La era de la Gran Estanflación: ¿Qué tan “larga y fea” podría ser esta crisis?
Muchos inversores están asumiendo que este es un ciclo bajista como los anteriores. Es decir, el precio sube. El precio baja. Pero, luego, vendrá la recuperación de la manera prevista. De hecho, muchos, en este espacio, usan las gráficas para hacer sus predicciones. Esto se hace, porque, con frecuencia, se piensa que la historia se repite. O sea, el pasado es como el futuro. Entonces, se cree que este ciclo bajista tiene sus días contados. De pronto, este 2022 es como el 2018. El 2023 será como el 2019. Y el 2024, seguramente, será como el 2020. En otras palabras, si compraste caro en 2021, tranquilo, es solo cuestión de tiempo. ¿Por qué? Porque la historia se repetirá.
Claro que es perfectamente válido apoyarse en modelos para hacer pronósticos. Sin embargo, debemos recordar que los modelos no son infalibles. O sea, emiten señales falsas. Por otro lado, los modelos se basan en la teoría de la probabilidad. Lo que implica que no son muy exactos a la hora de predecir eventos excepcionales.
Ahora bien, en el caso de un activo tan nuevo y riesgoso como Bitcoin, el tono de seguridad incuestionable, a la hora de hacer predicciones, por parte de sus promotores más devotos es más una señal de inmadurez y fanatismo que de un análisis serio o de un destello de clarividencia. Lo que ocurre es que muchos bitcoiners hablan desde el corazón. Y venden una ilusión de certeza con la misma convicción que un fanático religioso predice el fin del mundo. Bitcoin, para muchos, se ha convertido en una fe. Muchos han encontrado una nueva identidad en el movimiento. Se trata de un fenómeno social, político e ideológico que va más allá de una mera inversión. En cosmovisiones de este tipo, la causa siempre triunfará. La historia, tarde o temprano, otorgará la victoria.
Con semejante sesgo, es muy difícil hacer pronósticos serios. ¿Cómo podemos explicar que 13 años de historia es muy poco tiempo para hablar con tanta autoridad?
El término “Gran Estanflación” está siendo usado aquí en contraste con el término “Gran Moderación”. El economista Nouriel Roubani escribe sobre el tema en su último artículo para hablarnos de un periodo de transición. Aquí no estamos hablando de lo que ocurrió o no en los últimos dos halvings. Cuando se habla de la “Gran Moderación” se habla de un periodo que va de mediados de los años 80s hasta la crisis del 2007-2008. Sin embargo, lo más sensato es alargar este periodo hasta el año pasado. Porque la Gran Moderación abarca casi 40 años de crecimiento, empleo e inflación moderada. Se considera una etapa de gran estabilidad y predictibilidad en el ámbito económico y financiero. Lo que permitió un aumento considerable del endeudamiento y una enorme tolerancia al riesgo.
La crisis del 2007-2008 rompió con esta estabilidad. Sin embargo, la etapa posterior fue sumamente exitosa debido a las inyecciones de liquidez por parte de las autoridades. En este caso, la inflación se mantuvo a niveles moderados debido a un aparato productivo globalizado que dio la talla en su momento. Esto llegó a su final en la era pos-pandemia. El fin de la Gran Moderación y el comienzo de un nuevo periodo mucho más complejo nos está indicando que este ciclo bajista no es como los anteriores en más de un aspecto. Los ciclos alcistas anteriores han sido impulsados por estímulos monetarios motivados por presiones deflacionarias. Aún está por verse el comportamiento de Bitcoin en un mundo agobiado por presiones inflacionarias y con unos bancos centrales más limitados a la hora de inyectar liquidez.
Las vulnerabilidades de las cadenas globales de producción y distribución son evidentes. El mundo ya no es el mismo. Las fallas han demostrado no ser tan transitorias como se pensaba. Al parecer, se trata de fallas estructurales muy profundas. O sea, se requiere de mucho tiempo para solventarlas. La guerra en Ucrania no cuenta con un fin previsible. O sea, esto pica y se extiende. La política “Covid-cero” en China ha profundizado los problemas de suministro. Y los cuellos de botella están en todos partes. La inflación, pese a la desaceleración económica, no está disminuyendo al ritmo deseado.
