No, Bitcoin no es un chiste
“Cada vez que suba el precio, búscanos, estaremos allí”, es un viejo adagio, -nunca escrito y no tan viejo- que describe a la perfección el comportamiento de nuevos actores y agentes económicos que son expuestos a la más brutal y efectiva campaña de marketing que un activo sin gobierno ni empresa que le de respaldo como Bitcoin puede pagar: que su precio se eleve considerablemente.
La reciente acción de precio, que llevó a BTC a romper su precio más alto histórico en algunas casas de cambio, también trajo una nueva oleada de opinadores a las costas de Playa Bitcoin.
Me centraré en Venezuela, no por un acto de chauvinismo, sino porque el efecto que ha tenido la apreciación de BTC en la opinión pública ha alcanzado a ciertos generadores de opinión e influencers, que no han perdido el tiempo para tomar el tema trendy y hacerlo un chiste, bien directamente a través del humorismo, o desde su pedestal académico.
Primero la gente de El Cuartico, luego Led Varela y finalmente Nanutria y José Rafael Guzman. Todos, y cada uno en su estilo, han tomado para sí el Bitcoin, añadiendo a sus rutinas y shows recientes, menciones al tema, dándole exposición entre sus audiencias.
Ojo: este no es un reclamo contra los que se toman las licencias del humor para tratar de hacer digeribles conceptos complejos como Bitcoin, o lanzar críticas contra los fenómenos de la sociedad venezolana, en todo caso, es una aclaratoria post show: no, Bitcoin no es un chiste.
Darle nombre a lo desconocido
Un elemento común es que, a pesar de que los comediantes dijeron haberse informado antes de usar Bitcoin como tema, muchos estaban oteando en la nada; dando manotazos desde su propia ignorancia para asir el elefante en la sala. Como los ciegos que van tocando trompa, colmillos, patas y luego dicen qué es lo que están tocando, cada uno lanzó su propio concepto sobre lo que es Bitcoin.
Darle nombre a lo desconocido es una labor compleja. Cuando los europeos llegaron a lo que hoy es América, no tenían referencias culturales suficientes para dar cuenta de lo que estaban observando. Es por ello que este territorio virgen fue el escenario ideal para dejar volar la imaginación, poniendo toda la fantasía europea a vivir en el lugar.
Para completar el cuadro de lo real tras el descubrimiento de este nuevo continente y sus pobladores, la operación epistemológica fue demorada, y los nuevos seres humanos primero fueron adefesios infernales producto de la fantasía y los propios miedos; luego subhumanos incapaces, y finalmente, cuando ya se hicieron más familiares a las nociones del conocimiento de ese momento, adquirieron su propia y ajena entidad.
Este proceso cultural duró siglos. Aprender a nombrar lo que no conocemos no es algo que se logre de la noche a la mañana.
Bitcoin es un elefante entre ciegos o un nuevo continente. Hablamos de un sistema que contraría nociones “básicas” de nuestro conocimiento y tradiciones económicas, como que el dinero es creatura del Estado; que necesariamente debe tener respaldo en una autoridad “institucional”, que su emisión respeta un proceso de armónico crecimiento económico a nivel global o que la posibilidad de crear nuevo dinero debe ser ilimitada para poder garantizar el bienestar de la economía.
Estos son conceptos fastidiosos, ¿me voy a hacer millonario con Bitcoin? Me interesa. ¿Quieres enseñarme por qué Bitcoin es valioso? Me aburro.
Seguramente, con la misma efervescencia del precio, algunos hemos recibido llamadas cuyo único propósito fue ver cómo se le puede sacar tajada a eso que sube vertiginosamente, ¿quién va a querer escuchar la importancia del dinero duro-descentralizado, de rules without rulers, y radicalmente escaso? Es aquí donde el humor cobra mayor sentido.
En clave de humor, se pueden decir las cosas que generalmente nos cohibimos de soltar, por miedo al juicio o por desconocimiento total, ¿qué importa? Al final es un chiste y ya. Y no, no es tan así.
