España y Reino Unido: Los dos manejos de una crisis
Evidentemente, no hay una sola Europa. De hecho, hay muchas. Todo depende del criterio que utilicemos. No importa el ángulo que escojamos. No encontraremos un bloque homogéneo. Europa no es un continente en perfecta unidad. Nunca lo ha sido. Están los latinos, los germanos, los escandinavos, los eslavos y muchos otros. Están los católicos, los ortodoxos y los protestantes. Está el Este, el Centro y el Oeste. Los ricos y los pobres. Pero la división más importante de todas es probablemente la división norte-sur. Estas diferencias se reflejan en el manejo de la crisis. En este caso, hablemos un poco del Reino Unido y España en tiempos de coronavirus.
Me temo que el norte es la zona prospera por excelencia. Es algo relativo, por supuesto. Se suele exagerar al respecto, pero se podría decir, para efectos de este análisis, que en el norte hay más orden y eficiencia. En el sur, por otro lado, hay más caos. Colorido, alegre y con mucho calor humano, pero en medio del desorden casi siempre.
Da la impresión de que la Europa mediterránea no sale de una crisis económica. Excelente para ir de vacaciones y pasar una temporada. Pero después de un tiempo, tanta fiesta tiene su precio. El temperamento mediterráneo no siempre conlleva a la productividad económica. Los “fríos” y metódicos norteños tal vez no sean los más simpáticos del planeta, pero su ética de trabajo brinda resultados. Eso no lo podemos negar. Hay que reconocerles sus virtudes y méritos.
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Claro que un sureño motivado por su sangre caliente nos podría decir que los del norte son unos creídos. Yo no le podría contestar nada porque estamos en los tiempos de lo políticamente correcto. Y ahora es un pecado mortal hablar de estos estereotipos. Lo que sí podríamos decir es que los británicos tienen la reputación de ser sumamente civilizados. Es decir, siempre se ha dicho que en el Reino Unido hay orden y civismo. Es la vieja imagen del caballero inglés. Personaje culto, amable, y en absoluto control emocional. Bueno, esta es su reputación. Por esta razón, todos estamos muy confundidos y boquiabiertos con su estado actual. ¿Qué rayos les pasó?
Durante esta crisis, el Reino Unido es un sureño honorario. Ya no se ubica en el Atlántico sino en el Mediterráneo. Extraño, pero cierto. Con una contracción económica del 22%, el Reino Unido no está obviamente en su mejor momento. En esta oportunidad, su caída está duplicando a la de Estados Unidos. Y está mucho peor que Alemania y Francia. Ahora está en la misma liga de España e Italia. Pero a diferencia de estos países, gracias al Brexit, el Reino Unido no recibirá ayuda de nadie. En esta ocasión, no le queda otra opción que sentarse en un rincón y llorar en soledad. Es lo que ocurre cuando ya no eres parte del club. No estás en la obligación de cumplir con sus normas, pero, por otro lado, ya no puedes usar la piscina. Así es la vida.
La crisis en España está estrechamente relacionada con la gran dependencia al turismo. No hay que ser un genio para saber eso. El confinamiento tuvo un efecto devastador en ese sector. Y, a pesar de que muchas medidas se han relajado, la verdad es que aún estamos muy lejos de volver a la normalidad. El turismo internacional todavía está muy restringido. Lo que quiere decir que el negocio no está bien.
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Ahora está resultando evidente que la economía española debe reconfigurarse y se deben fortalecer otras arenas. Últimamente, se ha hablado mucho de la “reindustrialización”. Sin embargo, siempre estos planes nacionales requieren unidad y visión. Y eso nos lleva al tema político. O debería decir que nos lleva al desastre político. En particular, a la falta de liderazgo. Como prueba proponemos el manejo de esta crisis. Reacción tardía, medidas confusas, discurso ambiguo y reapertura caótica. Nunca hubo claridad. Lo que nos está indicando que España es un caballo sin jinete. Los políticos parecen estar más enfocados en pelear por el poder que en trabajar por el futuro del país.
En el Reino Unido, las divisiones tienen al país al borde del colapso. Están las divisiones regionales. Escocia, el Norte de Irlanda y el sur de Inglaterra votaron por permanecer en la Unión Europa en el referéndum, pero los demás obtuvieron la mayoría. Los demás son el campo y las ciudades pequeñas (Gales, norte de Inglaterra, etc). Pero sobre todo la población añosa. Añosa y conservadora. Esa es la base de los Tories, el Partido en el poder. Es la lucha entre dos países. Un país lo podríamos representar con el joven millenial que vive en Londres y trabaja para una multinacional. Y el otro país lo podríamos representar con el maestro retirado que vive en un pueblo de provincia.
Este maestro retirado es muy distinto al tendero de Margaret Thatcher. En la época de Thatcher, la palabra clave en la agenda conservadora era el crecimiento. Me temo que eso ha cambiado mucho. Ahora no se trata del pequeño propietario, la industria y los grandes capitales. Los Tories de Boris Johnson hablan de la pensión. Se recorta en educación, y en miles de cosas más. Pero la salud y la pensión son sagradas. No se habla de crecimiento. Se habla de tranquilidad en el ocaso de la vida. ¿Puede ese país prosperar? En el fondo, no se trata de Brexit. De ser o no parte de la Unión Europa. El problema del Reino Unido es mucho más profundo que eso. Es un asunto de espíritu. Gran Bretaña está vieja, en cuerpo y alma.
Londres no es parte de esa “senectud”, pero no tiene los votos suficientes para alcanzar mayoría política. Todos los campos y las pequeñas ciudades suman más y le ganan a la ciudad en unas elecciones. Esto implica que el joven millenial viviendo en Londres es ahora un mar de frustraciones. Londres es un centro financiero muy importante, y Brexit fue un golpe muy duro. Muchas empresas tienen su sede en Londres precisamente por su conexión europea. Al perder esta conexión, ya la visión es otra. Esto sin lugar a dudas significa un gran revés. Pero lo hecho está en el pasado y ahora toca adaptarse.
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Ahora bien, España podría diversificar su economía. Pero, ¿cuál podría ser un plan para Londres? Bueno, Londres podría aprovechar su nueva libertad en materia regulatoria para crear una especie de paraíso fintech. Al no estar sujetos a las normas europeas, la regulación podría ser mucho más abierta. He aquí la oportunidad para el sector cripto. Dadas las condiciones, Bitcoin podría florecer mucho en Londres.
Todo plan requiere de liderazgo político y unidad ciudadano. En otras palabras, los países necesitan tener una visión de futuro para poder crecer. Los países divididos no edifican un mañana. Todos están peleando para obtener más pastel para sí, en lugar de hornear más pastel para todos. El caso del Reino Unido me resulta particularmente increíble. Nunca lo habría imaginado. Solos y sin planes.
España y Reino Unido. Dos países a la deriva. Dos manejos lamentables de una crisis y sin claridad para el futuro. ¿Todo está perdido? Claro que no. De hecho, hay muchas oportunidades. Hay mucho potencial. Lo que se requiere es un poco de orden y visión. Menos división y más unión.