Todo parece indicar que estamos entrando en un periodo de estanflación y los mercados aún no han ajustado sus precios a la situación. Los mercados todavía están asumiendo que este es un ciclo bajista cualquiera. Se podría decir que todavía estamos en la fase de negación. El inversor promedio sigue pensando con una mentalidad de -Gran Moderación-. En otras palabras, se piensa que, tarde o temprano, la Reserva Federal volverá al rescate para salvar el día.
Claro que los conversadores insisten en culpar al Gobierno por todo. “La inflación es siempre y en todas partes un fenómeno monetario”. Eso, por supuesto, no es del todo cierto. Se trata de una verdad incompleta. La demanda es determinante. Pero el suministro también lo es. Si todo depende de la masa monetaria, entonces, no tendríamos un problema. La solución estaría en reducir la masa monetaria y listo. Sin embargo, eso es cierto en el país de la fantasía. Desafortunadamente, el mundo de hoy es mucho más complejo.
El escenario de un “aterrizaje suave” en este caso no es el escenario más probable. ¿Por qué? Porque el tema del suministro está fuera del alcance de los bancos centrales. Lo único que ellos pueden hacer es reducir la demanda aumentando el costo del crédito y recortando sus compras. Ellos no pueden aumentar la producción de petróleo, por ejemplo. Ellos no pueden descongestionar los puertos. Y ellos nos pueden resolver el conflicto en Ucrania.
En muchos casos, se confunde el optimismo con el pensamiento ilusorio. Invertir es pronosticar. Porque siempre compramos o vendemos basándonos en una expectativa. Entonces, pensemos por un momento en el futuro. Vamos rubro por rubro. ¿Cómo vemos la demanda el próximo año? ¿Mayor o menor que ahora? ¿Cómo vemos los ingresos? ¿Cómo vemos el crecimiento? ¿Cómo tenemos las tensiones geopolíticas? ¿Cómo vemos la liquidez? ¿Y el endeudamiento?
Pensemos por un momento en una persona que el año pasado decidió comprar un inmueble. No hay que ser un genio para saber que el crédito barato fue un factor importante en la toma de la decisión. Ahora pensemos en una persona que el próximo año se verá en una situación similar. Contextos muy diferentes. Por un lado, la inflación nos golpea el bolsillo y deteriora nuestros ahorros. Por otro lado, en tiempos de crisis, los ingresos disminuyen. Eso nos vuelve más conservadores. Lo que implica que arriesgamos menos. Adicionalmente, al saber que tenemos que pagar más para endeudarnos, pensamos más de dos veces a la hora de comprar cualquier cosa. La crisis crea más crisis.
Por supuesto que es un error subestimar nuestra situación. El dolor causado por este cambio de paradigma podría ser más “largo y feo” de lo que pensamos. Mi intención no es generar alarma y pesimismo. Sin embargo, considero una necesidad bajar a mucha gente de su nube. La situación es seria. Hay mucho inversor ingenuo que todavía piensa que hacer dinero en este contexto es una mandarina. Son tiempos muy distintos. No podemos seguir pensando como antes.
Aclaración: La información y/u opiniones emitidas en este artículo no representan necesariamente los puntos de vista o la línea editorial de Cointelegraph. La información aquí expuesta no debe ser tomada como consejo financiero o recomendación de inversión. Toda inversión y movimiento comercial implican riesgos y es responsabilidad de cada persona hacer su debida investigación antes de tomar una decisión de inversión.
Te puede interesar:
Las inversiones en criptoactivos no están reguladas. Es posible que no sean apropiados para inversores minoristas y que se pierda el monto total invertido. Los servicios o productos ofrecidos no están dirigidos ni son accesibles a inversores en España.