes de estos proyectos no necesitan inversores comunes. Necesitan fanáticos dispuestos a darlo todo por el movimiento. Porque el inversor común compra y ya. El fanático, por otro lado, se convierte en un apasionado militante de la causa. Y ubica un rol muy importante en las tareas de promoción. El fanático es un propagandista nato. Radicaliza a los conversos y combate a los adversarios.
El fundador más descarado participa en la etapa inicial, pero se retira en pleno boom alcista. O sea, hace las promesas, pero no se queda para cumplir lo prometido. O, dicho de otra manera, toma sus ganancias en el mejor momento y se va con el mutin. No sufre durante el colapso de los precios. Ese sufrimiento es para las personas que confiaron en él.
Ahora bien, si la orden de venta se coloca, pero nadie responde. El precio sigue bajando hasta encontrar a un comprador. En teoría, un mercado con una capitalización de miles de millones de dólares puede reducirse a cero en un día. Lo único que hace falta es un día sin compradores. Ese dinero no es absorbido por otro activo. Simplemente se desvanece.
En cierta forma, el precio baja del mismo modo que subió. Pensemos en esto por un minuto. ¿Qué es token? Un token es un código en una red de computadoras. Se trata simplemente de una serie de números y letras en una base de datos. Lo que ocurre es que ese código se utiliza como una tasa de intercambio. Es decir, ese código cuenta con un valor monetario. Digamos que es una especie de ticket canjeable en fiat. Esa tasa es variable, porque su oferta y su demanda es variable. Entonces, muchos compran el código para ganar dinero con esos vaivenes del precio. En otras palabras, se trata de un activo esencialmente especulativo.
El éxito de un código que se utiliza como un ticket canjeable depende de la demanda. Cualquiera puede crear un código en una red de computadoras. Pero no cualquier puede atraer compradores dispuestos a dar su dinero por ese código. Se requiere un equipo carismático, una campaña promocional, una comunidad, una narrativa y mucha codicia.
Supongamos que se pierde la fe y ya nadie quiere comprar el token. La caída del precio desploma el valor de los colaterales. De pronto, ya no hay dinero para pagar los compromisos. Medio mundo se va a la quiebra. Porque, sin una entrada constante de dólares, el código es simplemente un dato digital y nada más.
La situación es sumamente frágil. Sobre todo, para una comunidad que habla tan duro sobre su supuesta independencia. La cruda verdad es que Bitcoin y las criptomonedas dependen muchísimo de la liquidez del dólar y del sentimiento de los inversores. Sin compradores dispuestos a dar dólares por un código, el código pierde su valor monetario. Y ahí se caen todas las apuestas.
En el caso de Terra/Luna y FTX, esta fragilidad resulta más evidente, porque la credibilidad del token depende principalmente de la credibilidad de los creadores. La quiebra de uno implica la quiebra del otro. En el caso de Bitcoin y Ethereum, la vulnerabilidad es menor. Porque la base de compradores es mucho mayor y la narrativa es más potente. El precio también cae, pero no son colapsos tan absolutos como Terra/Luna y FTX.
Ahora volvamos al tema de la promoción. Esta industria tiene muchos dolientes. Muchas personas dependen de este negocio. Y la gran mayoría de los participantes entienden muy bien la importancia de mantener el entusiasmo vivo. El ecosistema necesita que el dinero siga entrando, a pesar de la incertidumbre ¿Cuál es la solución? Bueno, se recurre a la narrativa, a la promesa, y las predicciones. Es el trabajo de los militantes más devotos hablar constantemente del futuro dorado. Se presenta un falso sentido de seguridad para subirle el ánimo a los compradores potenciales. De este modo, mantener los precios lo más elevado posible.
El secreto radica en la habilidad de atraer demanda. El comprador para comprar hoy necesita creer que la demanda de mañana será mayor a la demanda de hoy. O sea, necesita tener grandes expectativas. Es un asunto de fe. ¿Podrá la liquidez ir al ritmo de la fe en los próximos meses?
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