¿Qué significa la victoria de Joe Biden para Bitcoin?
La victoria de Joe Biden en las elecciones presidenciales de los Estados Unidos podría cambiar al mundo en muchos sentidos. Por una parte, es una derrota para el populismo conversador. Y, por otra, es la caída de un “hombre fuerte”. Donald Trump nos recuerda bastante al líder carismático del tercer mundo. Una figura más personal que institucional, más visceral que racional, y más conflictiva que conciliadora. El primer cambio yace en el tono del discurso. Joe Biden es un político mucho más tradicional. Es decir, su estilo es menos tercermundista.
¿Es la victoria de Joe Biden un hecho? ¿Qué pasa con las acusaciones de fraude por parte de Donald Trump? Bueno, me temo que en Estados Unidos todavía existe una gran confianza en las instituciones. Algo que por lo general no sucede en Latinoamérica. Si alguien en Latinoamérica denuncia un fraude en un proceso electoral, lo más seguro es que la acusación se convierta en un hecho en la opinión de los ciudadanos. Porque lo personal se antepone a lo institucional. Algo así como culpable hasta que se demuestre lo contrario.
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En las democracias un poco más avanzadas, lo institucional prevalece sobre lo personal. Y las denuncias son tratadas como denuncias. Lo que implica que el denunciante debe presentar pruebas. Y es el juez el que tiene la última palabra. Mientras tanto, priva el principio de inocencia hasta que se demuestra lo contrario.
Donald Trump aún no ha mostrado las pruebas del supuesto fraude. Y sus acusaciones parecen ser infundadas. Por esa razón, los medios de comunicación, los líderes de Reino Unido, la mayoría de Europa, gobiernos en Asia, Medio Oriente, África y América han reconocido su victoria. En Latinoamérica, dos gobiernos, Brasil y México, aún no han reconocido la victoria de Biden. Curiosamente, ambos gobiernos populistas. Adicionalmente, los gobiernos de Rusia y China han decidido esperar para dar una declaración al respecto. Ambos gobiernos autoritarios. La institucionalidad es el concepto clave aquí.
Donald Trump está en pleno derecho de presentar denuncias. Si tiene pruebas de fraude, debe presentarlas. Pero él no es juez. No es el Tribunal Supremo de Justicia. O sea, no puede emitir sentencia. Es decir, Joe Biden es el ganador de las elecciones, (hasta que se demuestra lo contrario). Para muchos, sobre todo en Latinoamérica, esto resulta sumamente confuso. Porque el concepto de institucionalidad no está muy consolidado en la mente de muchos.
Los mercados financieros, por ejemplo, dieron por hecho la victoria de Biden el día después de las elecciones en horas de la tarde. En el momento que el panorama se comenzó a aclarar, se disiparon los temores, y el optimismo invadió los mercados. En la noche electoral, los mercados se preocuparon bastante, porque había mucha incertidumbre. El miedo era unos resultados demasiado cerrados. Sin embargo, el meollo se resolvió. Biden ganó. Claro que todavía no había nada oficial. Pero eso nunca ha frenado a los mercados. El S&P 500 subió. Bitcoin subió.
La victoria de Joe Biden y la vacuna de Pfizer han traído mucho optimismo entre los inversores. Y el optimismo significa compradores. Compradores significan alzas. ¿Es Biden un comunista o un radical de izquierdas? Claro que no. Debemos recordar que Joe Biden no es ningún desconocido. Biden ha estado muchísimos años en la política. Y sus posiciones son ampliamente conocidas. La trayectoria de Biden ha demostrado una y otra vez que no es ningún radical. Biden es un moderado de centro. Un centrista. No pertenece a la banda radical de su partido. Biden no es un Bernie Sanders, una Elizabeth Warren o una Alexandria Ocasio-Cortez. Aquí no estamos hablando del New Green Deal.
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Asociar a Joe Biden con la izquierda radical durante la campaña fue una estrategia de laboratorio por parte del comando de Trump. La estrategia funcionó de las mil maravillas en la Florida con los cubanos y venezolanos, por cierto. Pero Joe Biden es muy distinto a Fidel Castro o a Hugo Chávez. La comparación es absurda.
De hecho, el plan económico de Biden no está nada mal. En el fondo, es la clásica receta demócrata. Y debemos recordar que las administraciones demócratas son mejores para la economía que las republicanas. Aquí no hay radicalismo por ningún lado. Los más ricos, seguramente, pagarán más impuestos. Pero nada del otro mundo. Sí, tendremos un generoso paquete de estímulos. Pero, en este caso, a diferencia de los paquetes de Trump, tendremos un mayor énfasis en los estímulos fiscales y no tanto en los monetarios. Lo que significa que no todo caerá en manos de los mercados financieros. La economía real, en esta oportunidad, recibirá más ayuda mediante un mayor gasto público. Es decir, tendremos una recuperación más igualitaria. Además, más producto interno bruto.
El hecho de tener un Senado republicano es positivo, porque significa que no habrá radicalismos. Y el nuevo presidente se verá en la obligación de tomar decisiones bipartidistas. Esto es sano para la democracia y es sano para la economía. Los mercados ciertamente están contentos con esta fórmula. Este bipartidismo es muy relevante en materia de políticas públicas, presupuestos, leyes, cargos y regulaciones.
Todo esto es positivo para Bitcoin. Toda esta liquidez en el contexto de una economía en plena recuperación ciertamente tendrá su efecto positivo en el precio. Claro que debemos estar muy atentos de los nombres escogidos para los distintos departamentos federales. En caso de Bitcoin, la agencia más importante es probablemente la SEC. Jay Clayton seguramente va para afuera. Y su lugar probablemente será ocupado por alguien menos pasivo. Esta posición es clave. Debemos estar muy atentos con este nombramiento.
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El optimismo actual no es irracional. Si bien es cierto que Biden tomará posesión el próximo mes de enero y ya no tendremos estímulos este año, no es insensato sentirse optimista. Porque hoy contamos con menos incertidumbres que durante las semanas anteriores a las elecciones. La victoria de Joe Biden y la vacuna de Pfizer nos están diciendo hoy que el 2021 será el año de la recuperación. Los inversores están apostando a mejores tiempos por venir.
Joe Biden sirvió como vicepresidente en la administración de Obama. Debemos recordar que Barack Obama ganó las elecciones del 2008. Y asumió el poder en enero del siguiente año. Durante los primeros días de su mandato, firmó la Ley de Estímulos Económicos con el objetivo de aliviar la recesión económica causada por la crisis de las hipotecas subprime con inversiones en la salud pública, la educación, la infraestructura urbana y la energía. Su plan de rescate financiero ayudó a la recuperación. Y después de eso tuvimos un periodo bonanza que duró más de una década. Joe Biden fue parte de ese equipo. Y ese Joe Biden (no el presunto comunista) será el próximo presidente de los Estados Unidos.