“… hablé en un episodio del bitcoin y casi que se me han aparecido en sueños los fans de las criptomonedas para decirme ‘cómo es que en realidad es’, ya entendí: El Bitcoin es Dios en forma de moneda que viene a salvarnos de todo el mal que la economía nos ha causado”, se quejó Nanutria tras recibir comentarios sobre sus chistes.
Si para que tu rutina de humor sobre Bitcoin debes decir que eres un charlatán y que “hiciste tu tarea” antes de hablar sobre el tema, pero acto seguido incurres en una multitud de inexactitudes al hablar, lo normal es que estés dispuesto a recibir críticas e incluso, correcciones.
Pero si rehuyes de esas correcciones, entonces la licencia de humor que tomaste al partir pierde todo sentido. Entonces la rutina se convierte en un acto onanista y la charlatanería pasa a ser una burla ridícula, que es justamente lo que pasó y lo que derivó en semejante lloriqueo.
Hacer chistes no requiere como condición sine qua non mentir, de hecho, el humor más inteligente es el que toma lo real y su verdad para volverlo algo hilarante.
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Bitcoin es una realidad en Venezuela, una que vale la pena tomar en su justa medida, sin exageraciones, pero sin minimizarlo, ni tergiversar. A través de Bitcoin se mueve muchísimo más dinero que en la Bolsa de Caracas; hablamos del segundo mercado de intercambio entre pares a nivel global vía LocalBitcoins, con una comunidad cada vez más visible.
Es decir, estamos ante algo que puede ser una herramienta poderosa y útil para el ciudadano común, especialmente en un entorno hostil y de libertades reducidas como el que vivimos gracias a Maduro & co. Ir en contra de eso por hacer malos chistes no tiene sentido.
Y aclaro, para mí el humor es una actividad del saber, una forma de conocimiento. Aquiles Nazoa, Laureano Márquez, hasta Andrés Eloy Blanco, son de esas referencias intelectuales que dan al humor prestigio y que hacen de la venezolanidad y su jocosidad algo familiar.
Pero el humor es la misma operación de otear la nada y tomarle la cola a un elefante sin saberlo, pero rematar ese toque de cola con algo gracioso, que genere empatía bien por la propia situación, bien por un giro sarcástico o bien por la propia ironía de lo real, ¿o era muy difícil tomar la viral foto del miliciano minero y darle un giro inesperado y gracioso?
More photos from inside the Venezuelan military cryptocurrency (Bitcoin) mine at Fuerte Tiuna#Venezuela pic.twitter.com/4pe9iLBqlo
— CNW (@ConflictsW) November 29, 2020
Entonces, muchas gracias a los humoristas por tomarse el tiempo de añadir la rara avis del dinero descentralizado, escaso y resistente a la censura en sus rutinas, pero si eso va a ayudar a solidificar opiniones poco informadas o directamente darles más fuerza a los prejuicios sobre el Bitcoin: no, gracias.
Bitcoin, el ornitorrinco tóxico de los especialistas
En esta misma línea de descubrir y conceptualizar, tenemos a algunos especialistas en finanzas como el caso de Henkel García, quien, ataviado con su arsenal conceptual, le ha ido dando otros nombres a Bitcoin, otros que parecen estar más acorde al fenómeno financiero y económico que representa, pero en función de los conceptos más tradicionales.
García es popular en la comunidad de Bitcoin Venezuela en Twitter, por sus siempre agudas críticas con respecto a lo que es y propone Bitcoin. Desde 2013 comenta públicamente sobre el tema desde su cuenta en esta red social.
Hace pocas semanas tuve la oportunidad de entrevistarlo para el video-podcast de Satoshi en Venezuela, Hablemos de Bitcoin. Dentro de la multitud de comentarios que hizo sobre BTC, la imposibilidad de que sea dinero, la dificultad que tenemos los usuarios en definirlo fuera de la especulación y la inversión y un largo etcétera, me quedaré con la frase icónica: Bitcoin es como un ornitorrinco.
Es y no es. Es todo y nada a la vez, pero existe, ¡Bitcoin existe!
