DeFi: Lo bueno, lo malo y lo feo
Ahora todo el mundo lo que hace es hablar de finanzas descentralizadas (DeFi). Ese es el nuevo boom que invade al planeta cripto. Términos nuevos, plataformas nuevas, y comunidades nuevas. DeFi es lo sexy ahora. Es más, se respira un aire muy similar al que respiramos en el 2017 con el boom de las ICOs. Es la Defimania. Claro que esa nueva criptotendencia no es solo aire caliente. Aquí hay algo bueno. En medio de todo el ruido y la euforia, podemos sentir que estamos ante algo mágico. Sin embargo, DeFi todavía está en su etapa temprana. El fenómeno es demasiado joven y experimental como para comenzar a cantar victoria. DeFi también es una bomba de tiempo.
El mundo requiere un sistema financiero paralelo e independiente. Unas finanzas más abiertas es algo que anhelamos todos. Pero el camino es largo. No es como comer mandarinas. La ruta es espinosa y hay que construirla con mucho esfuerzo. Hay muchos proyectos revolucionarios. Pero bien sabemos que muchos de los proyectos que hoy parecen la última maravilla tendrán una muerte trágica y prematura. La euforia de hoy nos llevará inevitablemente a un gran charco de sangre. Y luego vendrá el renacer de los mejores. ¿Cuáles serán? Bueno, aún no lo sabemos.
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Para Pedro Pérez las finanzas tradicionales no son lo mejor del mundo. El sistema financiero actual no está diseñado para servir al hombre común. Y, en honor a la verdad, debemos reconocer que el hombre común no es el mejor cliente del mundo. Los peces gordos suelen ser más atractivos. De hecho, es muy lógico. Por un lado, tenemos a Rico McRico, un empresario exitoso con mucho colateral, excelente reputación, y una larga historia crediticia. Y, por el otro, tenemos a Juan sin trabajo, sin un centavo, mala fama e incumplidor. Además, enamorado y jugador. ¿A quién le prestaremos dinero?
Claro que Juan sin trabajo perjudica a Pablito Honrado que es un sujeto trabajador y cumplido, a pesar de no tener un centavo ni contar con colateral alguno. La experiencia de la crisis subprime del 2008 ciertamente es perturbadora en este sentido. Por años, los usuarios de bajos ingresos se han quejado de ser excluidos injustamente del sistema. Entonces, los reguladores presionaron a los bancos a conceder préstamos a medio mundo. Efectivamente, la gente (subprime) tomó los préstamos y de este modo pudieron comprar sus casas. Sin embargo, en el momento del cobro la cosa se complicó. Muchos pagaron sus préstamos. Pero muchos otros no lo pudieron hacer. La burbuja explotó. Al parecer, prestarle dinero a Juan sin trabajo no era una buena idea.
Por otro lado, tenemos la experiencia de los microcréditos en India, por ejemplo. De hecho, existen muchos proyectos de microcréditos en muchas partes del mundo. Y, en términos generales, se podría decir que las iniciativas han disfrutado de un éxito rotundo. Pablito Honrado paga. Lo único que necesitaba era una oportunidad. Incluso, muchos Juanes sin trabajo se regeneran cuando alguien les da un segundo chance.
Ahora tenemos el fenómeno Defi que ha crecido dentro del entorno techno-anarcocapitalista del mundo de las criptomonedas. Inversores, especuladores y emprendedores, todos en un mismo lugar buscan oportunidades de hacer un buen dinero. La idea en sí es genial en muchos sentidos. El espacio cripto ya no sería solo un entorno meramente especulativo. Es decir, un intercambio de fichas (tokens) y nada más. En este caso, se están construyendo servicios y productos muy interesantes sobre sistemas descentralizados. El ecosistema se está convirtiendo en una verdadera alternativa. Es decir, ya se le está viendo el queso a la tostada, porque estamos ofreciendo productos que pueden compartir con los productos del sistema tradicional.
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Lo preocupante es que se están construyendo plataformas de gran complejidad sobre una tecnología muy nueva. En otras palabras, estamos construyendo rascacielos en un suelo no del todo apto. Obviamente que hoy es perfectamente posible construir aplicaciones descentralizadas. Sin embargo, el boom DeFi está dando por hecho que la tecnología puede escalar de modo infinito. Y eso no es cierto. El sistema presenta sus vulnerabilidades. Sin embargo, el dinero en juego crece cada vez más. En este momento, hay hackers en todo el mundo buscando la grieta para realizar el hackeo del siglo. Un ataque exitoso podría significar la hecatombe para más de una plataforma.
La mayoría de estas plataformas se están desarrollando sobre la red Ethereum. Y la red ya no da para más. El Gas está cada vez más costoso. Y la congestión es evidente. Ethereum tal vez no es lo mejor del universo, pero tiene a una legión de desarrolladores escribiendo código. Ethereum no es solo un código o una supercomputadora virtual. Ethereum es una comunidad creativa. Hay otros sistemas que trabajan con contratos inteligentes y permiten el desarrollo de aplicaciones descentralizadas. Pero los desarrolladores escogen Ethereum, porque comunidad es comunidad.
Y en todo boom siempre llega el que no podía faltar: El estafador. Y en esta jungla de Defi obviamente que están en todas partes. Tenemos al estafador clásico que simplemente roba dinero con mentiras y engaños. Este es el sitio que dice algo, pero en el fondo todo es una pantalla para defraudar a los incautos que caen en la trama.
Por otro lado, tenemos a los pseudoestafadores. Es la zona gris de las estafas. Estos son, en mi opinión, los más peligrosos. Ellos inventan un esquema que ofrece mucha rentabilidad con muy poco riesgo. Pero en el fondo es prácticamente un esquema Ponzi, pese a que técnicamente no lo sea. Lo que quiere decir que todo va bien por un tiempo, pero luego cuando los precios bajan o algo pasa, el sistema colapsa. Eso es lo que más me preocupa de este boom. Todo ese colateral congelado y medio mundo haciendo artimañas complicadas con ese dinero. Por ahora todo va bien, porque estamos en alza. Pero en el momento que haya un crash el desplome de todas esas artimañas generarán pérdidas masivas que intensifican aún más la caída de los precios.
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Si unimos Fintech y Defi como un solo gran sistema, nos daremos cuenta que está emergido un universo increíble de oportunidades infinitas. No todo es bueno. Pero no todo es malo. No todo es bello. Pero no todo es feo. Tenemos de todo. Lo bueno, lo malo y lo feo. Para sobrevivir a este boom, lo ideal sería escoger con una pinza los mejores proyectos sopesando muy bien los riesgos y no colocando todos los huevos en una sola canasta. Es decir, escoger los mejores platos del menú. E ir armando una estrategia coherente que se ajuste a nuestro paladar.
En otras palabras, no hay que volverse loco. Tómalo con calma, amigo criptonauta. Reconoce los peligros. Considera los riesgos. Infórmate. Estudia los pros y contras de cada plataforma. Y ve midiendo el terreno con experimentación. Un paso a la vez. Defi es el futuro, pero el camino hacia el futuro es un campo minado. Debemos caminar con cautela.