Debate: ¿Por qué el Estado tiene el control del dinero?
Muchos se sorprenden al escuchar que hay un elemento político en Bitcoin y las criptomonedas. Para el ciudadano de pie, Bitcoin es el “oro digital” que hará crecer sus portafolios. Es una inversión. Sin embargo, este no es el caso para muchos otros. Bitcoin también es una revolución monetaria que lo cambiará todo. Hay un Bitcoin revolucionario que se propone reformar el mundo para mejor. ¿Es Bitcoin una fuerza política? ¿Llegó el fin de los bancos centrales? ¿Llegó el fin de la hegemonía del dólar? ¿Adiós al dinero fiat?
Ahora bien, coloquemos las reglas de este debate en la mesa. No te pongas a la defensiva, estimado lector. Nada de teorías de conspiración. No, no estoy en la nómina de Soros. Reflexionar sobre una narrativa no es pecado. Sé muy bien que la reflexión pasó de moda. Y el viejo arte de dudar es cosa del pasado. Son los tiempos de los dogmas y el fanatismo. Y la misión es pelear con los que piensen diferente. Es la política de la identidad. Si criticas mis ideas, me atacas a mí en lo personal. Pero hagamos una excepción aquí. Seamos todos escépticos por unos minutos.
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Las revoluciones son excelentes prometiendo un mundo mejor. Son excelentes enumerando los defectos del enemigo. En oposición, todo es perfecto. De hecho, la oposición siempre tiene la razón. La oposición promete un cambio rápido, justo y necesario. Todo es culpa de los malvados conspiradores. La oposición representa las fuerzas del bien. La historia está en el lado de los buenos. Viene la batalla final entre el pueblo y los poderosos. Y luego un paraíso de justicia, paz y prosperidad.
Lo anterior es el libreto clásico de las revoluciones. Todo es hermoso y atractivo mientras todo se mantenga en la teoría. ¿Por qué? Porque la utopía es perfecta solo en la imaginación. En el mundo real, un revolucionario en el poder es el nuevo tirano. ¿Qué es Bitcoin? Se podría decir que es una moneda ciudadana inspirada por las ideas de los libertarios y anarco-capitalistas. La idea, de hecho, es bastante simple. Se trata de una moneda privada y escasa, de adopción voluntaria, que sustituye a las monedas estatales. En otras palabras, la sociedad escoge el uso de una moneda ciudadana en lugar de la moneda estatal. De esta forma, se elimina la necesidad de la banca privada y los bancos centrales.
Obvio que es una visión del mundo muy Estados Unidos del siglo XIX. Muy a lo Thomas Jefferson. Pero sin caballos ni trenes a vapor. En este caso, no es el pionero autosuficiente. Ahora es su tataranieto: el programador californiano. Liberatorio, contracultural y tecnófilo. Lo que se aboga es un mundo al estilo del Salvaje Oeste. En otras palabras, un mundo más conservador y menos progresistas. Todo el poder recae en la sociedad civil. Y no hay una institución central que gobierne todo. En lo económico, se promueve un mundo pre-keynesiano en el espíritu de liberalismo clásico. Palabras más, palabras menos, la separación del Estado y la economía. Digamos que el Salvaje Oeste se encontró a la Matrix. Es el Estados Unidos de Jefferson, pero cypherpunk.
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El joven posmoderno escucha la narrativa criptolibertaria con un asombro casi espiritual. Para muchos es una especie de momento místico. La gran epifanía: ¿Por qué el Estado tiene el control del dinero? ¡El dinero pertenece a la gente! Obvio que en esta etapa posmoderna tenemos una crisis de representatividad en lo política. Lo que nos hace pensar que el dinero privado está más cercano a la gente que el dinero público. La desarticulación entre las instituciones y el ciudadano, en efecto, ha llegado a niveles alarmantes. El público confía más en un ente privado o en una red de computadoras que en las instituciones democráticas. La tecnología es el nuevo dios. Es confiable, segura y justa. El enemigo es lo humano, grande y organizado: El Estado, los bancos, las corporaciones. Es decir, lo institucional.
Pensemos ahora en la utopía libertaria. Todo se rige según un fundamentalismo de libre mercado. No hay Estado. Todo es oferta y demanda. No hay regulación. Todo depende del individuo. ¿Víctima del fraude? Es tu culpa. Asume tu responsabilidad. No hiciste tu tarea. ¿No hay estabilidad económica? Soporta el dolor con dignidad. En el libre mercado, sobreviven los más fuertes. Es la ética protestante en su máxima expresión. Aquí todos somos espartanos. Somos libres, pero estamos solos. El individualismo es el centro de todo. ¡Adiós papá Estado!
El conservador reaccionario es pesimista por naturaleza. Lleva siglos hablando del fin del mundo. Es pesimista porque el mundo está siendo manejado por los malvados progresistas. Ahora volvamos en el tiempo. Pensemos en un mundo sin bancos centrales. Muchos bitcoiners piensan que el planteamiento es nuevo. O sea, nunca se ha probado. Pero temo que las monedas ciudadanas han existido toda la vida. Y los sistemas de banca libre han sido probados en el pasado con resultados mixtos. Les recomiendo investigar más sobre el tema.
Ejercicio mental. Se cierran los bancos centrales. Adiós a la Reserva Federal. Adiós al Banco Central Europeo. Adiós al dólar. Adiós al euro. Se declara una separación absoluta entre el Estado y la economía. Todo es un asunto del libre mercado. Esto, por supuesto, incluye la moneda. No hay moneda estatal. El dinero es privado o ciudadano. En otras palabras, el sueño de los libertarios se cumple.
Pese a los que dicen lo contrario, me temo que hay precedentes históricos. Lo que normalmente ocurre en estos casos es la fragmentación social. El intercambio comercial se vuelve muy difícil debido a las muchas formas de pago en circulación al mismo tiempo. Por otro lado, es sumamente difícil frenar el fraude, la manipulación y la inestabilidad de precios. La desigualdad se acentúa. Las crisis duran lustros y décadas. Y la economía corre como un caballo sin jinete. No, amigo tecnófilo, la tecnología es la solución para todo. Los algoritmos no son una panacea.
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Estos son viejos problemas que motivaron reformas y medidas en su momento. De hecho, el sistema actual es el resultado de este proceso. Se podría decir que se trata de las viejas soluciones a los viejos problemas. Obvio que el sistema actual está muy lejos de ser perfecto. No obstante, en lo personal, considero que volver al pasado no es la solución más inteligente. Bitcoin es simplemente un código. Nada más. Decir “Bitcoin fix that” y listo es un pensamiento ilusorio. Funciona para captar seguidores en Twitter. Pero no es un pensamiento económico serio.
La narrativa libertaria seduce a muchos por su simplicidad. Es válida en muchísimas de sus críticas al sistema actual. Pero una cosa es criticar desde las tribunas y otra cosa, muy distinta, es estar en la arena peleando con los leones. ¿Podrían los libertarios manejar exitosamente el mundo con sus ideas? Bueno, eso aún está por verse.