Los mares y la economía mundial: ¿Qué tienen en común los barcos, la inflación y Bitcoin?
La economía no es únicamente un asunto de dinero. El dinero es solo un instrumento dentro de una máquina mucho más grande y compleja. En muchos sentidos, el dinero es una forma de organización como el idioma o las matemáticas. Influye muchísimo. Pero no es la única variable de la ecuación. Debemos recordar que el dinero no se come, no nos viste, no nos transporta. Es un simple medio para el intercambio. Entonces, reducir la economía a un fenómeno meramente monetario es sumamente insensato. ¿Hablamos un rato del patrón Bitcoin, de la economía actual y del precio de los activos financieros?
Todo comienza con las necesidades humanas. Y, en este caso, me estoy refiriendo a las necesidades físicas más fundamentales: Comida, vivienda, salud, transporte, aire, agua, etc. Hablemos de la comida. El pan, por ejemplo. El pan en nuestra mesa es el resultado de una gran cadena de producción y distribución. Todo inicia con una semilla de trigo. Yada, yada, yada. Tenemos pan en la mesa. El precio del pan se forma mediante una fórmula triangular: La oferta de pan, la demanda de pan, y la cantidad de dinero disponible. ¡PAM! El precio del pan.
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Obvio que el asunto es mucho más complejo de lo que parece. Para producir pan se requiere una infraestructura. En el fondo, es una empresa humana y tecnológica. En primer lugar, se requiere una cultura de comer pan. Se requiere espacio, trabajo, insumos, y conocimientos para producir la materia prima. Luego, se requiere transporte, manufactura, y comercialización. Tenemos el producto final. Además, por supuesto, una forma de pago. Claro que el pan es solo un producto entre muchos. En resumen, esta máquina es un monstruo de mil cabezas. Es una torpeza insinuar que la solución de todo se limita a la forma de pago. “Bitcoin fix that”.
La estabilidad de precios se logra con un dinero flexible. Les recuerdo la fórmula triangular: Oferta, demanda, dinero. En su sistema de dinero duro (escaso), los precios se desploman. Lo que implica que sufre la oferta y sufre la demanda. ¿Por qué? Bueno, porque el dinero vale más y hay menos incentivos para pagarlo. Sin gastos, bajan los ingresos. Y, sin ingresos, no hay creación de empleo. En consecuencia, el Producto Interno Bruto se desacelera. Lo ideal es una economía basada en la producción e inversión, y no una basada en el acumulacion de dinero. Esto implica mucha producción (oferta), sano consumo (demanda) y la cantidad necesaria de dinero para que las cosas se muevan. La liquidez estimula el gasto y la inversión. Un dinero duro estimula el acaparamiento de dinero. El dinero líquido impulsa la producción. O sea, el pan de todos los días.
Caso pandemia. Llega la pandemia y los mercados colapsan. ¿Por qué? El confinamiento desplomó la demanda. En consecuencia, la producción se suspende y los inventarios se desbordan. En un primer momento, bajan los precios, la moneda se endurece, y el desempleo se dispara. En pocas palabras, tenemos una crisis. Como medida de emergencia, fue la inyección de liquidez por parte de los bancos centrales. ¿Para qué? Para subir la demanda. De este modo, subir los precios, subir la demanda y reactivar las cadenas de producción. El objetivo: Crear empleos. En palabras más prosaicas: Poner el pan en la mesa.
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¿Cuál es el problema? Bueno, es más fácil frenar una máquina que encender una máquina. Me refiero al poder de la inercia. Debido al confinamiento, muchos cancelaron sus pedidos. Y los productores frenan sus operaciones. De pronto, todo vuelve a comenzar, y los pedidos retornaron. Pero esa vez a modo frenético. Volver a los niveles de producción anteriores toma su tiempo. Digamos que cancelamos nuestro pedido de trigo. Bueno, el productor deja de sembrar. Ahora digamos que volvemos a hacer el pedido. Bueno, ahora nos toca esperar porque la siembra de trigo tiene sus lapsos. Mientras tanto, tenemos una crisis de escasez. Con demanda y dinero, pero sin oferta, lo que obtenemos es un aumento de precios. O sea, inflación. Pero es una inflación que debemos tolerar por un tiempo. De lo contrario, la reactivación sufre.
Ahora bien, el dominio de los mares es vital para el comercio mundial. El uso del dólar en el comercio internacional no es un accidente. No es solo un asunto de adopción. También es un asunto financiero, militar y de seguridad jurídica. Los mares están repletos de barcos transportando mercancías. Todas estas operaciones requieren financiamiento, protección, seguros y seguridad jurídica. ¿Quién puede ofrecer todo en uno? El flamante tío Sam. Y el tío Sam cobra en los papeles que él mismo emite.
El aspirante de destronar al dólar como la moneda del comercio mundial debe ser competente en varias arenas: Finanzas, militar, comercio y gobierno. Repito: No es únicamente un asunto de adopción. Una moneda ciudadana como Bitcoin no destronará al dólar únicamente con adaptación social. El Internet es una capa de la economía que solo es posible con el dominio de los mares.
En este momento, tenemos cuellos de las botellas por doquier. Hay retrasos en las fábricas. Pero también hay una escasez de contenedores. Los puertos no se dan abasto procesando la mercancía entrante. Y la escasez de camioneros para la distribución en tierra es alarmante. Una moneda dura no es la solución. Una moneda dura crearía un cuadro deflacionario terrible que disminuiría la demanda y terminaría de asfixiar la producción. La economía sí requiere de una moneda estable. Entonces, la emisión de dinero debe entenderse muy bien con la producción de bienes y servicios.
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Claro que la implementación del patrón Bitcoin es una aspiración (un tanto ingenua) de un grupo de libertarios de ideología californiana. Para el resto de los mortales, Bitcoin es un nuevo asset class. Una “reserva de valor” (activo especulativo), bastante volátil a corto plazo, pero que ha demostrado con creces su rentabilidad a largo plazo. Es decir, una pieza clave en cualquier portafolio de inversión que aspire crecer. No tiene “valor intrínseco”. Obvio que no se come. Después de todo, es simplemente un código que representa una tasa de cambio. Pero como instrumento de transferencia de valor es excelente. No obstante, es un activo de riesgo. Es un “activo macro” extremadamente sensible a factores macroeconómicos. La recomendación es administrar con prudencia.
En lo personal pienso que todo bitcoiner debe ser un experto en macroeconomía. He aquí la ironía de todo esto. Muchos bitcoiners han concentrado todos sus esfuerzos en defender el pensamiento económico ultraconservador al estilo de los escobajos del oro en los años 70s. Entonces, viven en un mundo de fantasía donde lo único real es el fundamentalismo del libre mercado. Ven lo que quieren ver. La Reserva Federal es el enemigo. El dólar es el enemigo. E interpretando el mundo según sus dogmas. Con la ilusión de una utopía libertaria. Sin embargo, el inversor debe ser mucho más pragmático. Debe dejarse de la politiquería setentera y aceptar el mundo como es en realidad. De esta forma, poder crecer financieramente.