Es obvio que esta metáfora buscaba un giro humorístico. Henkel es una persona bastante bien dada a la conversación y al humor. Pese a ser ingeniero y especializarse en finanzas, no es un individuo acartonado. Lo interesante de este darle nombre a Bitcoin es que el ornitorrinco, animal escurridizo y de difícil calificación, tiene todos los elementos necesarios para volverse una de las mascotas de Bitcoin, como el tejón de miel.
El ornitorrinco es un animal que parece otros y, fisiológicamente, es súper particular, sin que eso lo haga menos funcional o le reste realidad ontológica. El ornitorrinco, como Bitcoin, existe.
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En su búsqueda de identificar lo desconocido desde sus propias nociones, García recreó lo que sufrieron los europeos en su momento, lo mismo que los humoristas venezolanos de hoy: el proceso epistemológico detrás de la creación de un concepto que dé cuenta de Bitcoin es demorado, especialmente por qué, como dije al partir, contraría muchas de las nociones más básicas y asentadas de las escuelas económicas más tradicionales, de las que García también ha tomado referencias para su propia conceptualización.
Que Bitcoin es una realidad innegable en Venezuela lo sabe García. Pero su lectura del fenómeno es reactiva. Con las noticias del régimen de Maduro minando bitcoins y utilizando BTC para comerciar con países aliados como Irán, ahora vuelve a la carga.
En este caso, al ornitorrinco, esa bestia extraña y diferente, lo adjetiva: ya no solo se trata de algo risible y extrañísimo. Ahora es también algo potencialmente tóxico, derivado de su funcionamiento alterno al sistema financiero tradicional, donde el dinero es también un mecanismo de control.
Y es que como el dinero fiat en general (y más reciente y claramente el dólar), puede utilizarse como arma vía sanciones, un tipo de dinero que sirve para el migrante y el ciudadano común en Venezuela, lo mismo que para los esbirros de Maduro y sus cómplices con total neutralidad y sin que nadie pueda censurar estos usos, se convierte en una amenaza. El dinero para enemigos que es Bitcoin se vuelve algo peligroso.
Cuando los estados decidan regular su uso-tenencia, no desaparecerá, pero será un instrumento tóxico.
— Henkel Garcia U. (@HenkelGarcia) December 10, 2020
Bitcoin es valioso no solo porque sea la única escasez digital verificable que conocemos; si no, y especialmente, porque su red ha alcanzado un nivel de maduración tal que, su descentralización es suficiente para que el valor que se transa sobre ella sea resistente a la censura.
Ninguno de los agentes económicos que participan en el funcionamiento de la red tiene más importancia que el resto y si alguno de ellos tratara de tomar el control, los incentivos económicos están allí para desalentarlo.
Ni siquiera el todopoderoso gobierno de Estados Unidos puede evitar que los venezolanos envíen y reciban dinero sin fronteras; pero tampoco pueden evitar que ocurra lo mismo con el régimen de Maduro, que gana oxígeno negociando bienes y servicios utilizando Bitcoin como riel. En ambos casos, Bitcoin es abierto e indetenible.
Para mí esta es una de las características más agridulces de Bitcoin, porque siento que cada centímetro que gana el chavismo en su adopción de BTC, el ciudadano común pierde terreno. Lo que es peor, creo que para cuando la mayoría de los venezolanos despierten a la realidad Bitcoin, podría ser demasiado tarde, y los comediantes/especialistas hacen un flaco favor cada vez que echan más tierra sobre el tema.
Estos opinadores desalientan el uso de una tecnología que sería clave en el arsenal social, económico y político de una oposición real frente al régimen, ¿o es que a nadie le han bloqueado cuentas en el país por participar en X o Y partido político no alineado con el chavismo? ¿O es que es tan difícil ver lo importante de un bien económico inconfiscable en un contexto autoritario donde las expropiaciones ya fueron un tema común?
La amenaza de regulación no es algo inherente a Bitcoin, que tiene sus propias reglas, enforzadas por criptografía y esfuerzo computacional.
El ornitorrinco no es tóxico per sé, de hecho, es el único sistema monetario neutral que existe actualmente en el mundo.
Una oportunidad única de participar en una red de intercambio de valor sin fronteras, sin amos, sin control de capital o divisa que valga: no, definitivamente ese no es un chiste.